Sochi, la fiesta en Paz
Sochi el pasado noviembre/Foto Pilar Bonet
Desear¨ªa estar en Sochi, pero mi realidad hoy es Ucrania. Estas l¨ªneas dedicadas a la ciudad que acoger¨¢ las Olimpiadas de Invierno a partir del viernes est¨¢n escritas desde la imposibilidad de ser ubicua y la necesidad de establecer prioridades en los temas en funci¨®n de sus probabilidades de tener un impacto negativo. Ucrania me ha engullido y me ha impedido formular las preguntas que yo hab¨ªa querido hacer a los responsables de estas Olimpiada. Tiempo habr¨¢, espero, despu¨¦s de las competiciones para que se defiendan, si quieren, de la andanada de acusaciones que se les ha venido encima a causa de Sochi. Como un potente im¨¢n, la Olimpiada ha concentrado las cr¨ªticas a todos los aspectos de la pol¨ªtica del presidente Vlad¨ªmir Putin, desde la legislaci¨®n para prohibir la propaganda de la homosexualidad entre los menores, a las limitaciones para las manifestaciones p¨²blicas pasando por los problemas de la lucha contra el terrorismo en el norte del C¨¢ucaso, a los desmanes ecol¨®gicos y los onerosos sobrecostes. A lo largo de varios a?os a mi buz¨®n electr¨®nico han ido llegando denuncias m¨²ltiples en relaci¨®n a Sochi, algunas espor¨¢dicas y otras sistem¨¢ticamente recogidas por ¡°servicios informativos¡± que no han podido o no han querido encontrar ni solo episodio positivo en relaci¨®n a los juegos de Sochi.
Dado que ese tren ¡°golondrina¡± que va de Adler a las monta?as ha costado tan caro, disfr¨²tenlo por lo menos, y asciendan desde la costa hasta las cimas contemplando c¨®mo el r¨ªo Mzymta corre veloz a sus pies. Desde Kr¨¢snaya Poliana, admiren el formidable paisaje del C¨¢ucaso, ese horizonte de 360 grados de monta?as nevadas que corta la respiraci¨®n. En la playa de Adler, hay una sucesi¨®n abigarrada de peque?os restaurantes y chiringuitos (condenados a desaparecer con el tiempo) donde pueden encontrarse con abjazos, armenios, georgianos, griegos, todas esas gentes del C¨¢ucaso que dieron color a la ciudad y que tienen fascinantes sagas familiares que contar. Sepa tambi¨¦n que la huella de los pobladores aut¨®ctonos del C¨¢ucaso se conserva a¨²n en la toponimia de estos lugares.
Para este texto, le ped¨ª a Natalia, amante de los deportes de invierno, que me dijera lo que Sochi significa para ella. Creo no traicionarla si cito aqu¨ª lo que escribi¨® esta rusa aficionada desde la infancia al patinaje art¨ªstico, al esqu¨ª y al hockey sobre hielo: ¡°Las Olimpiadas, ante todo, son una gran fiesta que espero con mucha ilusi¨®n. Desde ni?a junto a mi padre ve¨ªa todos los partidos de hockey y toda la familia segu¨ªa las competiciones del patinaje y esqu¨ª. En la escuela nos permit¨ªan no asistir a clase para ver las principales competiciones de las Olimpiadas¡±. Natalia dice tener ¡°much¨ªsimo respeto al trabajo que hacen los deportistas. Especialmente a los que siguen trabajando duro a pesar de que ganan m¨¢s lesiones y problemas de salud que dinero o reconocimiento¡±. ¡°Las Olimpiadas¡±, dice, ¡°son el pico de su carera deportiva, donde pueden mostrar todo lo aprendido y acumulado a lo largo de los cuatro ¨²ltimos a?os, y en ocasiones lo aprendido durante toda la vida ¡°. Natalia, a quien le encanta ¡°seguir estos momentos de m¨¢xima concentraci¨®n de un ser humano¡±, no estuvo ¡°entre los que gritaban de alegr¨ªa en el a?o 2007 cuando Sochi gan¨® el derecho de celebrar los Juegos Ol¨ªmpicos¡±. ¡°Sab¨ªa que todo esto se convert¨ªa en un robo legalizado, que habr¨ªa mucha gente que una vez desalojada de sus casas nunca recuperar¨ªa su forma de vida habitual¡±. ¡°Hemos pasado seis a?os contando cuanto nos costaron los Juegos, cu¨¢nto robaron y pregunt¨¢ndonos qu¨¦ vamos a hacer despu¨¦s con tantos palacios y hoteles. Son preguntas justas y correctas. Y necesitamos respuestas. Pero si los griegos eran capaces de parar las guerras durante las Olimpiadas, tal vez tambi¨¦n nosotros podr¨ªamos hacer un alto en los comentarios cr¨ªticos¡±, afirma. Ojal¨¢ que la Olimpiada pueda servir para que los pol¨ªticos internacionales invitados adquieran perspectivas m¨¢s amplias que les ayuden a resolver sus problemas, esos problemas por los que yo no puedo estar en Sochi. As¨ª que tengamos la fiesta en paz.
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