Las barras bravas del f¨²tbol, semilla de las maras en Costa Rica
Las autoridades costarricenses detectan similitudes entre las estructuras que dirigen a ambas organizaciones pandilleras
Drogas, tatuajes discretos, robos, asaltos, extorsiones, amenazas, violencia con armas de fuego y pu?ales, pleitos callejeros, lealtad, lenguaje corporal y manual, cantos y estructura compartimentada por zonas con c¨¦lulas dependientes de un mando superior y con un objetivo en com¨²n. La descripci¨®n parece remitir al aparato que rige a las maras 13 o Salvatrucha y a la 18, que atizan la inseguridad y la criminalidad en El Salvador, Guatemala y Honduras. Pero la realidad es que refleja el mecanismo operacional de las barras bravas del f¨²tbol de la Primera Divisi¨®n de Costa Rica.
Creados con apoyo de los clubes en la d¨¦cada de 1990, con fuerte presencia femenina y como copia de los argentinos y chilenos, los grupos emergen ahora como nidos o semilleros que podr¨ªan evolucionar hacia lo que son las dos temidas maras del norte del istmo.
¡°Ya tienen algunos rasgos (de las maras). Hay algunas semejanzas que podr¨ªamos decir que pretenden imitar¡±, advirti¨® el comisario Juan Jos¨¦ Andrade, director general de la Fuerza P¨²blica (polic¨ªa gubernamental) de Costa Rica, al admitir en una entrevista con EL PA?S que s¨ª existe riesgo de que las barras muten hacia las maras. ¡°Me parece que podr¨ªan estar emulando, aunque el nivel de estructura (de las barras) todav¨ªa no llega al de las maras¡±, aclar¨®.
Las barras costarricenses operan en pe?as, por zonas y con mando ¨²nico
¡°En la calle, estos grupos costarricenses act¨²an como delincuentes. Quieren someter a los choferes de autobuses, a las personas en un comercio, a un transe¨²nte o un peat¨®n. No hay una raz¨®n de peso que los ligue, m¨¢s que la excusa del color de un club de f¨²tbol. Hay que analizar si el d¨ªa de ma?ana pasan de ser simplemente seguidores de un equipo y empiezan a responder a otros intereses que les suministren dinero o armas¡±, alert¨®.
Las barras bravas de los principales equipos del pa¨ªs - como La Ultra del Deportivo Saprissa, la 12, de la Liga Deportiva Alajuelense y la Garra, del Club Sport Herediano - est¨¢n en el centro de una tormenta. La 12 protagoniz¨® hace unos d¨ªas un zafarrancho en el Estadio Nacional - principal coliseo deportivo costarricense - que oblig¨® a suspender un juego de la m¨¢xima categor¨ªa, mientras algunos de sus miembros asaltaban, robaban y agred¨ªan a espectadores en una jornada transmitida por televisi¨®n, en vivo, a todo el pa¨ªs. ¡°S¨ª hay un mando centralizado¡±, confirm¨® el l¨ªder de La 12, en una conversaci¨®n con EL PA?S.
Pese a que sufre los s¨ªntomas socioecon¨®micos que agravan la inseguridad en los pa¨ªses del ¡°tri¨¢ngulo del norte de Centroam¨¦rica¡±, Costa Rica ha logrado impedir que las maras penetren, se instalen y se desarrollen en su territorio. La cercan¨ªa geogr¨¢fica entre El Salvador, Guatemala y Honduras ha facilitado - desde hace m¨¢s de 20 a?os -la propagaci¨®n de las maras, sin incursionar a Nicaragua y seguir a Costa Rica y Panam¨¢.
Las maras 18 y Salvatrucha, con una rivalidad a muerte, surgieron en la d¨¦cada de 1980 en las calles de California entre centenares de miles de salvadore?os, hondure?os y guatemaltecos que emigraron a Estados Unidos para huir de las guerras que estallaron en esa ¨¦poca en Centroam¨¦rica. Sus miembros se organizaron para protegerse de las pandillas de latinos, negros, asi¨¢ticos y blancos, en una mortal lucha por el control de los barrios.
Los recintos de futbol deben estar cerrados a estas personas porque, si en la calle cuesta dominarlos, dentro de un estadio son sumamente peligrosos¡±
Las maras llegaron hace m¨¢s de 20 a?os a la zona, con la masiva deportaci¨®n desde suelo estadounidense de migrantes centroamericanos que, hundidos en la marginaci¨®n, reprodujeron en el ¨¢rea un aparato criminal que depende del soborno generalizado, la delincuencia y el narcomenudeo. Las organizaciones sobreviven a la muerte y la prisi¨®n de sus miembros, con lazos jer¨¢rquicos en Estados Unidos.
Las maras del norte de Centroam¨¦rica¡ªahora con tatuajes discretos para evitar ser identificadas ¡ªse organizan en zonas y ¡°clicas¡± (n¨²cleos) con un mando superior en pir¨¢mide, para extorsionar y asaltar a empresas de autobuses, cooperativas e infinidad de medianos y peque?os comerciantes. Los mareros acuden a todo tipo de asedio en un alarde pendenciero con distintos tipos de armas y jact¨¢ndose de un poder callejero, con mensajes o signos f¨ªsicos, corporales y manuales, comunes a su clica.
Las barras costarricenses operan en pe?as, por zonas y con mando ¨²nico. Por temor a represalias, una compa?¨ªa de transporte p¨²blico ha debido ceder sus autobuses para trasladar a integrantes de las barras a los estadios, en cuyos alrededores ocurren asaltos, robos y otros delitos.
¡°Todas estas barras se asocian a la delincuencia com¨²n, a grupos que empiezan a aumentar los niveles de violencia. Cuando se detiene en un estadio a estos muchachos violentos y se revisa su expediente, se confirma que tienen antecedentes por robo, portaci¨®n ilegal de armas, tenencia de drogas, asaltos a viviendas y hasta tentativas de homicidio¡±, afirm¨® Andrade.
Es una forma de vida. Son estructuras que aparentan ser an¨¢rquicas pero son en realidad muy jer¨¢rquicas¡±
¡°Los recintos de futbol deben estar cerrados a estas personas porque, si en la calle cuesta dominarlos, dentro de un estadio son sumamente peligrosos¡±, argument¨®.
La advertencia del mando policial fue confirmada por un antiguo integrante de La Ultra en un reportaje del Canal 7. La ¡°excusa¡± de estos grupos es el f¨²tbol y debe quit¨¢rseles la etiqueta de barras, para ¡°desnudarlos como lo que verdaderamente son: una mara¡± que act¨²a fuera de los estadios, puntualiz¨®.
¡°Es una forma de vida. Son estructuras que aparentan ser an¨¢rquicas pero son en realidad muy jer¨¢rquicas¡±, describi¨®. Tambi¨¦n recalc¨® que sus integrantes gozan de un ¡°aura de impunidad¡± por pertenecer a esos grupos organizados que tienen la ¡°posibilidad de amedrentar a otros sabi¨¦ndose libres de consecuencia porque existen posibilidades de represalias de la barra¡±.
Andrade dijo que, fuera de los estadios, el comportamiento de los integrantes de las barras revela que ¡°usar la camiseta por amor a un equipo es una simple justificaci¨®n para encontrar un semillero para reclutar gente, generar estructura y lealtad¡±.
¡°Empiezan por ah¨ª y luego es la lealtad a una persona, que es el l¨ªder, que comienza a darles herramientas, notoriedad, c¨ªrculos de poder aunque sean peque?os. Este escenario les permite un posicionamiento interesante, sobre todo a los j¨®venes¡±, narr¨®.
Pese a que en Costa Rica no existe un grupo como las maras, en las barras bravas ¡°hay algunos rasgos en que se asemejan: la manera en que se agrupan, los c¨¢nticos, las se?as con las que se empiezan a identificar. Antes, el n¨²mero 18 - cuando no sab¨ªamos qu¨¦ eran las maras - no ten¨ªa ning¨²n significado. Ahora me preocupa que el 12 - que hoy no tiene significado- empiece a ser un signo de pertenencia a un grupo para trascender al futbol¡±, adujo.
"Esta es la 12 ?Este es el carnaval!"
En un intercambio de preguntas y respuestas que sostuvo con EL PA?S por medio del sistema privado de conversaci¨®n en Facebook, un l¨ªder de La 12¡ªsin identificarse con nombre y apellido¡ªnarr¨® que ¡°las pe?as son subgrupos de la barra que usualmente se crean a partir de grupos de una zona geogr¨¢fica. Entre estas pe?as se organizan para asistir a los estadios¡±.
El individuo administra en Facebook la cuenta ¡°Esta es la 12 ?Este es el carnaval!¡±, se?alada como la p¨¢gina oficial del grupo y con m¨¢s de 19.000 seguidores, por lo que ha sido fuente de informaci¨®n de medios period¨ªsticos locales. Al pregunt¨¢rsele si hay pe?as en todo el pa¨ªs, respondi¨®: ¡°Correcto, en todas las provincias. Inclusive en otro pa¨ªs hemos logrado conformar un par¡±.
Al confirmar que ¡°s¨ª hay un mando centralizado y s¨ª hay nombres propios en vez de nombres que referencian un lugar geogr¨¢fico¡± - como Quilombo Rojo - asegur¨® que ¡°podr¨ªamos rondar las 20 a 25 pe?as. Los de Desampa, los de Alajuela, los del Puerto, los de Heredia, los de Hatillo, los de Cartago, los de Tib¨¢s, los de Naranjo, los de San Ram¨®n, los de Palmares¡±.
El hombre interrumpi¨® abruptamente la conversaci¨®n al alegar que ¡°noto cierta tendencia para que lo que conversemos es para obtener informaci¨®n para formar m¨¢s opiniones amarillistas¡±. ¡°Puede seguir escribiendo lo que quiera generalizar y sin un fundamento apropiado¡±, insisti¨®.
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