El di¨¢logo nacional interesa a todos
La transici¨®n libia necesita el apoyo de la comunidad internacional Ya hay s¨ªntomas de contrarrevoluci¨®n al sur y al oeste de Tr¨ªpoli
Los festejos del pueblo libio para la conmemoraci¨®n de la revoluci¨®n de febrero en su tercer aniversario coincidieron con supuestos golpes de Estado y asesinatos, sobre todo en el este de Libia. La raz¨®n de estas noticias est¨¢ clara: se debe a la gran cantidad de armas circulando y al cada vez mayor n¨²mero de grupos armados que se consideran a s¨ª mismos como los aut¨¦nticos revolucionarios.
?Pero acaso hemos olvidado que hay otros revolucionarios que no lucharon armados o que abandonaron las armas despu¨¦s de la liberaci¨®n? Al estallar la revoluci¨®n de febrero, los primeros que salieron contra el r¨¦gimen fueron los ciudadanos: los m¨¦dicos, los activistas pol¨ªticos, los diplom¨¢ticos, los periodistas, las madres, las hermanas, todos fueron revolucionarios civiles, muchos de ellos volvieron a sus quehaceres.
La revoluci¨®n tiene entonces dos frentes; uno militar y otro civil, y no hay por qu¨¦ presumir ni de uno ni del otro.
La revoluci¨®n de febrero fue una revoluci¨®n popular. Hoy, con la confusi¨®n reinante en Libia cada uno pretende colgarse la medalla, de manera que el n¨²mero de revolucionarios supera los 250.000, a pesar de que las cifras oficiosas se?alan que los verdaderos revolucionarios fueron 30.000 hasta la liberaci¨®n de Tr¨ªpoli. M¨¢s tarde se llega a considerar que los ¨²nicos revolucionarios son los que pelearon con las armas. La gente de a pie tambi¨¦n resiente que las armas en manos de los revolucionarios no protegieron a los civiles, sino que sirvieron para asesinar personas destacadas y h¨¦roes de la revoluci¨®n de febrero.
Los libios han llegado al punto de odiar a todos los que portan armas, hasta enfrentarse a ellos a pecho descubierto, como en su primera salida contra Gadafi. Los ¨²ltimos acontecimientos de Tr¨ªpoli y tambi¨¦n de Bengasi son prueba de ello. ?Qui¨¦n puede asegurar, al ver los abusos de los grupos armados, que aquel espect¨¢culo no se repita y haya m¨¢s v¨ªctimas mortales?
La opini¨®n general est¨¢ hoy por hoy contra las milicias armadas, de modo que no hay m¨¢s soluci¨®n que sentarse a dialogar y elaborar una hoja de ruta para construir un Estado pac¨ªfico y estable que puede anhelar una vida pr¨®spera. Si no se quiere hacer esto por la patria, que se haga por sus hijos, que tambi¨¦n lo son de los caudillos armados. Se necesita un di¨¢logo nacional que re¨²na a los tres pilares del espectro pol¨ªtico libio: los partidos y la sociedad civil, los grupos armados y los representantes de las tribus y regiones.
La conferencia de Roma que se celebrar¨¢ este 6 de marzo no debe ignorar estas fuerzas activas y contentarse solo con escuchar a los funcionarios del Consejo Nacional, cuyo mandato ha caducado, o de un Gobierno incapaz de hacer nada, ni siquiera poner un poco de orden en las calles de Bengasi. No se debe poner muy alto el list¨®n de los resultados del di¨¢logo pero s¨ª enfatizar sobre tres cosas clave: el consenso sobre la unidad de Libia, la lucha pac¨ªfica por el poder y rechazo de la violencia, y la construcci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas.
El di¨¢logo entre libios puede que no sea fruct¨ªfero sin el apoyo t¨¦cnico y log¨ªstico de la comunidad internacional -Naciones Unidas, Liga ?rabe, Uni¨®n Europea, EE UU-, y sin tener en cuenta las experiencias de otros pa¨ªses y pueblos, como la de Sud¨¢frica o Bosnia. Porque el sustituto del di¨¢logo es la guerra civil, la secesi¨®n o la mismo contrarrevoluci¨®n, cuyos primeros s¨ªntomas los hemos visto en los ¨²ltimos d¨ªas al sur y al oeste de Tr¨ªpoli.
Para terminar digo, tambi¨¦n a los que portan las armas, que el di¨¢logo nacional es de vuestro inter¨¦s porque en el di¨¢logo encontrar¨¦is la legalidad para llevarlas. Cuando vuestras armas se lleven bajo el paraguas de un Ej¨¦rcito nacional, ser¨¢n leg¨ªtimas y no parte de una milicia ilegal, a la que tarde o temprano alcanzar¨¢ la ley.
Fowzi Amar Allolaki milita en la Alianza de Fuerzas Nacionales, fue asesor del ex primer ministro del Consejo Nacional de Transici¨®n libio, Mahmud Yibril, y es miembro de la C¨¢mara de Comercio ?rabe-brit¨¢nica.
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