La sorpresa de Hollande
Restablecer la econom¨ªa francesa es la condici¨®n previa para volver a tratar de t¨² a t¨² a Alemania
Todos aquellos franceses ¡ªy son muchos¡ª que hab¨ªan condenado a Fran?ois Hollande considerando que ya hab¨ªa fracasado, tendr¨¢n que revisar su veredicto: el presidente galo ha sorprendido a propios y extra?os durante una rueda de prensa que, para Francia, ha sido un acontecimiento pol¨ªtico capital. Hasta ahora, Fran?ois Hollande, pese a unos avances reales ¡ªespecialmente la reforma del mercado laboral, la nueva reforma de las pensiones y el anuncio de una seguridad social del empleo a trav¨¦s de la reforma de la formaci¨®n profesional¡ª, disgustaba a todo el mundo. Sobre todo, a causa de una pol¨ªtica fiscal particularmente dura, que afecta tanto a los hogares como a las empresas. Con un ¨ªndice de popularidad en su nivel m¨¢s bajo (22% de confianza), se le atribu¨ªa cierta indolencia, como si se limitase a esperar un retorno autom¨¢tico del crecimiento.
Sin embargo, el programa que ha anunciado es todo menos una estrategia de espera. Por el contrario, consiste en coger por los cuernos tres grandes dificultades francesas y en poner los medios para superarlas.
La primera es el d¨¦ficit de competitividad, que se traduce en un considerable d¨¦ficit exterior y en unos m¨¢rgenes financieros para las empresas hist¨®ricamente bajos. El pacto que propone Fran?ois Hollande a las empresas es simple: a cambio de una fuerte reducci¨®n del coste del trabajo, a trav¨¦s de la disminuci¨®n de cargas, se les pide que inviertan y contraten, que creen empleo. El presidente franc¨¦s se comprometi¨® hace mucho tiempo con la reducci¨®n del desempleo y sabe que solo recuperar¨¢ la confianza de la opini¨®n p¨²blica si obtiene un resultado significativo en este frente. Para conseguirlo, Fran?ois Hollande vuelve a entroncar con el socialismo de gobierno que practicaron, en tiempos de Fran?ois Mitterrand, Pierre Mauroy, Pierre B¨¦r¨¦govoy y Michel Rocard. Se suma as¨ª a otros socialistas europeos que comprendieron hace mucho que, sin empresas en buena salud, un pa¨ªs est¨¢ condenado al declive.
Al mismo tiempo, Fran?ois Hollande tropieza con la tradici¨®n de buena parte de la izquierda francesa, muy presente entre los diputados socialistas, que sigue fascinada por la extrema izquierda y sus posiciones demag¨®gicas. Esta izquierda rechaza la anunciada reducci¨®n del gasto p¨²blico y, confundiendo a los ricos, a los que habr¨ªa que hacer pagar, y a los empresarios, ha provocado un divorcio con los patronos que Fran?ois Hollande intenta reparar. El presidente tambi¨¦n ha cogido a contrapi¨¦ a los grandes cargos electos locales, casi todos socialistas, al prometer una redefinici¨®n del mapa del territorio, lo que vendr¨ªa a significar una reducci¨®n del n¨²mero de regiones y departamentos. La estructura administrativa francesa ha adquirido, en efecto, una infinita complejidad que la hace ineficaz y onerosa. Tambi¨¦n en este caso se trata de ir en contra de la tradici¨®n de la izquierda, que, en cambio, acostumbraba a aumentar las estructuras existentes m¨¢s que a simplificarlas y a reducir el gasto.
Si Fran?ois Hollande pone en marcha todas estas medidas, a priori contrarias a sus intereses pol¨ªticos inmediatos, es porque ha evaluado la realidad del debilitamiento del pa¨ªs y lo que este puede costarle en la escena internacional. Desde este punto de vista, restablecer la econom¨ªa francesa es la condici¨®n previa para quien pretende volver a tratar de t¨² a t¨² a Alemania y asumir su papel de copr¨ªncipe de Europa. Fran?ois Hollande quiere por tanto zarandear a su propio pa¨ªs y aprovechar la oportunidad creada por el gobierno de gran coalici¨®n en Alemania. Se trata de reactivar vigorosamente la pareja francoalemana, no solo abogando por una real convergencia econ¨®mica y fiscal entre ambos pa¨ªses, sino a?adiendo tambi¨¦n la energ¨ªa y... ?la defensa!
De tal modo que seguramente no tardemos en descubrir con sorpresa que pr¨®ximamente habr¨¢ soldados alemanes desplegados en Mal¨ª para permitir que Francia reduzca sus efectivos en ese pa¨ªs.
Sobre el papel, tal y como ha sido expuesta, esta hoja de ruta va en la buena direcci¨®n. Al menos si nos situamos, no desde el punto de vista de los partidos de derecha o izquierda, sino desde el de la recuperaci¨®n del pa¨ªs. Ahora falta saber si Fran?ois Hollande pondr¨¢ tanta determinaci¨®n y claridad en su aplicaci¨®n como firmeza ha puesto a la hora de exponerla. A decir verdad, seguramente su impopularidad lo ha ayudado: ya no ten¨ªa nada que perder.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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