No a cualquier precio
Los iran¨ªes quieren el fin de las sanciones para salir del agujero econ¨®mico, pero apoyan el programa nuclear y no quieren hacer concesiones humillantes
Por segunda vez en menos de dos semanas, muchos iran¨ªes han pasado el fin de semana pegados al televisor, pendientes de las noticias que llegaban de Ginebra. Para ellos no se trata de un mero asunto de pol¨ªtica internacional. Del acuerdo alcanzado depende en buena medida que su pa¨ªs salga del agujero econ¨®mico en el que le han sumido las sanciones. Ahora bien, imbuidos de un acusado nacionalismo, incluso los m¨¢s cr¨ªticos con el r¨¦gimen isl¨¢mico desaprueban hacer concesiones humillantes para recuperar el lugar al que creen tener derecho en el mundo.
¡°Los iran¨ªes estamos muy contentos; el ambiente es como cuando nuestra selecci¨®n se clasific¨® para el Mundial¡±, afirma Armin Arefi en su cuenta de Twitter. Sus palabras daban una idea de de las expectativas que ha generado la negociaci¨®n.
Durante los dos ¨²ltimos a?os, que corresponden con el reforzamiento de las sanciones financieras y al petr¨®leo, la inflaci¨®n ha alcanzado un vertiginoso 40%, pero alcanza el 60% en bebidas y alimentos. Productos b¨¢sicos como el arroz, el aceite y el pollo se han convertido en productos de lujo para buena parte de la poblaci¨®n.
Al mismo tiempo, la par¨¢lisis econ¨®mica a que lleva el no poder hacer ni recibir transferencias bancarias y el rechazo a hacer negocios de las empresas extranjeras ha repercutido en un nivel de desempleo que ya era alto. El pasado agosto, el nuevo ministro de Econom¨ªa, Ali Tayyebnia, reconoci¨® que 3,5 millones de los casi 80 millones de iran¨ªes estaban en paro. Eso supone un 11,2% de la poblaci¨®n activa, pero a nadie se le escapa que las cifras reales son mayores, ya que hay muchos j¨®venes que siguen estudiando por falta de trabajo y, sobre todo, mucho subempleo.
Ir¨¢n, con las segundas mayores reservas de gas y las cuartas de petr¨®leo, debiera de ser una superpotencia energ¨¦tica a la par con sus vecinos ¨¢rabes del otro lado del golfo P¨¦rsico. Sin embargo, el aislamiento internacional ha dejado obsoletas sus instalaciones extractivas y de procesamiento de los hidrocarburos. Adem¨¢s, desde principios de 2012, las sanciones han reducido sus exportaciones de crudo el 60%, con la consiguiente disminuci¨®n de ingresos. Frente a los 250 millones de d¨®lares diarios que le reportaba esa venta hace dos a?os, hoy apenas obtiene 100 millones.
Aunque algunas sanciones preceden al conflicto por su controvertido programa nuclear y la mala gesti¨®n de sus gobernantes tambi¨¦n es responsable de parte del desaguisado econ¨®mico, las represalias financieras de los dos ¨²ltimos a?os han sido la puntilla. El 85% de los iran¨ªes entrevistados en una reciente encuesta de Gallup admit¨ªan que las sanciones les hab¨ªan afectado en su vida y un 50% incluso dec¨ªan que les hab¨ªan afectado mucho. No obstante, dos de cada tres defend¨ªan que su pa¨ªs debe mantener su programa nuclear.
¡°Este mayor apoyo a pesar de la presi¨®n internacional subraya el peso del nacionalismo iran¨ª en el enfrentamiento nuclear con Occidente¡±, interpretaba Jay Loschky, uno de los analistas de Gallup.
En efecto, el orgullo nacional transciende diferencias pol¨ªticas y m¨¢s all¨¢ de la actitud que cada cual mantenga hacia el sistema isl¨¢mico, los iran¨ªes comparten la sensaci¨®n de que han sido hist¨®ricamente maltratados por Occidente, primero por las potencias coloniales (Reino Unido y Rusia) y m¨¢s adelante por Estados Unidos, cuyo papel en el golpe de Estado contra Mossadegh en 1953 precede al desencuentro de la revoluci¨®n de 1979.
Con ese trasfondo, y la campa?a de propaganda llevada a cabo durante los dos mandatos de Mahmud Ahmadineyad, la mayor¨ªa ve como no s¨®lo discriminatorio sino hip¨®crita que no se les permita desarrollar un programa nuclear civil cuando sus vecinos India, Pakist¨¢n e Israel tienen ya bombas at¨®micas. Aunque el apoyo a la eventual fabricaci¨®n de armas decrece, la encuesta citada revela que un significativo 34% apoya este extremo.
En conversaciones mantenidas con iran¨ªes a lo largo de los a?os, esta corresponsal ha tenido la impresi¨®n de que en la medida en que se alargaba el proceso negociador (en buena medida por las obstrucciones del anterior Gobierno) y avanzaba el programa, aumentaba el apoyo popular hacia ese empe?o. De ah¨ª la importancia de que el acuerdo tenga en consideraci¨®n esa sensibilidad y no sea percibido como una total anulaci¨®n del proyecto. Otra cosa ser¨ªa condenar al fracaso su puesta en pr¨¢ctica, a pesar de, o precisamente por, todas las dificultades que los iran¨ªes han sufrido para lograrlo.
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