Balas contra la prensa
Tres periodistas brasile?os murieron violentamente en lo que va de a?o durante el ejercicio de su profesi¨®n De los 27 asesinatos registrados desde 1992, m¨¢s del 70% quedaron impunes
Brasil ya enterr¨® m¨¢s periodistas que Siria en lo que va de a?o. Hoy es el pa¨ªs m¨¢s peligroso para la profesi¨®n del continente, despu¨¦s de superar a M¨¦xico. Y el quinto m¨¢s mort¨ªfero del mundo, tras el asesinato de 11 periodistas en 2012, cinco de ellos directamente relacionados con el ejercicio de la profesi¨®n. Los datos del ¨²ltimo informe de la ONG francesa Reporteros Sin Fronteras (RSF)?ponen de manifiesto un Brasil del progreso que ha avanzado poco en la defensa de la libertad y pluralidad de la informaci¨®n.
Mientras los telediarios nacionales dedican m¨¢s de 15 minutos a la cobertura de la muerte del c¨¢mara Santiago Andrade durante un protesto en R¨ªo, el fallecimiento de otros dos reporteros en las ¨²ltimas semanas se relega a peque?as columnas de los peri¨®dicos nacionales y a la prensa local.
Hace una semana, Pedro Palma, de 47 a?os, due?o y ¨²nico reportero del peri¨®dico semanal Panorama Regional, fue asesinado con tres tiros en Miguel Pereira, en el interior de R¨ªo de Janeiro. Palma denunciaba casos de corrupci¨®n y desv¨ªo de dinero p¨²blico, en los que involucraba principalmente al alcalde y a su mujer y secretaria de Desarrollo Social, K¨¢tia Kozlowski. El d¨ªa 12 de febrero dos individuos dispararon contra ¨¦l en la puerta de su casa. La polic¨ªa descart¨® que se tratara de un asalto.
Jos¨¦ Lacerda da Silva, 50 a?os, c¨¢mara del canal regional TV Cabo Mossor¨®, de R¨ªo Grande do Norte, tambi¨¦n fue asesinado este mes. Los motivos que llevaron a su asesinato en el camino hacia el supermercado a¨²n no se han confirmado y se sospecha que no tienen relaci¨®n con el ejercicio del periodismo, pero contin¨²a siendo parte de las estad¨ªsticas.
El informe m¨¢s reciente de RSF dedica un amplio espacio para analizar el peligro que enfrentan los periodistas en Brasil. El informe menciona al ¡°coronelismo¡± como el ¡°verdadero obst¨¢culo en el pluralismo y en la independencia de la prensa¡±. El periodismo se convierte en instrumento de los barones locales, a merced de los ajustes de cuentas pol¨ªticas, que en algunas ocasiones son mortales, dice la ONG.
Sin embargo, los ¨²ltimos asesinatos y la violencia en las manifestaciones contra los profesionales de la informaci¨®n (m¨¢s de cien periodistas resultaron heridos desde junio de 2013) tambalearon la tesis defendida en el informe de RSF, enfocado en la denuncia de la extrema vulnerabilidad de los periodistas del interior del pa¨ªs, respecto a los profesionales de las grandes capitales. ¡°Continuamos afirmando que es muy peligroso para los periodistas que trabajan en el interior, por el coronelismo o la corrupci¨®n, pero los acontecimientos recientes demuestran que no es verdad que la capital es m¨¢s segura, visto el asesinato del periodista en R¨ªo y la seguridad de los periodistas durante las manifestaciones, que es otro tipo de peligro que aument¨® en las grandes ciudades¡±, aclara Camile Soulier, responsable de la ONG en Am¨¦rica Latina.
L¨²cio Fl¨¢vio Pinto, periodista en Belem, en el Estado de Par¨¢, norte del pa¨ªs, ha sufrido amenazas desde 1992, cuando comenz¨® a publicar reportajes sobre la crisis de la prensa, que en el caso de Belem est¨¢ dominada por el conglomerado de comunicaci¨®n de la familia Maiorana. ¡°Tuve 33 procesos, 19 fueron interpuestos por la familia Maiorana. Ya fui agredido tres veces y amenazado de muerte durante el gobierno de Jader Barbalho (1983-94)¡±, cuenta el periodista. Pinto responde en la justicia por reportajes publicados en el Jornal Pessoal, un peri¨®dico quincenal independiente, sin publicidad que vende 2.000 ejemplares a poco m¨¢s de dos d¨®lares cada uno. ¡°Es una democracia aguada. Lo que salta a la vista es que la justicia est¨¢ saliendo de la imparcialidad para tomar partido contra la libertad de prensa. Antes, la ponderaci¨®n era del inter¨¦s colectivo sobre el derecho a la privacidad, ese era el elemento para definir los conflictos¡±, se indigna Pinto, que cuenta con una red de lectores y amigos que lo apoyan en esos litigios.
Pero escribir para uno de los grandes medios del pa¨ªs tampoco es garant¨ªa de seguridad. El caso del reportero Andr¨¦ Caramante, de la Folha de S. Paulo, muestra que cualquiera es vulnerable. Despu¨¦s de 15 a?os cubriendo seguridad p¨²blica en S?o Paulo, durante los que denunci¨® varios casos de corrupci¨®n y grupos de exterminio dentro de la polic¨ªa, Caramante comenz¨® a recibir amenazas m¨¢s graves despu¨¦s de la publicaci¨®n en julio de 2012 de un reportaje sobre el coronel Telhada, elegido concejal por el Partido de la Social Democracia Brasile?a (PSDB) en S?o Paulo, en octubre de aquel a?o. La denuncia le oblig¨® a salir de Brasil para proteger a su familia. En diciembre del a?o pasado, de vuelta en el pa¨ªs, pero alejado de sus responsabilidades anteriores en el peri¨®dico, Caramante recibi¨® el premio de Derechos Humanos de las manos de la presidenta Dilma Rousseff. Hoy, sin embargo, busca empleo porque?Folha lo despidi¨® alegando corte de gastos.
Cr¨ªmenes sin culpables
La impunidad de los cr¨ªmenes, en un pa¨ªs donde el 80% de los homicidios son archivados sin culpables, depende de la presi¨®n social ejercida por la propia prensa. Cuanta m¨¢s visibilidad, m¨¢s r¨¢pido se detiene a los culpables. Un ejemplo es la detenci¨®n de los j¨®venes responsables por la muerte del c¨¢mara Andrade, que fueron presos en tiempo r¨¦cord.?La visibilidad medi¨¢tica marc¨® tambi¨¦n la resoluci¨®n de la muerte del periodista Tim Lopes, torturado y muerto por narcotraficantes en una favela de R¨ªo en 2002. Otros casos menos divulgados siguen otro ritmo. El asesinato de D¨¦cio S¨¢, periodista y bloguero del peri¨®dico Estado de Maranh?o, muerto a tiros en un restaurante en 2012, acaba de ser condenado a 23 a?os de prisi¨®n. El caso de Luis Carlos Barbon, asesinado por polic¨ªas militares en Porto Ferreira, a 228 kil¨®metros de S?o Paulo en 2007, tard¨® a¨²n m¨¢s para ser resuelto. Cinco a?os para condenar a 16 a?os de prisi¨®n a los tres policiales acusados.
A pesar de que la mayor¨ªa de los responsables por los asesinatos m¨¢s recientes hayan sido detenidos, el Comitee to Protect Journalists (CPJ) afirma en su web que de las 27 muertes de periodistas ¨Ctodos hombres- registradas desde 1992 en Brasil, el 73% de ellas qued¨® completamente impune.
A la vez, seg¨²n la denuncia de RSF, las ¨®rdenes de censura a los medios de comunicaci¨®n y periodistas saturan los tribunales, atendiendo a las peticiones de pol¨ªticos que se aprovechan de una justicia complaciente.
C¨¢lculo de muertes
Algunas entidades acompa?an a nivel mundial los ataques a periodistas, entre ellas la IFEX, Intercambio Internacional de Libertad de Expresi¨®n, el Comit¨¦ de Protecci¨®n al Periodista (CPJ) y la ONG Reporteros sin Fronteras. A pesar de que todas est¨¢n de acuerdo en que solo los periodistas que fueron asesinados por el ejercicio de la profesi¨®n deben ser contabilizados, los n¨²meros no son muy rigurosos. Jos¨¦ Roberto de Toledo, presidente de la Asociaci¨®n Brasile?a de Periodismo Investigativo (Abraji), cuenta que el c¨¢lculo se hace, pero que no siempre consiguen concluir si el homicidio fue provocado por el trabajo de la v¨ªctima. ¡°Acompa?amos los casos, intentamos hacer una investigaci¨®n, hablar con el delegado de polic¨ªa y otras fuentes. Pero el pa¨ªs es violento, hay 50.000 asesinatos por a?o, es de esperar, estad¨ªsticamente, que haya periodistas entre esas v¨ªctimas, pero nunca se tiene certeza de las circunstancias¡±, explica Toledo.
El a?o pasado, mientras RSF considera que cinco profesionales murieron, la CPJ cuenta solo tres. Dos de ellos ocurrieron en la misma ciudad en el Vale do A?o, en Ipatinga, en el interior de Minas Gerais, en abril de 2013. Se trataba de un reportero, Rodrigo Neto, y el fot¨®grafo Walgney Assis Carvalho, que estaban investigando matanzas de polic¨ªas. El juez del caso recientemente neg¨® un?habeas corpus a uno de los polic¨ªas involucrados en el asesinato de la pareja. El tercero fue en Jaguaribe, en Cear¨¢. Mafaldo Bezerra Goes trabajaba en la radio FM Rio Jaguaribe y su muerte fue 'encargada' por el jefe de una banda que Goes denunci¨® en su programa. "Cuando hacemos la cuenta de los casos de homicidios vemos que existe una constante: la polic¨ªa generalmente llega a los que cometieron el crimen, pero no a los que lo encargan", lamenta Toledo.
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