Imposible olvidar Sabra y Chatila
Human Rights Watch lamenta que el exministro de Defensa no haya comparecido ante la Justicia El escritor israel¨ª Amos Oz le compar¨® con el asesino en serie de un condado de Inglaterra
Un grupo de mujeres aterrorizadas logr¨®, el 16 de septiembre de 1982, escaparse del campamento de refugiados de Chatila y llegar hasta unos militares israel¨ªes apostados a tan solo cientos de metros del lugar donde se estaba perpetrando la mayor matanza de civiles palestinos de la historia. Les suplicaron que la parasen, pero no lo hicieron. Cuando acab¨® la matanza, en la madrugada del 18, se contabilizaron m¨¢s de 2.000 muertos.
¡°El jueves [16 de septiembre] por la noche vimos llegar a nuestro puesto mujeres palestinas del campamento de Chatila¡±, confirm¨® un militar israel¨ª al diario Haaretz de Tel Aviv. ¡°Con gritos hist¨¦ricos nos dijeron que los falangistas [milicia cristiana] recorr¨ªan las calles matando a ni?os y obligando a los hombres a subirse a camiones¡±, prosigui¨®. ¡°Inform¨¦ a mis oficiales, pero me contestaron: ¡®Todo va bien; no temas nada¡±.
Probablemente no hubiese sido ni siquiera necesario escuchar a las mujeres para tomar conciencia de la tragedia en curso. En la azotea del edificio que albergaba la Embajada de Kuwait en Beirut hab¨ªa un puesto de observaci¨®n israel¨ª, desde donde se dominaban los campamentos, que este corresponsal vio. Parte de la matanza se perpetr¨® de noche, pero los asaltantes alumbraron Sabra y Chatila con bengalas.
A finales de agosto de 1982, el Ej¨¦rcito israel¨ª ¡ªa las ¨®rdenes de Ariel Sharon, ministro de Defensa¡ª hab¨ªa logrado, tras dos meses de cerco, expulsar de Beirut a la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) y conquistar, por primera vez, una capital ¨¢rabe. En su guerra contra los palestinos cont¨® con la ayuda de las milicias cristianas, especialmente de las Fuerzas Libanesas, tambi¨¦n llamadas falangistas.
La oleada de indignaci¨®n que suscit¨® la matanza, dentro y fuera de Israel, oblig¨® a las autoridades israel¨ªes, a poner en pie una comisi¨®n, presidida por el presidente del Tribunal Supremo, Isaac Kahan, para averiguar qui¨¦n fue el responsable. ¡°Es imposible justificar la ignorancia del peligro [que supon¨ªa la entrada de los falangistas en los campamentos] por parte del ministro de Defensa¡±, recalca la comisi¨®n Kahan en sus conclusiones, el 8 de febrero de 1983. Es ¡°responsable de no haber dado las ¨®rdenes oportunas para reducir los riesgos que conllevaba la intervenci¨®n de los falangistas¡±. ¡°El ministro de Defensa no ha cumplido con su deber¡± y ¡°debe ¨¦l mismo extraer las consecuencias de sus errores¡±.
Sharon dimiti¨® entonces, pero, como lament¨® la prestigiosa ONG norteamericana Human Rights Watch el d¨ªa de su muerte, nunca rindi¨® cuentas ante la justicia, israel¨ª o internacional. Regres¨® incluso en 2001 al Ejecutivo por la puerta grande: fue nombrado primer ministro.
El periodista israel¨ª Amnon Kapeliouk, autor del libro Sabra y Chatila, investigaci¨®n sobre una matanza, subray¨® las insuficiencias de la labor de la comisi¨®n Kahan. M¨¢s a¨²n que sus art¨ªculos minuciosos una frase del escritor israel¨ª Amos Oz desmont¨® los argumentos que Sharon emple¨® para defenderse: ¡°Aquel que invita al destripador de Yorkshire a pasar dos noches en un orfanato de ni?as no puede despu¨¦s pretender, al ver los cad¨¢veres amontonados, que hab¨ªa acordado con ¨¦l que solo lavar¨ªa las cabezas de las muchachas¡±.
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