El mensaje pacifista de un asesino
Un sicario a sueldo del c¨¢rtel de Ju¨¢rez autor de 200 muertes, entre ellas la de la activista Marisela Escobedo, adopta un discurso de reconciliaci¨®n
Los presos de Chihuahua, una ciudad al norte de M¨¦xico, salen de vez en cuando al exterior para concienciar a los estudiantes locales de que no ingresen a las filas del crimen organizado. En cierta ocasi¨®n montaron un teatrillo en el centro. Las gradas estaban repletas de adolescentes. En primera fila colocaron a un alumno revoltoso ¨Cllam¨¦mosle Pedro- al que un preso le dej¨® una libreta antes de subir al escenario en el que representan la agon¨ªa de pasar un d¨ªa encerrado.
En medio de la funci¨®n, de repente, los guardas se abalanzaron sobre los internos y los redujeron. Hab¨ªan descubierto que mientras actuaban tambi¨¦n participaban como informantes en un secuestro. Un polic¨ªa agarr¨® el cuaderno de notas de las rodillas del estudiante y ley¨® en voz alta: ¡°Pedro, el dinero del rescate est¨¢ ah¨ª fuera¡±. Inmediatamente detuvieron al ni?o por c¨®mplice y lo llevaron a la parte trasera del escenario.
¡°Muchachos¡±, comenz¨® a decir por el micr¨®fono un homicida convertido en testigo de Jehov¨¢, ¡°por algo as¨ª pueden pasar el resto de tu vida entre rejas¡±. La farsa hab¨ªa asustado a los alumnos, sumidos en un silencio absoluto. Era todo parte del show. Jos¨¦ Enrique Jim¨¦nez Zavala re¨ªa en una esquina con la pasi¨®n de un converso.
El Wicked (Ciudad Ju¨¢rez, 1982) es el preso m¨¢s conocido de los que participan en este programa. Est¨¢ condenado a cadena perpetua ¨CChihuahua es el ¨²nico Estado mexicano que la aplica- por el asesinato de 16 personas en el bar El Colorado y es el autor confeso de la muerte de la activista Marisela Escobedo. Las autoridades calculan que durante sus a?os como sicario?a sueldo de un c¨¢rtel particip¨® en unas 200 ejecuciones. En las fotos que facilit¨® la polic¨ªa tras su detenci¨®n se le ve fond¨®n, pasado de peso, pero esta ma?ana, 13 meses despu¨¦s, aparece con una figura fibrosa y atl¨¦tica en el patio del m¨®dulo de m¨¢xima seguridad. Es el primer miembro que ha participado activamente en el engranaje criminal de la guerra contra el narcotr¨¢fico iniciada con el anterior expresidente Felipe Calder¨®n ¨Ccon un saldo de 70.000 muertos y 30.000 desaparecidos- que ha adoptado un discurso pacifista y de reconciliaci¨®n. ¡°Lo hago de coraz¨®n¡±, cuenta a EL PA?S, ¡°no puedo cambiar nada de lo que hice pero pido perd¨®n a todos los que he matado, aunque ya est¨¦n muertos¡±.
?-?Ser¨ªa capaz de hablar con las familias de las v¨ªctimas?
?-Pienso que s¨ª, si fuera petici¨®n de una familia. Siempre y cuando no sea para ofenderme. Si supiera que voy a hacerles sentir bien, ?por qu¨¦ no? Esto que estoy haciendo es una forma de disculparme. No gano nada, yo voy a estar encerrado para siempre.
?-Su mensaje va dirigido a los j¨®venes. ?C¨®mo intenta convencerlos?
-A los chavos se les hace cool andar en una troca con corridos, con muchachas... Ahora pega todo sobre series de c¨¢rteles. Yo les digo que si van por ese camino van a acabar muertos o en la c¨¢rcel. Hay que acabar con esa cultura de la violencia que tanto da?o hace.
Pasa 23 horas al d¨ªa en una celda. Vigilado por una c¨¢mara que apunta a su catre. Sus pertenencias se limitan a una Biblia, dos mantas y un cambio de ropa del uniforme gris que viste. La prisi¨®n en la que estamos peg¨® un cambio radical en dos a?os. Los internos antes estaban al mando. El director era un pelele. En las celdas hab¨ªa televisiones, armas y se recib¨ªa la visita de prostitutas. El Gobierno regional tom¨® el control del penal y aparentemente todo est¨¢ en orden.
La vida de Jos¨¦ Enrique siempre ha estado rodeada de circunstancias tr¨¢gicas. Naci¨® en Ciudad Ju¨¢rez y se mud¨® cuando sus padres se separaron a El Paso, Texas, a solo dos millas por carretera pero a un pa¨ªs de distancia. Cuando ten¨ªa 10 a?os vio a su hermano de 16 mediar en una pelea entre su madre y un novio chicano. El adolescente, a mitad de la discusi¨®n, fue a la cocina, agarr¨® un cuchillo y apu?al¨® hasta la muerte a ese hombre. Era la primera vez que Wicked ve¨ªa morir a alguien.
A los 18 atrac¨® a mano armada un supermercado. Un mes despu¨¦s fue detenido y condenado a cinco a?os de c¨¢rcel. Recluido en la prisi¨®n de French Robertson Unit, se uni¨® a la pandilla de Los Aztecas. Su expediente carcelario estuvo repleto de sanciones por mala conducta. No se pudo beneficiar de ninguna reducci¨®n de pena por razones obvias. A los 23 fue deportado a Ciudad de Ju¨¢rez, donde todo hab¨ªa empezado. Encontr¨® trabajo como teleoperador de un banco estadounidense que hab¨ªa mandado sus oficinas al otro lado de la frontera para ahorrar en mano de obra pero se aburri¨® pronto. Dice que iba a discotecas, ve¨ªa a chicos de su edad en la zona VIP, rodeados de mujeres y camareros que les encend¨ªan los cigarrillos. Le entr¨® la prisa. Wicked (malvado en ingl¨¦s) contact¨® con miembros de Los Aztecas en la ciudad mexicana y se puso a su disposici¨®n. Acababa de finalizar la breve carrera de un telefonista biling¨¹e y nac¨ªa la de un sicario.
El asesinato de Marisela Escobedo removi¨® las entra?as de un pa¨ªs que durante un tiempo se acostumbr¨® a ver por televisi¨®n a muertos colgados en puentes pero que reaccionaba con indignaci¨®n a tragedias individuales. A la hija de Escobedo la asesin¨® en 2008 un novio, un tal Sergio Barraza Bocanegra, que despu¨¦s se dio a la fuga. La mujer lo busc¨® hasta encontrarlo y presentarlo ante la justicia. El chico confes¨® e incluso llev¨® a la polic¨ªa hasta el vertedero donde hab¨ªa arrojado el cuerpo previamente calcinado. Antes de conocer la condena de parte de los jueces pidi¨® perd¨®n a Marisela por lo que hab¨ªa hecho. Minutos despu¨¦s, tres magistrados lo absolvieron por falta de pruebas. Se reabri¨® el juicio y se le conden¨® en ausencia a 50 a?os de prisi¨®n pero el muchacho ya hab¨ªa escapado. Se maneja la teor¨ªa de que pas¨® a engrosar las filas de Los Zetas, el grupo criminal m¨¢s sanguinario de M¨¦xico y que muri¨® durante un enfrentamiento con militares. En esas Escobedo se plant¨® frente al palacio de Gobierno de Chihuahua criticando la pasividad de las autoridades. ¡°No me voy a esconder. Si me va a venir a asesinar, tendr¨¢ que venir a asesinarme aqu¨ª para verg¨¹enza del Gobierno¡±, dijo. As¨ª ocurri¨® una semana despu¨¦s.
-?Qui¨¦n le mand¨® matar a la se?ora Escobedo?
-No puedo dec¨ªrselo. Est¨¢ en juego mi seguridad.
-?Usted la conoc¨ªa, sab¨ªa de su lucha?
-S¨ª, la hab¨ªa visto por televisi¨®n. Era noble lo que hac¨ªa. Pero nunca pens¨¦ que iba a tener tanta repercusi¨®n que la matara. Me lo tom¨¦ como una muerte m¨¢s.
?El Wicked dice ser el tipo que se acerca en mitad de la calle y corre tras ella hasta dispararle en la nuca. El video del asesinato dio la vuelta al mundo y los recuerdos del pistolero no siempre concuerdan con lo que se ve en la grabaci¨®n:
-Llegu¨¦, apunt¨¦ a Marisela y jal¨¦ el gatillo. Pero va y se me encasquilla. Nunca me hab¨ªa pasado, menos con una 9 mil¨ªmetros glock. En lo que estoy cargando el arma, ella se levanta y echa a correr. Se me cae el cartucho y cuando voy a agarrar el cartucho el hermano me dice ¡®pinche culo g¨¹ey¡¯ y me avienta una silla. En eso me la esquivo con la mano derecha, agarro con la izquierda y cuando Marisela ve que agarr¨¦ el cargador echa a correr otra vez hacia el Palacio de Gobierno (no le dio tiempo a refugiarse). Corr¨ª y le dispar¨¦. Para m¨ª se me hac¨ªa f¨¢cil. Era lo que hac¨ªa a diario.
Jim¨¦nez Zavala dice que durante tres a?os no hizo otra cosa. Lleg¨® a ganar 15.000 d¨®lares semanales. ¡°Yo ten¨ªa mi agenda, como usted la suya. Empec¨¦ vendiendo droga pero a poco fui creciendo y tuve mis propios muchachos. Ten¨ªa muchos gastos, en la guerra tienes que comprar armas, balas, carros. Actu¨¢bamos como una c¨¦lula del c¨¢rtel de Ju¨¢rez y nos disput¨¢bamos la plaza (Chihuahua) con el de Sinaloa, el del Chapo Guzm¨¢n¡±. Sostiene que en la ¨¦poca de mayor criminalidad (¡°se regalaban balas¡±, comentara despu¨¦s un taxista) lleg¨® a tener a un millar de soldados.
En el programa Libre de prisiones, ideado por la fiscal¨ªa de Chihuahua y por el que han pasado m¨¢s de 16.500 alumnos, Jim¨¦nez Zavala comparte espacio con otros homicidas, aunque ninguno se le acerca en nivel de barbarie. Sergio Rodr¨ªguez, flaco, peque?o, era un comerciante de comida que un d¨ªa mat¨® al exnovio de su novia, ahora ex tambi¨¦n. Abraz¨® aqu¨ª dentro la religi¨®n con la actitud descarnada a la que solo puede llegar un convicto o un drogadicto. ¡°El primer d¨ªa que nos iban a presentar a Wicked estaba expectante, pero no es como lo esper¨¢bamos. No es nada tosco, no es agresivo¡±, cuenta. ¡°Es uno m¨¢s¡±, apunta el convicto Gerardo Medina, trabajador de lunes a viernes en una f¨¢brica en El Paso y asaltante de casas de cambio los fines de semana en territorio mexicano, donde le resultaba m¨¢s f¨¢cil escapar. Su modus operandi rompe el esquema mental de un gringo sure?o.
-?Le gustar¨ªa conocer a Javier Sicilia?
-No tengo idea de qui¨¦n es ese se?or.
Tras explicarle que se trata del poeta religioso que dej¨® de escribir tras el asesinato de su hijo y que ha comandado un movimiento que dignifica a las v¨ªctimas y a sus familias, Wicked dice que estar¨ªa encantado de verle cara a cara. Sicilia no pudo visitar al asesino de su hijo en prisi¨®n. Cuando estaba decidido a preguntarle "por qu¨¦" le mostraron un v¨ªdeo en el que se le ve c¨®mo tortura y luego posa con la cabeza de una v¨ªctima. "Ese hombre ya no pertenece a lo humano", repudi¨® el poeta.
El l¨ªder del Movimiento por la Paz, sin embargo, defiende el proceso de reconciliaci¨®n. "Queramos o no, esos muchachos que est¨¢n siendo corrompidos por el crimen organizado no eran criminales, hay una responsabilidad del Estado que los abandon¨®. Vamos a tener que perdonarlos y el proceso va a ser muy doloroso", dijo en una entrevista a este peri¨®dico.
?Es Wicked uno de esos chicos abandonados o no pasa de un ser un desalmado? Da replica: ¡°Creemos los dos en Dios. Yo le dir¨ªa que s¨ª puede hablar conmigo, que he cambiado, que no soy un monstruo. He hecho cosas horribles pero tengo sentimientos y me arrepiento¡±. ?Cu¨¢ndo surgi¨® esa empat¨ªa hacia los dem¨¢s? ¡°Tengo dos ni?os, uno de tres y otro de cinco. Yo no era alguien que sintiera mucho pero empezaron a llamarme pap¨¢ y empec¨¦ a jugar con ellos. Me entr¨® culpa y miedo de que vayan andar tras mis pasos¡±. En prisi¨®n ha recibido tratamiento tratamiento psicol¨®gico, moldeado el lenguaje y potenciado las creencias religiosas. En ocasiones repite frases, palabra por palabra, que utiliza en los discursos con los estudiantes ("fui de una familia de escasos recursos", "fui a EE UU con la familia con la esperanza de encontrar el sue?o americano y fue todo lo contrario).
Carlos Vital. Ese nombre le viene a la cabeza cada cierto tiempo. Era el hermano de su mujer, su cu?ado. Lo conoci¨® con ocho a?os. Jim¨¦nez Zavala lo reclut¨® siendo apenas un adolescente y lo mandaba a misiones que no implicasen mucho riesgo. Un d¨ªa le pidi¨® que fuera a Zacatecas, otra ciudad del norte, a recoger un dinero pero nunca regres¨®. ¡°Tengo informaci¨®n de que me lo secuestraron y me lo mataron¡±. Recuerda aquellos d¨ªas de violencia: "En esta guerra he perdido familiares, amigos que apenas comenzaban a querer ser como uno y por seguir mis pasos, acabaron mal. Mi madre tiene la dicha de verme vivo".
En cada l¨®bulo de la oreja tiene un tatuaje. Una carita feliz en la derecha y una carita triste en la izquierda. Hecha con trazos muy sencillos, nada complicados. Es una forma de ver a Wicked, dependiendo del perfil que ense?e. Vida o muerte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.