Las mujeres afganas buscan el velo virtual de internet en medio de amenazas
Una empresa de software dise?a una plataforma que permite a las mujeres crear contenidos desde casa que eviten la censura
En una calle polovorienta y sin asfaltar pr¨®xima a la Universidad de Kabul, la empresa de software de Roya Mahboob est¨¢ dise?ando una plataforma de Internet que permita a las afganas crear contenidos desde su casa aunque los militantes talibanes recuperen el poder y cercenen sus derechos.
¡°Me vuelvo m¨¢s invisible en la sociedad¡± al mismo tiempo que ¡°me vuelvo m¨¢s visible¡± en Internet, dice Mahboob, de 26 a?os, graduada en inform¨¢tica por la Universidad de Herat, sobre su m¨¦todo para superar la oposici¨®n que encuentra en un pa¨ªs que puede sufrir un gran vuelco cuando se vayan las tropas internacionales a finales de este a?o.
Refugiarse tras el velo electr¨®nico de internet no es posible para Zarghuna Sherzad, de 46 a?os, socia en Jahan Guldozi, una f¨¢brica de bordados que da trabajo a 20 mujeres a unos 5 kil¨®metros de la oficina de Mahboob en Kabul.
¡°Crec¨ª en un pa¨ªs en guerra, y he vivido tiempos muy dif¨ªciles¡±, asegura a trav¨¦s de un int¨¦rprete en su f¨¢brica, mientras recuerda que, cuando los talibanes gobernaban Afganist¨¢n, antes de que Estados Unidos invadiera el pa¨ªs en 2001, sufri¨® palizas por llevar sandalias que dejaban ver los pies. ¡°No dejo de rezar para que no se repita ese r¨¦gimen¡±.
Mujeres como Mahboob y Sherzad corren peligro de perder las libertades que han obtenido desde que Estados Unidos y sus aliados derrocaron a los talibanes, que apelaban a su interpretaci¨®n fundamentalista del Cor¨¢n para prohibir que las ni?as fueran a la escuela y las mujeres salieran de casa. Los derechos adquiridos ya est¨¢n sufriendo amenazas ahora que las fuerzas de combate internacionales se disponen a abandonar el pa¨ªs a finales de este a?o.
El precio de la inseguridad
¡°Es posible que aumente la inseguridad en las provincias, y eso podr¨ªa limitar la libertad de las mujeres, en especial su capacidad de participar en la pol¨ªtica local y de mantener una actividad econ¨®mica¡±, dice Nilofar Sakhi, directora ejecutiva del Centro Internacional para el Desarrollo Econ¨®mico de las Mujeres Afganas en la Universidad Americana de Afganist¨¢n.
En los ¨²ltimos 10 a?os, las mujeres afganas han adquirido derechos y protecciones legales. Hoy constituyen el 27% del parlamento nacional y han empezado a incorporarse a la polic¨ªa. Un decreto firmado por el presidente Hamid Karzai en 2009 fue el primer documento que calificaba la violaci¨®n como delito y prohib¨ªa la violencia contra las mujeres, el matrimonio de menores, el matrimonio forzoso y la negaci¨®n del derecho a educarse y trabajar.
Son avances poco asentados, seg¨²n un informe presentado en octubre por el think-tank de Bruselas International Crisis Group, ¡°Women and Conflict in Afghanistan¡±. El decreto de Karzai no ha sido a¨²n ratificado por el Parlamento, donde los delegados conservadores lo han tachado de anti-isl¨¢mico. La nueva ley electoral exige que se reduzca la cuota de mujeres parlamentarias, del 25% actual al 20%.
La oposici¨®n talib¨¢n
Desde que las Fuerzas Nacionales de Seguridad afganas tomaron el relevo de Estados Unidos y otras fuerzas extranjeras a mediados del a?o pasado, ¡°las amenazas de los insurgentes contra las mujeres han aumentado¡±, seg¨²n el grupo de Bruselas. Los derechos de las mujeres ¡°est¨¢n siendo adem¨¢s atacados por los antiguos se?ores de la guerra, que hoy manejan los hilos del poder dentro y fuera del gobierno¡±.
Aunque algunos candidatos presidenciales han manifestado su defensa de los derechos de las mujeres, los talibanes han dicho que, si vuelven al gobierno o comparten el poder, prohibir¨¢n que las mujeres lleven ropa occidental y que las ni?as est¨¦n en las mismas aulas que los ni?os.
¡°Hace mucha falta un cambio en la constituci¨®n afgana actual para que las mujeres afganas tengan menos derechos¡±, ha dicho Zabihullah Mujahed, un portavoz talib¨¢n, en una entrevista telef¨®nica.
Las mujeres que desempe?an funciones p¨²blicas sufren cada vez m¨¢s ataques. El 2 de enero, en la ciudad de Herat, al oeste del pa¨ªs, dos pistoleros que iban en moto asesinaron a Yalda Waziri, de 25 a?os, que trabajaba para la administraci¨®n local, seg¨²n la BBC. En esa misma provincia, tambi¨¦n seg¨²n la BBC, la teniente Negar, una polic¨ªa de 38 a?os que, como muchos afganos, no ten¨ªa m¨¢s que un solo nombre, muri¨® tiroteada en septiembre, pocos meses despu¨¦s de que su predecesora muriera de la misma forma.
Peque?as empresas
¡°Existen verdaderos temores a perder los avances conseguidos¡±, dice Afshan Khan, directora ejecutiva de Women for Women International, un grupo sin ¨¢nimo de lucro, con sede en Washington, que ayuda a mujeres a reconstruir sus vidas en pa¨ªses deshechos por la guerra.
En el ¨²ltimo decenio, Women for Women ha formado a 46.000 afganas y les ha proporcionado las aptitudes necesarias para dirigir peque?as empresas. Asimismo, el grupo ha repartido 26 millones de d¨®lares en becas y microcr¨¦ditos, dice Khan.
Sherzad, que no hab¨ªa ido a la escuela y que cri¨® a sus dos hijas sola despu¨¦s de que desapareciera su marido, se gradu¨® en el curso de formaci¨®n de Women for Women y, hace dos a?os, se asoci¨® con Nesar Ahmad para ampliar el negocio de bordados que pose¨ªa ¨¦l.
Paneles bordados
Juntos, han invertido 250.000 d¨®lares en unas m¨¢quinas chinas informatizadas que hacen pa?os bordados decorativos. Los afganos cosen los bordados en su shalwar-kameez, el conjunto de t¨²nica suelta y pantal¨®n que es la vestimenta t¨ªpica de los hombres en el pa¨ªs.
Adem¨¢s de las 20 empleadas en la f¨¢brica, la empresa da trabajo a 300 mujeres en sus casas, que hacen bordados a mano, cuenta Sherzad. Los productos se venden en todo Afganist¨¢n, incluso en el oeste y el sur del pa¨ªs, en Herat y Kandahar, y generan unos beneficios de unos 5.000 d¨®lares mensuales, han explicado los copropietarios en sendas entrevistas.
En un pa¨ªs en el que los grupos isl¨¢micos conservadores proh¨ªben la mezcla de sexos, la sociedad formada por Ahmad, de 50 a?os, y Sherzad, destaca a¨²n m¨¢s porque pertenecen a tribus que han estado tradicionalmente enfrentadas. Ella es past¨²n, un grupo del sur del pa¨ªs perteneciente a la mayor¨ªa sun¨ª, la misma que los talibanes, y ¨¦l es hazara, un grupo minoritario, predominantemente chi¨ª, del norte.
Convencer a la familia
La familia de Sherzad, incluidos el hermano de su esposo desaparecido y otros hombres pastunes, ¡°estaban contra esta colaboraci¨®n porque yo soy hazara¡±, dice Ahmed a trav¨¦s de un int¨¦rprete. Explica que sigui¨® insistiendo porque ¡°Sherzad tiene grandes dotes comerciales y sabe estimular a la gente, sabe hablar con la gente y vender el producto¡±.
Ahmad cuenta que convenci¨® al cu?ado de Sherzad al decirle: ¡°Si sientes tantos deseos de protegerla, ?por qu¨¦ no les das de comer t¨² a sus dos hijas y a ella? Si puedes hacerlo, de acuerdo. Pero si no, entonces ella necesita poder trabajar¡±.
En medio de la incertidumbre creada por una elecci¨®n presidencial prevista para abril y la salida de la mayor¨ªa de las tropas extranjeras para final de a?o, ¡°existe el temor a que, si los talibanes vuelven al poder, perdamos todos los avances que hemos hecho¡±, dice Ahmad. ¡°Sherzad no podr¨¢ seguir viniendo a trabajar y yo no podr¨¦ hablar con ella¡±.
En cambio, hay un selecto grupo de ni?as y mujeres afganas crecidas en la ¨²ltima d¨¦cada, que han ido a la escuela y est¨¢n familiarizadas con los ordenadores, que tal vez encuentre refugio en internet si triunfa la iniciativa de Mahboob en la red.
El uso de internet
La presencia de internet en Afganist¨¢n ha pasado de 1 usuario por cada 1000 habitantes en 2003 a 5,5 usuarios por cada 100 habitantes en 2012, seg¨²n datos del Banco Mundial. El vecino Pakist¨¢n ten¨ªa 10 usuarios de internet por cada 100 habitantes en 2012, seg¨²n el Banco.
Mahboob, cuya empresa, Afghan Citadel Software Co., naci¨® con ayuda del Task Force for Business and Stability Operations (Grupo de Trabajo para operaciones econ¨®micas y de estabilidad) del Departamento de Defensa de Estados Unidos, ha desarrollado una plataforma para blogs y pel¨ªculas en la red llamada Women¡¯s Annex.
La plataforma permite a las mujeres trabajar desde sus casas en la elaboraci¨®n de contenidos que luego se difunden en p¨¢ginas web y redes sociales. Los ingresos de publicidad generados por esas p¨¢ginas se comparten con las creadoras, dice Mahboob.
¡°Hemos ideado una tecnolog¨ªa que muestra el peso de cada aportaci¨®n¡± y un sistema de puntuaci¨®n que indica la popularidad del contenido desarrollado por las participantes en Women¡¯s Annex¡±. ¡°En funci¨®n de ello, pueden ganar entre 5 y 100 d¨®lares diarios¡±, dependiendo de la popularidad de su blog o su historia.
Un jornal
El salario diario medio de un trabajador afgano de la construcci¨®n en 2012 era de 5,70 d¨®lares, seg¨²n la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Uno de los pocos trabajos que est¨¢n mejor remunerados que el m¨ªnimo que dice Mahboob que pueden ganar las mujeres en la red es el floreciente tr¨¢fico de drogas: por recoger la resina de opio de las amapolas se cobran 11,70 d¨®lares diarios, seg¨²n ha descubierto la agencia de la ONU.
La empresa de Mahboob se apoya en Film Annex, una tecnolog¨ªa que su socio italiano, el fil¨¢ntropo Francesco Rulli, desarroll¨® para crear v¨ªdeos en la web. La empresa de Mahboob ha desarrollado tambi¨¦n una herramienta de formaci¨®n profesional y ex¨¢menes en la red, llamada Examer, que est¨¢ promocionando entre los colegios afganos, adem¨¢s de otros pa¨ªses de la regi¨®n.
Mahboob --que el a?o pasado figur¨® en la lista de Time de las 100 personas m¨¢s influyentes del mundo, por su papel como mujer empresaria y su intento de ampliar el acceso de las mujeres a internet-- dice que la interpretaci¨®n conservadora de la teolog¨ªa isl¨¢mica no es la ¨²nica fuerza que amenaza con encerrar a las mujeres afganas.
Dice que tambi¨¦n tienen que hacer frente a los vulgares delincuentes y a los hombres que sienten envidia ante una mujer de ¨¦xito.
¡°Me preocupa que puedan secuestrarme, o que hablen mal de m¨ª¡±, dice. Por eso ¡°he modificado mi empresa para trabajar a trav¨¦s de la red y quiero dar esas herramientas a otras mujeres¡±, explica Mahboob.
¡°A pesar de que regresen los talibanes, las mujeres podr¨¢n educarse en internet, incluso aunque estallen los combates¡±, dice, y hace una pausa antes de reconocer que sus planes tienen un posible fallo.
¡°Si estallan los combates, no s¨¦ si habr¨¢ internet¡±.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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