¡°Al Qaeda es el ¨²nico que est¨¢ ganando con la pol¨ªtica de ¡®drones¡±
Faisal bin Ali vio c¨®mo parte de su familia fallec¨ªa en una batida de la CIA Est¨¢ en Washington para alertar sobre la pol¨ªtica antiterrorista de EE UU en su pa¨ªs
Faisal bin Ali Gaber es un ingeniero yemen¨ª de 55 a?os, de gesto serio, mirada serena y voz suave pero firme. El 29 de agosto del a?o pasado, mientras se encontraba celebrando el segundo d¨ªa de la boda de su hijo, una batida de drones mat¨® a su cu?ado, Salim bin Ali, y a su sobrino, Waleed bin Ali, un im¨¢n que predicaba contra Al Qaeda y un polic¨ªa, respectivamente. Para las estad¨ªsticas son dos nombres m¨¢s de la larga lista de v¨ªctimas inocentes de las batidas con drones -66, seg¨²n el recuento de The New American Foundation-, para Bin Ali son dos ausencias que han roto a su familia y un recordatorio de la sinraz¨®n de una pol¨ªtica antiterrorista que mira para otro lado cuando provoca bajas inocentes.
El 29 de agosto del a?o pasado, mientras se encontraba celebrando el segundo d¨ªa de la boda de su hijo, una batida de drones mat¨® a su cu?ado, Salim bin Ali, y a su sobrino, Waleed bin Ali, un im¨¢n que predicaba contra Al Qaeda y un polic¨ªa, respectivamente
"Al principio parec¨ªa que estaba dentro de una pel¨ªcula, llegu¨¦ a pensar que lo que estaba viviendo no era real", dice Bin Ali mientras rememora el ataque. La d¨¦bil voz del ingeniero se vuelve casi imperceptible cuando explica la angustia que sinti¨® mientras recog¨ªa los restos de los cad¨¢veres de su cu?ado, de 43 a?os, y de su sobrino, de 27. Adem¨¢s de los familiares de Bin Ali, otras tres personas murieron en la incursi¨®n. "Nadie del pueblo sabemos qui¨¦nes eran", se?ala.
Hasta el momento, ¨¦se el ¨²nico ataque con aviones no tripulados que ha sufrido su aldea, Khashamir, en el este de Yemen, pero, desde entonces, sus habitantes luchan por adaptarse a convivir con el p¨¢nico y la incertidumbre de que volver a padecer otra incursi¨®n. Bin Ali se ha trasladado a Washington para transmitir a los miembros del Capitolio y los ciudadanos de Estados Unidos lo que supone vivir con miedo, pendiente siempre del cielo, pero, sobre todo, para encontrar a qui¨¦n se responsabilice del crimen que se cometi¨® contra su familia y la localidad en la que reside y para advertir sobre las terribles consecuencias que de la estrategia de drones pueden derivarse para EE UU y para Yemen.
¡°Lo primero que quiero saber es quien es el responsable de la muerte de Salim y de Waleed, y una vez que se sepa, qui¨¦n va a asumir la atenci¨®n de sus familias¡±, cuenta Bin Ali a EL PA?S, sentado en el hall del hotel de Washington en el que se hospeda desde que el jueves pasado aterrizara en la capital de EE UU. Es la segunda vez que este pa¨ªs autoriza el visado a v¨ªctimas de ataques con drones, despu¨¦s de que hace unas semanas permitiera la entrada a parte de la familia Rehman, procedente de Pakist¨¢n, para que pudieran explicar a los congresistas c¨®mo una incursi¨®n de aviones no tripulados de la CIA asesin¨® a la matriarca.
Al principio parec¨ªa que estaba dentro de una pel¨ªcula, llegu¨¦ a pensar que lo que estaba viviendo no era real"
Durante su estancia en Washington, Bin Ali se ha entrevistado con varios congresistas y con responsables del gabinete de algunos senadores, ha visitado el Departamento de Estado y tiene previsto reunirse con miembros del comit¨¦ de Servicios Jur¨ªdicos y Armados del Senado y con funcionarios de Inteligencia de EE UU. En sus encuentros, los legisladores le han transmitido ¡°su pesar y sus condolencias¡±, pero, de acuerdo con el ingeniero yemen¨ª, ¡°no tienen muy claro c¨®mo hacer para cambiar este tipo de pol¨ªtica o cu¨¢l sea la estrategia alternativa que deban adoptar en el futuro¡±.
Bin Ali tiene varias ideas al respecto que le gustar¨ªa compartir con el presidente Barack Obama, a quien ha solicitado poder ser recibido en la Casa Blanca. ¡°Le dir¨ªa que los m¨¦todos antiterroristas que est¨¢ usando son m¨¢s contraproducentes y da?inos que efectivos o beneficiosos¡±, se?ala. Perfectamente consciente de que es pr¨¢cticamente imposible que llegue a compartir sus ideas con el presidente, Bin Ali, sin embargo, tiene claro que la pol¨ªtica de ataques con drones que EE UU comenz¨® a emplear en Yemen en 2002 y que ha explotado la Administraci¨®n Obama no es eficaz.
¡°Los yemen¨ªes podr¨ªamos ser un activo muy importante en la lucha contra Al Qaeda porque la mayor¨ªa estamos ideol¨®gicamente en contra de la organizaci¨®n. Pero basar la lucha ¨²nicamente en la estrategia militar y en las batidas con aviones no tripulados, que matan a civiles inocentes, no est¨¢ haciendo ning¨²n bien ni a EE UU ni a Yemen¡±, advierte.
El ingeniero est¨¢ de acuerdo con aquellos que opinan que las incursiones con drones est¨¢n fomentado la radicalizaci¨®n de los j¨®venes de su pa¨ªs, favoreciendo su reclutamiento por parte de Al Qaeda y el surgimiento del odio hacia EE UU. ¡°El ataque a mi aldea es un ejemplo. Salim era un im¨¢n que cinco d¨ªas antes de su asesinato estaba predicando en contra de Al Qaeda. Ahora hay un hombre menos que ofrece sermones y alerta a la poblaci¨®n contra la agrupaci¨®n terrorista. ?Qui¨¦n gan¨® la batalla ese d¨ªa? Al Qaeda, desde luego, no EE UU¡±, se lamenta.
Basar la lucha ¨²nicamente en la estrategia militar y en las batidas con aviones no tripulados, que matan a civiles inocentes, no est¨¢ haciendo ning¨²n bien ni a EE UU ni a Yemen"
El ataque con aviones pilotados a distancia se ha convertido en la forma m¨¢s efectiva y menos vulnerable que ha encontrado EE UU para mermar a los miembros de esa organizaci¨®n. Desde su inicio en 2002, se han contabilizado 93 batidas, que se han cobrado la vida de entre 684 y 891, entre ellos, alrededor de 66 civiles, seg¨²n New American Foundation. Las operaciones con drones en Yemen est¨¢n dirigidas por la CIA y el Mando Conjunto de Operaciones Especiales de EE UU, pero se ejecutan en coordinaci¨®n con el Gobierno de Yemen y el de Arabia Saud¨ª.
Bin Ali es consciente de la connivencia de su pa¨ªs y tambi¨¦n ha tratado de exigir responsabilidades al r¨¦gimen de San¨¢. ¡°A las dos horas del ataque recib¨ª una llamada de un funcionario del Gobierno en la que se me aseguraba que ni Salim ni Waleed eran objetivos y que su muerte fue un error¡±, recuerda Bin Ali. ¡°Le pregunt¨¦ si el Gobierno iba a comenzar una investigaci¨®n sobre el asunto, pero me dijo que eso no estaba en su mano y que hab¨ªa que preguntar al presidente¡±. Desde entonces la familia Bin Ali ha tratado de que el gobernador de la regi¨®n o el jefe de Estado yemen¨ª se involucren en el caso. ¡°El gobernador ha estado receptivo y hemos tratado de obtener alg¨²n tipo de compensaci¨®n para las familias, pero hasta ahora solo hemos recibido promesas escritas en papeles, pero nada concreto, despu¨¦s de m¨¢s de un a?o¡±, explica.
Para Bin Ali la diferencia entre el Gobierno de Yemen y el de EE UU es que el primero s¨ª ha tratado de darles explicaciones sobre la muerte de sus familiares frente al silencio de Washington. Bin Ali, sin embargo, se lleva una impresi¨®n positiva de su viaje a este pa¨ªs. ¡°Me ha sorprendido lo receptivos que se han mostrado los estadounidenses en mi caso y en apoyarme. Y ¨¦ste es un mensaje que debo transmitir a la gente de mi pueblo, que EE UU no es s¨®lo un pa¨ªs que se dedica a matar a la gente con drones, sino que es una naci¨®n que comparte nuestras preocupaciones y nuestros miedos y que est¨¢ interesada por el futuro de nuestro pueblo¡±.
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