El voto del laborismo desencantado ser¨¢ determinante para la secesi¨®n de Escocia
Casi todo el voto indeciso es de obreros que raramente votar¨¢n por los conservadores y desconf¨ªan de los liberales-dem¨®cratas
El refer¨¦ndum sobre la independencia de Escocia del 18 de septiembre de 2014 puede decidirse en lugares como Clydebank, en tiempos gran centro industrial de las afueras de Glasgow y hoy en d¨ªa una moribunda poblaci¨®n cuyos habitantes no saben muy bien qu¨¦ es peor, si el actual declive o la aventura de meterse en territorios a¨²n por explorar separ¨¢ndose de Reino Unido. Forman parte de esa gran bolsa de indecisos que pueden darle la vuelta a las encuestas y dar el triunfo a los independentistas del SNP (siglas en ingl¨¦s del Partido Nacional Escoc¨¦s),
Cuando el martes pasado el ministro principal escoc¨¦s y l¨ªder del SNP, Alex Salmond, present¨® al mundo su manual de 649 p¨¢ginas (m¨¢s 18 de introducci¨®n) detallando el camino a seguir para que Escocia se convierta en un pa¨ªs independiente, ten¨ªa un ojo puesto en gentes como las que viven en Clydebank.
Son sobre todo votantes laboristas de toda la vida que se sienten decepcionados tras la larga etapa centrista de Tony Blair y el Nuevo Laborismo. Gente obrera que dif¨ªcilmente votar¨ªa por el Partido Conservador, que no se f¨ªa de los liberales-dem¨®cratas y que se siente cada vez m¨¢s identificada con el SNP, sobre todo a la hora de votar en las elecciones al Parlamento de Escocia.
Es gente que se siente muy escocesa pero tambi¨¦n brit¨¢nica, quiz¨¢s porque su bienestar material ha dependido sobre todo de la gran industria, como los astilleros. Gente que ha perdido el bienestar de tiempos pasados y que ahora puede verse tentada a apoyar la aventura de la independencia para intentar encontrar un camino mejor.
A sabiendas de que el argumento econ¨®mico es la clave del refer¨¦ndum, Salmond ha huido de la ret¨®rica nacionalista, ha dado por resueltos los temas m¨¢s espinosos ¨Ccomo la pertenencia a la UE y la OTAN, la moneda, los controles fronterizos¨C y se ha concentrado en la econom¨ªa, haciendo promesas m¨¢s propias de un programa electoral que de un cat¨¢logo sobre c¨®mo llegar a la independencia. Lo importante para ¨¦l es que los escoceses no vean la independencia como un problema, sino como una oportunidad.
Una oportunidad para lugares como Clydebank, una poblaci¨®n de 29.000 habitantes (45.000 incluyendo los alrededores) en la periferia noroeste de Glasgow, a orillas del r¨ªo Clyve, que empez¨® a formarse en 1870, cuando los astilleros de la gran capital econ¨®mica de Escocia empezaron a quedarse peque?os y a expandirse r¨ªo abajo.
Ahora, de aquella ¨¦poca dorada queda muy poco. Lo m¨¢s llamativo, la gran gr¨²a Tit¨¢n, construida en 1907 y restaurada un siglo despu¨¦s para convertirla en atracci¨®n tur¨ªstica porque ya no hay barcos que construir. Aqu¨ª hab¨ªa astilleros gigantes como John Brown & Co y de aqu¨ª salieron buques tan famosos como el RMS Lusitania, botado en 1907 y durante un tiempo el mayor barco del mundo, hundido por un submarino alem¨¢n en 1915, al principio de la I Guerra Mundial. O el Queen Mary (1934), el Queen Elizabeth (1938) y el Queen Elizabeth 2 (1967), que la ciudad esperaba ver amarrado para siempre en la ribera del Clyde cuando fue retirado de servicio pero la empresa propietaria lo acab¨® vendiendo a Dubai como hotel flotante.
En los buenos tiempos estaba Singer, el gran fabricante estadounidense de m¨¢quinas de coser que lleg¨® a emplear a 11.000 trabajadores en Clydebank. La importancia que llegaron a tener Singer y los astilleros fue tal que formaban parte del escudo de armas que el burgo de Clydebank adopt¨® de forma oficiosa en 1892.
Un escudo de armas que a¨²n se puede ver en las ruinas de un viejo pabell¨®n industrial justo detr¨¢s del vetusto edificio del ayuntamiento. Y, en una esquina, una gran placa con los nombres de los ca¨ªdos en las dos guerras mundiales: un millar en la primera, en torno a un centenar en la segunda, aunque la ciudad fue bombardeada por la aviaci¨®n alemana para destruir su industria.
Hoy, la calle mayor de Clydebank es el fiel reflejo de su decadencia. All¨ª est¨¢ el inevitable centro de acogida del Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n. Un supermercado de congelados Iceland cuyo gran tama?o contrasta con la ¨²nica tienda de alimentos frescos que salta a la vista: una min¨²scula carnicer¨ªa y pescader¨ªa al mismo tiempo. Hay hasta tres casas de empe?os, una tienda de productos de segunda mano de la British Heart Foundation, el popular horno de empanadas Greggs, las inevitables casas de apuestas, unos tristones grandes almacenes formado por paradas de mercadillo, una de las varias cooperativas que hay en el pueblo, tres oficinas bancarias¡ Y al final, en la esquina, antes de llegar al canal Forth-Clydebank por el que en tiempos circulaba la riqueza en forma de pasajeros y mercanc¨ªas, est¨¢ el ¡°Caf¨¦ Roma, Restaurante, Grill, Pizzeria¡± con el que el pueblo se da un ba?o de cosmopolitismo. Al otro lado del canal se levanta un centro comercial algo m¨¢s moderno, como insinuando que los buenos tiempos a¨²n pueden volver.
En Clydebank, un piso de dos habitaciones cuesta una media de 83.000 libras (100.000 euros), entre tres y cuatro veces menos que en los barrios modestos de Londres y veinte veces menos que en el centro de la capital. En la ciudad que en los a?os 50 recib¨ªa a la glamurosa actriz de Hollywood Dorothy Lamour y se ha honrado varias veces con la visita de la reina Isabel, ahora las cosas van ¡°mal¡±, seg¨²n explica Katy, una mujer de 60 a?os que recuerda con melancol¨ªa los viejos buenos tiempos.
?Qu¨¦ votar¨¢ Katy en el refer¨¦ndum? ¡°Todav¨ªa no lo he decidido¡±, confiesa. A ella, lo que le preocupa es la econom¨ªa. ¡°No estoy muy segura de que tengamos el dinero para pagar las ayudas a los ni?os y todo eso¡±, dice, en referencia a una de las promesas m¨¢s llamativas lanzadas el martes por Alex Salmond. ¡°?De d¨®nde va a salir el dinero?¡±, insiste Katy, y a?ade que si supiera que no va a haber problemas de dinero ¡°votar¨ªa por la independencia, eso seguro, porque soy escocesa¡±.
¡°El argumento econ¨®mico est¨¢ claramente de nuestro lado¡±, explica Anas Sarwar, de 30 a?os y desde 2010 diputado laborista por Glasgow Central. Es hijo de Mohammad Sarwar, que en 1997 se convirti¨® en el primer musulm¨¢n en llegar a Westminster y en agosto renunci¨® a la ciudadan¨ªa brit¨¢nica para convertirse en gobernador de Punjab, en su Paquist¨¢n natal.
Sarwar, n¨²mero dos del laborismo escoc¨¦s, encabeza en Glasgow la campa?a del no a la independencia, una plataforma abierta a diversas opciones pol¨ªticas bajo el lema ¡°Mejor juntos¡±. No cree que la desafecci¨®n de una parte del laborismo se vaya a convertir en granero de votos por la independencia. ¡°Es importante tener en cuenta que hay m¨¢s gente del SNP que va a votar no en el refer¨¦ndum que laboristas que van a votar s¨ª a la independencia. Y eso lo que demuestra es que estamos ganando el debate econ¨®mico porque la gente no cree que las cosas vayan a ir mejor si dejamos Reino Unido. Los grandes logros del laborismo, como el NHS [el sistema p¨²blico de sanidad], no se hicieron pensando en Escocia o solo para Escocia. Se hicieron pensando en todo Reino Unido¡±, asegura.
El joven diputado pas¨® un mal trago en octubre, cuando acudi¨® a Clydebank para participar en un debate organizado por los sindicatos bajo el ep¨ªgrafe ¡°?Deber¨ªa la clase obrera apoyar la independencia?¡±. Los asistentes m¨¢s radicales boicotearon con broncas constantes a quienes, como Sarwar, se pronunciaban a favor de la uni¨®n y en contra de la independencia. ¡°Lo que pas¨® en Clydebank no es representativo de lo que piensan los laboristas¡±, puntualiza el diputado.
Pero algunos votantes laboristas de toda la vida s¨ª piensan apoyar la independencia. Como John Holden, de 67 a?os, que trabajaba regulando el tr¨¢fico frente a una escuela y que reniega de los ingleses ¡°porque han acabado con la industria aqu¨ª¡±. ¡°Por m¨ª se pueden ir¡±, asegura. ¡°Con la independencia las cosas ir¨¢n mucho mejor porque tendremos el petr¨®leo y podremos reavivar la industria¡±, dice. Pero admite que la independencia no tiene muchas posibilidades de ganar: ¡°No parece. Est¨¢ un poco chungo de momento¡ Mitad y mitad¡¡±. ¡°Yo siempre he votado laborista. Casi siempre. Y nunca he votado tory. Nunca jam¨¢s¡±, deja caer al despedirse.
No todos tienen las cosas tan claras. ¡°No estoy muy segura si votar de una forma o de otra. Hasta septiembre no decidir¨¦ qu¨¦ voy a hacer. Lo ¨²nico seguro es que votar¨¦¡±, reconoce Jean, de 84 a?os, ?Qu¨¦ necesita para decidirse? ¡°Realmente no lo s¨¦¡±, se r¨ªe.
Liam, de 29 a?os, est¨¢ eligiendo lo que parece un anillo de compromiso frente al escaparate de una joyer¨ªa. ?l s¨ª sabe lo que har¨¢. ¡°De momento estoy en el campo del no porque creo que estaremos mejor si nos quedamos en la uni¨®n. Aunque hay aspectos de la independencia que me atraen, como el no tener submarinos nucleares¡±. ?Significa eso que a¨²n puede cambiar su voto? ¡°Votar¨¦ no¡±, sentencia.
John, de 57 a?os, cartero desempleado ¡°desde hace solo un a?o¡±, piensa lo mismo. ¡°Estoy en contra de la independencia porque no creo que sea lo mejor para nosotros. Incluso si fuera econ¨®micamente viable no s¨¦ si ser¨ªa mejor o no. Estoy bastante conforme con que las cosas sigan como est¨¢n ahora.
A Moira y Sophie, de 18 a?os, el refer¨¦ndum no les interesa. ¡°No voy a votar. No me importa¡±, dice Moira. ¡°Yo tampoco. No le veo sentido a la independencia¡±, se suma Sophie. Pero, si tiene opini¨®n, ?por qu¨¦ no vota? ¡°No lo s¨¦¡¡±, reconoce. Alex Salmond se empe?¨® en conseguir que voten los mayores de 16 a?os, pero las encuestas dicen que a los j¨®venes no les interesa ni el refer¨¦ndum ni la independencia. Como a Moira y Sophie¡
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