¡°Echo de menos a Kennedy¡±
Muchos ciudadanos acuden al cementerio de Arlington, lugar en el que descansa el mandatario asesinado, para honrar su memoria
Inspirador, motivador, gran l¨ªder. Son algunos de los muchos adjetivos que se han podido escuchar esta ma?ana en el cementerio de Arlington, lugar donde descansan los restos del presidente asesinado John Fitzgerald Kennedy en Virginia. Este 22 de noviembre de 2013, con motivo del 50 aniversario de su asesinato, muchos estadounidenses y algunos for¨¢neos - algunos j¨®venes y otros no tanto - han querido rendir su particular homenaje al exmandatario.
¡°Ten¨ªa ocho a?os cuando descubr¨ª a Kennedy; ten¨ªa que preparar un trabajo sobre ¨¦l para el colegio y le pregunt¨¦ a mi madre. Me cont¨® c¨®mo sucedi¨® la tragedia, lo que signific¨® su muerte¡±, explica Chris Krieg, de 35 a?os.
¡°Desde entonces para m¨ª, ¨¦l ha sido una inspiraci¨®n, como para todos los que hemos formado parte de la marina, para los que hemos dado la vida por este pa¨ªs. ?l fue el primer mandatario que habl¨® de derechos civiles y que hizo realidad el Programa Espacial, como la antesala para que Estados Unidos llegara a la luna unos a?os m¨¢s tarde. Yo soy cat¨®lico y el fue el primero en serlo en la Casa Blanca¡±, a?ade. ¡°Adem¨¢s, ¨¦l fue esperanza y sigue si¨¦ndolo¡±, contin¨²a este hombre mientras sujeta con una mano un ramo de rosas y con la otra sostiene un tapiz, hecho por el mismo, en el que est¨¢ grabada la famosa frase de Kennedy: ¡°No preguntes qu¨¦ puede hacer tu pa¨ªs por ti, sino qu¨¦ puedes hacer t¨² por tu pa¨ªs¡±.
El silencio, la emoci¨®n, los sollozos se han repetido a lo largo de la ma?ana a los pies de su tumba, lamentos que han quedado suavizados por la m¨²sica de jazz que llegaba desde la lejan¨ªa, en un d¨ªa triste y nublado a ratos. C¨¢mara en mano, Jay Reynolds, canadiense (de Ontario) de 42 a?os, llegaba al cementerio con emoci¨®n para explicarle a su hijo de 8 a?os lo que Kennedy significaba para EE UU.
¡°He venido hoy aqu¨ª porque hay que hacer justicia a alguien que fue el retrato del cambio. Para mostrarle a mi hijo d¨®nde reposa el alma de Kennedy. Cr¨ªmenes como el suyo o el ocurrido a Abraham Lincoln no pueden volver a suceder. No se puede perder a gente tan valiosa¡±, explica Reynolds, mientras acelerado se dirige hacia al mausoleo en el que el expresidente descansa junto a su mujer, Jackie, y otros miembros de la familia.
Llegado desde Brasil, Alessandro Giacomelli, de 30 a?os asegura que estar en el cementerio de Arlington ¡°un d¨ªa como hoy es un honor¡±. ¡°Poder expresar nuestros respetos a un l¨ªder como ¨¦l, es un privilegio. Todo est¨¢ en silencio. Es muy emocionante¡±. ¡°?l es un personaje hist¨®rico y universal; lo que hizo es la prueba de que lo seguir¨¢ siendo por mucho tiempo. El dio esperanza a muchos, entre ellos a los ciudadanos de Am¨¦rica Latina como yo, nos hizo sentirnos importantes en este pa¨ªs por primera vez¡±.
¡°El asesinato de Kennedy fue un momento tr¨¢gico, trascendental para la historia de Estados Unidos porque su s¨ªmbolo m¨¢s sobresaliente fue asesinado. Yo no lo viv¨ª, pero creo que se puede comparar con los atentados del 11S. Obviamente, no me refiero a la cantidad de muertos, sino a lo que signific¨® la destrucci¨®n de ambos s¨ªmbolos, unos s¨ªmbolos que defin¨ªan la naci¨®n. En ambos ataques, la libertad qued¨® da?ada¡±, explica Daniel Wankey, de 30 a?os, y que vive en Arlington. ¡°Yo imagino a Kennedy un poco como Obama, no desde el plano de la pol¨ªtica pero si desde el personaje, desde el carisma, desde la juventud¡±, termina.
Muchos colegios tambi¨¦n han aprovechado para acercarse al cementerio durante esta jornada. Alumnos desde los cinco a los trece a?os, acompa?ados de sus profesores y tutores, han respetado la solemnidad de este d¨ªa, de este momento, como cualquier adulto. ¡°Estoy conociendo ahora la historia de Kennedy, en el colegio¡±, dice, casi susurrando, Adam, de 10 a?os.
Mientras Adam empieza a conocer la historia, Wayne Linguist, originario de San Diego de 62 a?os, la vivi¨®. ¡°Recuerdo que me dijeron la triste noticia en el colegio y lo primero que hicimos todos fue escondernos debajo de los pupitres. Aunque reconozco que entonces para m¨ª no tuvo mayor impacto. Algo que recuerdo con mucha intensidad fueron los programas televisivos continuos sobre el asesinato y que aquel s¨¢bado no pusieron dibujos¡±.
¡°Cuando fui creciendo, fui adquiriendo mayor conocimiento sobre lo sucedido; sobre su papel en la crisis de los misiles de Cuba, sobre lo que significaba que fuera el primer presidente cat¨®lico, de su creencia que las cosas se pod¨ªan hacer de otra manera; el puso la primera piedra para el cambio y por eso hoy estoy aqu¨ª, porque fue un gran l¨ªder que cre¨ªa en la pura democracia¡±, a?ade Linguist.
La lluvia comienza a caer sobre los parajes del cementerio de Arlington pero nadie lo abandona. Los llantos han dejado paso a los rezos frente a la llama perpetua que preside las tumbas de los Kennedy. Krista Kniker, de 54 a?os, ten¨ªa tres y medio cuando el mandatario fue asesinado, ¡°pero tengo im¨¢genes de lo guapo que era, del glamour que expresaba toda su familia, de mis padres llorando frente al televisor, sin saber yo por qu¨¦¡±.
¡°Gracias a ¨¦l, y como muchos de mis compatriotas, decid¨ª formarme y dedicarme a la pol¨ªtica -en el ¨¢mbito local-, ¨¦l inspir¨® al mundo y sigue haci¨¦ndolo. Echo de menos a Kennedy, a lo que representa¡±, dice esta mujer, entre l¨¢grimas, mientras asegura que posee m¨¢s de 300 libros y 1.000 art¨ªculos sobre el presidente asesinado; demostrando que muchas veces es d¨ªficil diferenciar entre la admiraci¨®n y la devoci¨®n. Como se puede observar en este d¨ªa, la muerte de Kennedy, se haya sido testigo o no, no dej¨®, ni deja, a nadie indiferente en EE UU.
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