Ondas de choque con epicentro en Ir¨¢n
Teher¨¢n sabe que su sue?o de liderazgo solo puede cumplirse con un pacto con EE UU, lo que m¨¢s inquieta a sus vecinos
El acuerdo firmado en Ginebra sobre el programa nuclear iran¨ª se basa fundamentalmente en la necesidad. Ir¨¢n necesita imperiosamente librarse de las sanciones que oprimen su econom¨ªa, poniendo en peligro su pieza m¨¢s valiosa: el mantenimiento del r¨¦gimen de velayat-e faqih. Ahora cuenta no solo con respirar con m¨¢s tranquilidad en el interior, sino tambi¨¦n en el exterior, con el firme prop¨®sito de consolidar su liderazgo regional. Por su parte, Estados Unidos (verdadero fact¨®tum del acuerdo) tambi¨¦n necesita liberarse de la pesada carga que supone Oriente Medio para reafirmar su condici¨®n de hegem¨®n mundial. Aprovechando la buena nueva de su inmensa riqueza energ¨¦tica (gas de esquisto), que lo hace menos dependiente de la regi¨®n, y crecientemente inquieto por la pujanza china y el retorno de Mosc¨² a la escena internacional, Washington precisa recobrar fuerzas para dedicarlas a esos frentes.
No es precisamente confianza lo que sobra entre quienes han mostrado su mutua animadversi¨®n de m¨²ltiples formas. Aunque ambas partes parecen sinceramente comprometidas para lograr un acuerdo global- que apunta a una nueva versi¨®n estadounidense del tradicional balance de poder regional, yendo mucho m¨¢s all¨¢ de la cuesti¨®n nuclear-, es previsible que surjan numerosos obst¨¢culos- empezando por el rechazo iran¨ª a la versi¨®n que Washington ha difundido del texto. A la espera de que, como acaba de anunciar Teher¨¢n, a finales de diciembre comience a implementarse lo acordado, ya el pr¨®ximo d¨ªa 8 se podr¨¢ calibrar la voluntad de transparencia del r¨¦gimen, abriendo las puertas de Arak a la AIEA por primera vez desde agosto de 2011. De este modo habr¨¢ ocasi¨®n de ir avanzando paso a paso para comprobar si Ir¨¢n cumple lo pactado- desde el paralizaci¨®n (no eliminaci¨®n) de su capacidad de enriquecimiento a la apertura total de Natanz y Fordo- y, en consecuencia, para ir levantando las restricciones financieras y comerciales acumuladas en las cuatro rondas de sanciones impuestas desde 2006.
Es Ir¨¢n, con diferencia, quien est¨¢ ahora mismo m¨¢s interesado en cumplir su parte del trato, consciente de que es el ¨²nico medio para reactivar su econom¨ªa y aliviar la cr¨ªtica presi¨®n social que sufre el r¨¦gimen. Pero tambi¨¦n porque sabe que es el mejor camino para preservar su programa nuclear (que ha sabido utilizar hasta aqu¨ª como una poderosa baza de negociaci¨®n, evitando su desmantelamiento y dejando abierta la posibilidad de volver a la senda proliferadora si todo lo acordado fracasa) y, sobre todo, porque sabe tambi¨¦n que su sue?o de liderazgo solo puede cumplirse a partir de un entendimiento con EE UU.
Es ese precisamente el factor que, sin que nada haya ocurrido en la pr¨¢ctica, m¨¢s inquieta a muchos vecinos. Las ondas de choque que activa el pacto ginebrino no son nada comparadas con las que puede suponer un acuerdo global (previsto inicialmente para dentro de unos 18 meses). Si eso se concreta, Ir¨¢n habr¨¢ dejado de ser un paria internacional para convertirse en un motor de transformaci¨®n de un statu quo que muchos temen que termine por inclinar la balanza a su favor. Las ondas de choque llegan hasta Turqu¨ªa, que acaba de invitar al presidente iran¨ª, en un intento de acomodarse a un actor en auge con el que comparte el inter¨¦s por controlar las tentaciones kurdas, pero del que le separa la posici¨®n sobre Siria. Por su parte, son Arabia Saud¨ª e Israel los que se sienten m¨¢s impactados, porque tanto con capacidad nuclear como sin ella interpretan que la normalizaci¨®n iran¨ª es la prueba definitiva de su p¨¦rdida de influencia en Washington, sin que tengan un posible nuevo patr¨®n a mano.
Pero el efecto de las ondas, adem¨¢s de confirmar el peso iran¨ª en Irak, llega tambi¨¦n a Afganist¨¢n, por un lado, y a L¨ªbano, por otro. En el primer caso, porque Teher¨¢n se convierte en un actor principal en la etapa post-Karzai gracias a sus v¨ªnculos con los talib¨¢n. En L¨ªbano, porque cabe imaginar que procurar¨¢ lograr el compromiso estadounidense para que Hezbol¨¢ sea aceptado como un actor pol¨ªtico pleno (ahora es un grupo terrorista). Y en esas estamos.
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Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH).
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