Militares peruanos buscan ganarse a los vecinos de zonas en conflicto
Las fuerzas de seguridad acuden a ¨¢reas lastradas por la guerrilla Sendero Luminoso y ofrecen servicios a los pobladores
En la lucha contra lo que queda del grupo terrorista Sendero Luminoso en la selva y en la sierra central de Per¨², las fuerzas armadas dejaron de patrullar para no ser blanco f¨¢cil, como ocurr¨ªa desde 2007. Por primera vez trabajan en coordinaci¨®n con la Fiscal¨ªa, la Polic¨ªa y la DEA para interceptar comunicaciones de sospechosos en la zona donde tambi¨¦n opera el narcotr¨¢fico, pero necesitan una mejor relaci¨®n con los civiles, quienes han preferido mantenerse al margen por su seguridad o porque han sido v¨ªctimas circunstanciales de las operaciones contrasubversivas.
Los militares, en coordinaci¨®n con otras entidades p¨²blicas, ¡°llevan el Estado¡±, es decir, atenci¨®n m¨¦dica y asesor¨ªa legal, con el mensaje de que es mejor estar de su lado que con los alzados en armas, y muestran su relaci¨®n preferente con los miembros de los comit¨¦s de autodefensa. El problema es que tres d¨ªas despu¨¦s, cuando levantan las carpas, el Estado vuelve a estar ausente.
Los comit¨¦s de autodefensa se inspiraron en las rondas, patrullas rurales contra el delito que se convirtieron en la instituci¨®n comunal por excelencia en Cajamarca (sierra norte) a mediados de los a?os 70 y que contuvieron a Sendero Luminoso en los 80. En la d¨¦cada siguiente, el gobierno de Alberto Fujimori promovi¨® en el resto del pa¨ªs el v¨ªnculo del Ej¨¦rcito con otras rondas, a las que llam¨® comit¨¦s de autodefensa (CAD) y entreg¨® viejas escopetas a sus integrantes. Consultado por EL PA?S, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas indica que actualmente existen 2.544 CAD que agrupan a m¨¢s de 155.000 peruanos.
En lo que va de a?o, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas ha realizado operaciones humanitarias en localidades del Valle de los R¨ªos Apur¨ªmac y Ene, donde Sendero Luminoso operaba o transita. Los lugares elegidos fueron Huanta, San Miguel, Pichari, Centro Somabeni, Pichiwillca, Patibamba, Huachocolpa y R¨ªo Negro: sus habitantes llevan dos o tres d¨¦cadas en estado de emergencia. En estas acciones c¨ªvicas, los militares arman carpas para que personal de salud de Essalud (la seguridad social) y del Ej¨¦rcito, abogados y estilistas atiendan a la poblaci¨®n que se acerque. Si luego de la consulta el m¨¦dico prescribe medicinas, las entregan gracias a donativos privados.
Doris Molina, una ecografista de Essalud, quien ha trabajado en cuatro de estas acciones c¨ªvicas, se sorprendi¨® de ver las largas colas en Huachocolpa esperando su servicio. ¡°En R¨ªo Negro [distrito en Jun¨ªn, selva central] hubo muchas gestantes, m¨¢s que en las otras localidades¡±, coment¨® a EL PA?S. Molina se dice satisfecha de servir en lugares del pa¨ªs con tanta demanda de servicios de salud, tanto as¨ª que fue a trabajar a R¨ªo Negro a¨²n estando de vacaciones.
El jueves, en el ¨²ltimo d¨ªa de la operaci¨®n humanitaria en R¨ªo Negro, una mujer lamentaba que no hubiera oftalm¨®logo. ¡°Ya no veo por este ojo¡±, dijo se?alando el izquierdo. ¡°?Y no hay m¨¦dico para diabetes?¡±, pregunt¨® luego de leer los carteles de las especialidades. A falta de orientaci¨®n, alguien que esperaba el desfile en la plaza le sugiri¨® ir a medicina general.
El coordinador m¨¦dico de Essalud, Rafael Marmanillo, indic¨® que realizaron 1.800 atenciones en R¨ªo Negro con un equipo de 12 m¨¦dicos, incluidos nueve del Ej¨¦rcito.
Al cabo de dos o tres d¨ªas, las operaciones humanitarias terminan con una ceremonia de entrega de donaciones por parte de autoridades civiles y militares, y un desfile, en la plaza principal, de militares, comit¨¦s de autodefensa, empleados estatales, escolares, y estudiantes de institutos tecnol¨®gicos ¨Csi los hay, como en R¨ªo Negro, un distrito de 26.000 habitantes, el 35% de ellos de comunidades nativas-.
El alcalde Edgar Zevallos, en la ceremonia, describe la jurisdicci¨®n como un ¡°distrito intercultural, por el respeto que tenemos en la convivencia del pueblo colono y el pueblo ash¨¢ninka¡±. Los ash¨¢ninka fueron la etnia que m¨¢s sufri¨® en la d¨¦cada de los 80 porque Sendero Luminoso mantuvo a unos 5.000 en condici¨®n de trabajo esclavo y en cautiverio; en el caso de las mujeres, hubo servidumbre sexual.
Sin embargo, las donaciones de calzado, herramientas de labranza, camisetas, mochilas, y complementos alimenticios que consiguen para las operaciones humanitarias se destinan solo a los miembros de los comit¨¦s de autodefensa. Los militares compensan as¨ª a estos civiles que por a?os han luchado contra Sendero Luminoso a cambio de nada; por ejemplo, gestionaron que el programa estatal Beca 18 conceda una beca universitaria a la hija de Luis Olivera, un l¨ªder que ha cumplido 33 a?os en el CAD de Patibamba (Ayacucho). De esta manera, dejan claro que si m¨¢s personas se suman a los comit¨¦s de autodefensa recibir¨¢n estas ayudas. En las ceremonias de clausura el Comando Conjunto tambi¨¦n canjea escopetas reparadas -a cambio de las inservibles- y entrega una peque?a cantidad de balas.
¡°Es una larga lucha que hemos tenido con el elemento terrorista¡±, coment¨® Jorge Ribeck, el presidente distrital de los comit¨¦s de autodefensa durante la clausura de la operaci¨®n humanitaria. Si bien una gran cantidad de integrantes de los CAD son j¨®venes, a¨²n est¨¢n activos los fundadores, como Dom¨ªnica Arana, de 47 a?os, procedente de Alto R¨ªo Bertha, o Luis Rice Caja, quien lleg¨® ese d¨ªa desde Pampa Hermosa a R¨ªo Negro luego de un trayecto de tres horas en motocicleta.
El general de la Fuerza A¨¦rea, Jos¨¦ Miguel Davis, cabeza de las operaciones humanitarias que han llegado a 18.000 personas en 2013, y jefe de una de las divisiones de estado mayor conjunto de las Fuerzas Armadas, se?al¨® que en R¨ªo Negro ya son 22 a?os de violencia ¡°que lamentablemente a¨²n no termina¡±.
Davis sostiene que los militares han enfrentado en el pa¨ªs una situaci¨®n indeseada: ¡°porque luchamos contra peruanos, hermanos equivocados que no buscan el bien com¨²n. A ning¨²n peruano de bien le conviene que ellos sigan en el valle de los r¨ªos Apur¨ªmac y Ene, no podemos permitir que caminen alrededor de nuestras casas¡±, agreg¨®.
¡°Esta guerra no se va a ganar solo con las armas, es una guerra contra la desigualdad, la pobreza: todo esfuerzo suma¡±, explica Davis a EL PA?S al mencionar a las instituciones privadas donantes.
Al final del desfile y al cierre de la operaci¨®n humanitaria, una ciudadana caminaba con expresi¨®n de tristeza: ¡°No me he enterado, acabo de llegar de la chacra y veo que ya est¨¢ terminando¡±, explic¨® a EL PA?S. ?Y por qu¨¦ no va al centro de salud?, ¡°no es igual, no es igual¡±, replic¨® con pena.
¡°En el valle de los r¨ªos Apur¨ªmac y Ene viven unas 400.000 personas, el 80% menor de 29 a?os¡±, indica a EL PA?S el coronel en retiro Luis Rojas, secretario ejecutivo de la Comisi¨®n Multisectorial para la Pacificaci¨®n y Desarrollo de dicho valle. Rojas tiene rango de viceministro y debe coordinar las acciones de los ministerios para que la inversi¨®n del Estado sea m¨¢s notoria para la poblaci¨®n. El funcionario argumenta que el presupuesto p¨²blico se ha incrementado sustantivamente este a?o para dotar de infraestructura de transporte y bancos de la Naci¨®n esta zona tradicionalmente postergada. Conf¨ªa en que ello generar¨¢ m¨¢s actividad comercial y ser¨¢ una alternativa a las fuerzas ilegales contra las que el Estado peruano lucha hace 30 a?os.
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