Iron¨ªas de la historia
Estados Unidos ha pedido a Alemania que preste m¨¢s atenci¨®n al consumo del mercado interior
Es sin duda una iron¨ªa de la historia: el espionaje que llev¨® a cabo la NSA, el servicio de seguridad estadounidense, a costa de Angela Merkel, puede chocar de frente con la estrategia europea de Barack Obama. En vez de optar por una visi¨®n de la Uni¨®n Europea en su complejidad y por un liderazgo necesariamente compartido entre Francia y Alemania, el presidente norteamericano hab¨ªa optado resueltamente por Alemania. Explicando que en Europa ¡ªpor la cual siente poca consideraci¨®n¡ª solo cuenta Alemania. E incitando a esta a asumir su ¡°responsabilidad¡±, es decir, a pasar de un liderazgo econ¨®mico a un liderazgo pol¨ªtico. A lo cual, como sabemos, los alemanes se resisten ¡ªy con toda la raz¨®n¡ª, pues consideran ¡ªde nuevo acertadamente¡ª que la historia les exige que no carguen las tintas.
Sin duda se sienten m¨¢s seguros de s¨ª mismos porque son conscientes de su ¨¦xito y de los esfuerzos que han hecho para alcanzarlo. Aun as¨ª, ellos, que evitan mostrarse demasiado dominantes, no se ven en el lugar de Francia o Gran Breta?a en el plano geopol¨ªtico. A lo cual hay que a?adir ¡ªy, en cambio, esto no es demasiado tranquilizador¡ª una tentaci¨®n rusa palpable en buena parte de las ¨¦lites alemanas. La prueba es el papel que Vlad¨ªmir Putin le confi¨® a Gerard Schroeder al frente del gasoducto Nord Stream. Esta opci¨®n exclusiva por parte de Barack Obama ha venido acompa?ada de un gran desd¨¦n hacia Francia, en general, y hacia Fran?ois Hollande, en particular. El presidente galo, en efecto, vio c¨®mo lo colocaban ante el hecho consumado tras la marcha atr¨¢s norteamericana en Siria. No se trata de discutir aqu¨ª lo bien fundado o no de esta: tal vez fuera el momento adecuado para promover una salida diplom¨¢tica. Concentr¨¦monos en el m¨¦todo: algunas horas despu¨¦s de conversar con el presidente franc¨¦s sobre la pertinencia y la urgencia de una opci¨®n militar, el presidente estadounidense cambiaba de rumbo. Sin avisar. Y mientras tanto, el presidente galo se hab¨ªa comprometido a¨²n m¨¢s, con las consecuencias imaginables entre la opini¨®n p¨²blica francesa.
Sin embargo, he aqu¨ª que a Angela Merkel le ha sentado bastante mal, y con raz¨®n, el hecho de haber sido espiada, vigilada, escuchada. Lo ha dicho alto y claro, y ha pedido el apoyo de sus colegas europeos para obtener una explicaci¨®n por parte del Gobierno estadounidense. De modo que ahora es Barack Obama el que se ha visto cogido a contrapi¨¦.
La respuesta norteamericana no se ha hecho esperar, aunque ha llegado en otro terreno: el de la gesti¨®n de la crisis. Las autoridades estadounidenses han acusado a la Alemania de Angela Merkel de ¡°lastrar¡± a sus socios europeos con una gesti¨®n ego¨ªsta. Mutatis mutandis, Estados Unidos ha pedido a Alemania que haga lo mismo que ya han obtenido de China, es decir, prestar m¨¢s atenci¨®n al consumo del mercado interior.
Es seguro que una reactivaci¨®n del consumo en Alemania beneficiar¨ªa a sus socios europeos. Una Alemania menos ego¨ªsta podr¨ªa ayudar a los otros pa¨ªses de la eurozona a salir antes de la crisis. Es, por otra parte, lo que Fran?ois Hollande no ha dejado de pedirle a Angela Merkel, aunque en un tono infinitamente m¨¢s amistoso de lo que son las amonestaciones norteamericanas.
De alg¨²n modo, es tambi¨¦n lo que sugiere ahora la Comisi¨®n de Bruselas cuando constata que el fuerte super¨¢vit de las cuentas corrientes alemanas plantea un problema. Y que el excedente alem¨¢n ha alcanzado un nivel tal que ahora Bruselas est¨¢ autorizada a intervenir.
Lo cierto es que desde el fin de la guerra, Alemania ha construido su modelo exclusivamente sobre la demanda exterior. La variable esencial es pues su propia competitividad. Nunca se ha apartado de ese guion, que tan bien le ha funcionado. Adem¨¢s, su poblaci¨®n, considerablemente envejecida, es un handicap para cualquier pol¨ªtica orientada hacia el consumo. Un pa¨ªs que ya no tiene hijos es necesariamente menos propenso a consumir.
Sin embargo, a¨²n no hay que perder todas las esperanzas. De la larga, paciente y precisa negociaci¨®n entre Angela Merkel y los socialdem¨®cratas deber¨ªa salir un acuerdo de gobierno que prevea, seg¨²n todo parece indicar, la instauraci¨®n de un salario m¨ªnimo. Y con ¨¦l, una mayor atenci¨®n al poder adquisitivo de los alemanes, que deber¨ªa ayudarnos, en efecto, a acelerar nuestra salida de la crisis.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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