El desencanto nutre a los radicales
La calle est¨¢ dominada por j¨®venes nacionalistas de derechas que quieren el cambio aqu¨ª y ahora En el movimiento de protesta faltan l¨ªderes que garanticen que no habr¨¢ violencia
La concentraci¨®n de ciudadanos ilusionados que reclamaban la integraci¨®n de Ucrania en la UE, el euromaid¨¢n, se metamorfosea de forma inquietante a resultas de la violencia que ha estallado en Kiev. Ahora, cuando las columnas de humo procedentes de los gases lacrim¨®genos y los petardos se elevan frente a la administraci¨®n presidencial, no es el momento para vaticinar las consecuencias geopol¨ªticas de la lucha callejera por las instituciones del Estado. Pero se pueden apuntar algunos problemas que afectan a la estabilidad de Ucrania y por extensi¨®n a la estabilidad de Europa.
Los enfrentamientos evidencian que en Ucrania faltan l¨ªderes carism¨¢ticos capaces de garantizar que no se producir¨¢ una deriva violenta. En 2004, durante la Revoluci¨®n Naranja, el presidente saliente Leonid Kuchma, por una parte, y sus oponentes, V¨ªctor Y¨²shenko y Yulia Timoshenko, se insultaron, se enga?aron y se propinaron golpes bajos, pero fueron siempre conscientes de que deb¨ªan evitar el derramamiento de sangre. Es m¨¢s, entre maid¨¢n y maid¨¢n, Timoshenko tomaba el pulso a las fuerzas de seguridad e hizo de lanzadera para mantener los contactos entre unos y otros.
El maid¨¢n de 2004 atra¨ªa a la gente con un mensaje de esperanza, que se resum¨ªa en el deseo de democratizar Ucrania y de acabar con la corrupci¨®n. El cambio lleg¨®, pero el equipo naranja, con sus luchas internas y sus propias corruptelas, decepcion¨® a los ucranios. El resultado en las presidenciales de 2010 fue la victoria de Yanuk¨®vich, el gran derrotado de 2004.
Yanuk¨®vich, un duro que hizo carrera en la regi¨®n minera de Donetsk, ha tra¨ªdo consigo un mayor nivel de codicia y corrupci¨®n que sus predecesores. Lo dicen abiertamente los l¨ªderes de la oposici¨®n y lo confirman en privado fuentes del partido de las Regiones. Dado que las prebendas del Estado estaban ya repartidas, la familia en el poder ha tenido que explotar un poco m¨¢s a las peque?as y medianas empresas que hoy est¨¢n ahogadas por los impuestos y por los extorsionadores que reclaman mordidas para solucionar gestiones. Los ucranios est¨¢n hartos en el oeste y en el este. La diferencia entre unos y otros es que los del oeste tienen m¨¢s voluntad de lucha y m¨¢s ilusi¨®n sobre la posibilidad de cambio, vinculada a Europa, mientras los del este se han quedado desamparados, en las minas, la metalurgia y la industria pesada, que benefician a los clanes vinculados a los Yanuk¨®vich. Los del este son m¨¢s conscientes de que la voluntad de lucha puede tener penosas consecuencias. En Donetsk, se?alan, est¨¢ encarcelado el l¨ªder del movimiento popular de protesta contra unas obras urbanas vinculadas a las empresas del hijo del presidente, el dentista Alexandr Y¨¢nukovich, uno de los hombres m¨¢s ricos de Ucrania, conocido tambi¨¦n por Alexandr el Estomat¨®logo.
En 2004 la alternativa a Leonid Kuchma no ten¨ªa ni el radicalismo ni el nacionalismo que se est¨¢ apoderando de la alternativa a Yanuk¨®vich hoy. La calle est¨¢ cada vez m¨¢s dominada por grupos extremistas, j¨®venes nacionalistas de derechas que quieren el cambio aqu¨ª y ahora y sienten alergia por los procedimientos democr¨¢ticos devaluados. Estos j¨®venes extremistas se sienten enardecidos por el apoyo que Europa presta a Ucrania y ¡ªen parte¡ª fluct¨²an en torno al partido Svoboda (Libertad), que dirige Oleg Tiagnibok, uno de los tres l¨ªderes de la oposici¨®n.
Libertad ha moderado su lenguaje tras entrar en el Parlamento en 2012, aunque sigue coqueteando con el concepto de ucranio ¨¦tnico y con otras ideas conservadoras, algunas de las cuales tienen mal encaje en una Europa tolerante y abierta. Este domingo Tiagnibok y los otros dos l¨ªderes de la oposici¨®n, el campe¨®n de boxeo Vitali Klichk¨® y el exjefe de la Rada Arseni Yaseniuk, exhortaron a los manifestantes que asaltaban la administraci¨®n presidencial a volver a la plaza de la Independencia. Pero a diferencia de 2004, no sabemos si los manifestantes les oir¨¢n y tampoco sabemos si Yanuk¨®vich proceder¨¢ con el sentido com¨²n que finalmente mostr¨® Leonid Kuchma.
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