El presidente discutidor
Dos ONG cuestionan la pol¨ªtica antiterrorista de Obama, basada en los ataques con 'drones'
Obama es un presidente discutidor. No tan solo no elude el debate, sino que lo alienta. Lo que para unos es una virtud, para otros es inconveniente e incluso defecto. Discute porque cree en la fuerza de la palabra y en su capacidad de convicci¨®n.
El presidente discutidor no est¨¢ ahora mismo en sus mejores horas. Ha pasado la maroma del cierre de la Administraci¨®n y del techo de deuda pero no ha asegurado el ¨¦xito de su reforma sanitaria y sabe que solo tiene asegurada la paz presupuestaria con los republicanos hasta enero de 2014. En el flanco exterior, todav¨ªa son m¨¢s alarmantes su debilidad geopol¨ªtica y el desprestigio que le procuran el Gran Hermano digital que esp¨ªa a todos sus amigos y aliados y la muerte a distancia que dispensa desde aviones teledirigidos sobre las regiones del planeta donde los terroristas se mueven m¨¢s a sus anchas.
En mayo pasado, quiso poner un poco de orden en el cap¨ªtulo antiterrorista, mediante uno de sus largos y sensacionales discursos, pronunciado en la Universidad Nacional de la Defensa, en el que se propuso "definir la naturaleza y el objetivo de este combate", para evitar que "en caso contrario sea este quien nos defina". Pesaba sobre Obama la guerra inconclusa de Afganist¨¢n, la guerra global contra el terror de Bush, el hiriente incumplimiento del cierre de Guant¨¢namo y, sobre todo, su apuesta por los ataques selectivos contra objetivos terroristas y especialmente las efectuadas desde aviones teledirigidos o drones, a pesar de sus devastadores efectos sobre la poblaci¨®n civil. "Estas muertes nos perseguir¨¢n mientras vivamos, al igual que nos perseguir¨¢n las v¨ªctimas civiles que se han producido en las guerras convencionales de Irak y de Afganist¨¢n", se permiti¨® decir este presidente moralista y discutidor.
Su idea era restringir y codificar el uso de los drones, someterlo a una autoridad judicial o ejecutiva, trasladar su control de la CIA al Ej¨¦rcito, terminar con el secretismo, clausurar la estrategia antiterrorista de Bush y construir una de su propio cu?o. Pero suele suceder que los discutidores terminan encontrando quien les discuta. Dos asociaciones de defensa de los derechos humanos le han interpelado muy directamente cuatro meses despu¨¦s para echar presi¨®n sobre sus buenos prop¨®sitos e insinuar incluso la mala orientaci¨®n de su aparentemente renovada pol¨ªtica antiterrorista. Se trata de Amnist¨ªa Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW), que han publicado justo el mismo d¨ªa sendas investigaciones sobre los bombardeos desde drones en Pakist¨¢n y Yemen en las que documentan la muerte de civiles inocentes e impugnan su legalidad y su efectividad.
Ambas organizaciones discuten punto por punto las afirmaciones de Obama. AI le discute que las acciones respondan a directrices claras o est¨¦n bien supervisadas y sometidas a control posterior seg¨²n unas orientaciones presidenciales que se han mantenido en secreto. Desde mayo de 2013, cuando el presidente prometi¨® proporcionar toda la informaci¨®n que fuera posible, nada ha modificado la pol¨ªtica de opacidad respecto al n¨²mero de disparos y de v¨ªctimas. "Dicho reconocimiento ¡ªasegura AI¡ª es un primer paso esencial para asegurar que las v¨ªctimas de los disparos ilegales tengan acceso a reparaciones". El cap¨ªtulo de las indemnizaciones a civiles es otro de los puntos de cr¨ªtica que contradice la doctrina presidencial.
Respecto a la nueva responsabilidad del departamento de Defensa, en vez de la CIA, para este tipo de acciones b¨¦licas, AI es profundamente esc¨¦ptica y no cree que favorezca una mayor supervisi¨®n y rendici¨®n de cuentas, sino exactamente lo contrario, puesto que recae en un organismo militar como el Mando de Operaciones Especiales Conjuntas, que tiene a cargo unidades como las que liquidaron a Bin Laden y funciona con un grado de secretismo y de impunidad todav¨ªa mayor. La ONG es incr¨¦dula respecto al criterio restrictivo establecido por Obama para el "uso de la fuerza letal solo contra objetivos que significan una amenaza continua e inminente para ciudadanos de Estados Unidos". Tampoco le convencen sus buenos prop¨®sitos sobre el final de la guerra global contra el terror, puesto que EE UU sigue consider¨¢ndose en guerra con Al Qaeda y utilizando los drones como parte de los instrumentos para librar tal combate como si se tratara de un conflicto armado permanente.
Seg¨²n HRW, entre los ataques con drones efectuados en Yemen, hay casos en que la captura de los terroristas era factible y no debi¨® efectuarse el disparo de hacer caso a las directrices oficiales. En ninguno de los casos documentados por HRW los individuos atacados significaban esa "amenaza continua e inminente contra ciudadanos de EE UU" que se ofrece como coartada. Tampoco HRW tiene conocimiento de que la muerte de civiles haya sido investigada e indemnizada por EE UU.
Un jefe que quiere que se le discuta debe tener mucha fuerza y autoridad para no salir debilitado del envite. Esto es lo que le est¨¢ pasando a Obama.
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