Sin histerias, por favor, o ser¨¢ la guerra
En mil a?os, Rusia nunca ha liberado a nadie, solo ha conquistado ?Qu¨¦ podemos hacer ahora mismo por Crimea? Absolutamente nada
La mayor tonter¨ªa que puede cometer uno en realpolitik es hacer una promesa solemne que es imposible cumplir. As¨ª empiezan las guerras mundiales. En 1939, el Reino Unido y Francia prometieron a Polonia que, si Adolf Hitler se convert¨ªa en una molestia, correr¨ªamos en ayuda de Varsovia. Por desgracia, entre la frontera francesa y la polaca, hab¨ªa un gran obst¨¢culo que se llamaba Alemania. Nuestra promesa no sirvi¨® de nada. As¨ª que, como era l¨®gico, declaramos la guerra a Alemania al instante, con consecuencias desastrosas. Y con grandes similitudes con la situaci¨®n actual en Ucrania.
Algunos sectores de los medios claman que deber¨ªamos ofrecer garant¨ªas absolutas sobre la soberan¨ªa de Ucrania. ?Y qui¨¦n se encargar¨ªa de hacerlas respetar? ?La Infanter¨ªa Ligera de Dortmund? Est¨¢ un poco lejos. No est¨¢ preparada, y el Ej¨¦rcito ruso rodea Ucrania por dos de sus tres lados. Bielorrusia, al norte, es otra vez un Estado vasallo, y en el sur la Marina rusa controla el mar. Salvo atravesando Ruman¨ªa, no hay forma de llegar a Ucrania.
De modo que vamos a tranquilizarnos y a pensar en lo que ha ocurrido, por qu¨¦ y c¨®mo, y qu¨¦ podemos hacer al respecto.
El hombre al mando no es un nuevo ruso, sino un resto del pasado, entrenado como agente del KGB
En primer lugar, dejemos de pensar que, despu¨¦s de Gorbachov, se produjo alg¨²n cambio en el car¨¢cter del Oso Ruso. En absoluto. En mil a?os, Rusia nunca ha liberado a nadie, solo ha conquistado y ocupado. Y est¨¢ volviendo a suceder. El hombre al mando no es un nuevo ruso, sino un resto del pasado, entrenado como agente del KGB y lleno de la tradicional paranoia rusa que dice: ¡°Estamos rodeados por enemigos y debemos atacar primero para protegernos¡±. El hecho de que Rusia se extienda desde la frontera polaca hasta Vladivostok y Catherine Ashton tenga muy dif¨ªcil rodearla no viene al caso. La paranoia no tiene l¨®gica.
Es evidente desde hace a?os que Vlad¨ªmir Putin tiene algo raro. Cualquier hombre de mediana edad que insiste en fotografiarse en poses homoer¨®ticas, cabalgando con el torso desnudo por Siberia, luciendo pectorales y acariciando un fusil de asalto, tiene un problema. Se puede arreglar yendo a ver a un bondadoso profesor que trabaja detr¨¢s de una puerta en la que pone ¡°Psiquiatra¡±. Pero los diplom¨¢ticos tienen que trabajar con lo que hay y lo que hay es a Vlad¨ªmir Putin.
En cuanto a la supuesta provocaci¨®n de Occidente, tambi¨¦n eso suena a finales de los a?os treinta. En Occidente sabemos que no hac¨ªa la menor falta que nuestros agentes provocadores empujaran al pueblo de Ucrania occidental a rebelarse de nuevo contra el est¨²pido, incompetente y corrupto Yanuk¨®vich. Los patos no necesitan que les ense?en a nadar.
Ucrania, no es un solo pa¨ªs desde el punto de vista pol¨ªtico, ¨¦tnico ni cultural. En las disputas suele haber dos bandos. En Ucrania hay cuatro
Est¨¢ adem¨¢s la propia complejidad de Ucrania, que no es un solo pa¨ªs desde el punto de vista pol¨ªtico, ¨¦tnico ni cultural. En las disputas suele haber dos bandos. En Ucrania hay cuatro. La parte occidental habla ucraniano y siempre ha mirado a Occidente en busca de cultura, ejemplo y un futuro. La parte oriental tambi¨¦n habla ucraniano pero siempre ha mirado al norte, a la madre Rusia, y 70 a?os de unificaci¨®n bajo la URSS no disminuyeron ese magnetismo. Y a partir de aqu¨ª las cosas se vuelven m¨¢s extra?as. En cinco provincias, la poblaci¨®n, aunque es de etnia ucraniana y capaz de hablar la lengua, prefiere el ruso. Luego est¨¢n los rusos puros, los restos de tres generaciones de colonizadores, desde Stalin hasta Gorbachov. As¨ª que, aunque los rebeldes del oeste gritan en favor de la democracia, ese escurridizo sue?o tan f¨¢cil de proclamar pero tan dif¨ªcil de encontrar, es muy posible que en realidad no constituyan una mayor¨ªa democr¨¢tica. Hay que tener cuidado con lo que se pide.
Aun as¨ª, la ca¨ªda de Yanuk¨®vich, el designado y protegido de Putin, ha sido para este una humillaci¨®n inaceptable y no puede admitir que se trate de un fen¨®meno espont¨¢neo. Putin no acepta que, cuando alguien discrepa, lo haga sin motivos ocultos. De modo que tiene que haber sido culpa de los occidentales, sobre todo de los angloamericanos. Por eso su venganza est¨¢ para ¨¦l y para Rusia totalmente justificada. M¨¢s vale que lo aceptemos. Las guerras no nacen de la calma y la l¨®gica. Nacen de los egos estridentes, el orgullo herido y la ira desenfrenada, y aqu¨ª nos encontramos con todo eso.
Para dar rienda suelta a su rabieta ha escogido Crimea, mucho m¨¢s vulnerable. La pen¨ªnsula est¨¢ habitada por una minor¨ªa de ucranianos del oeste y una mayor¨ªa de ucranianos del este, adem¨¢s de rusos puros. Y es imposible de defender: estar¨ªamos locos de intentarlo. Por supuesto, hab¨ªa que inventarse las ¡°provocaciones¡± necesarias, y as¨ª ha sido.
Los rusos de Crimea agradecen que se les ¡°defienda¡± de sus horribles vecinos, cuando estos no les han puesto jam¨¢s la mano encima
Piensen en 1938, piensen en los Sudetes. Entonces, la inmensa maquinaria de propaganda de Berl¨ªn nos abrum¨® con las ¡°revelaciones¡± de los horrores que los terribles checos inflig¨ªan a los pobres alemanes de la regi¨®n. Era todo una patra?a, y los matones de Henlein cumplieron su papel, pero sirvi¨® para justificar la invasi¨®n ¡°liberadora¡± y ¡°protectora¡±. Hoy vemos en nuestras pantallas a los rusos de Crimea que agradecen entre l¨¢grimas que se les ¡°defienda¡± de sus horribles vecinos, cuando estos no les han puesto jam¨¢s la mano encima. Mosc¨² est¨¢ veng¨¢ndose de Kiev.
?Qu¨¦ podemos hacer por Crimea? Absolutamente nada. ?Qu¨¦ podemos hacer contra una ocupaci¨®n que cuenta con el alborozado apoyo popular de Ucrania del este? Nada, tampoco. ?Y ante la invasi¨®n sin m¨¢s de Ucrania del oeste y la matanza de sus habitantes cuando intenten resistirse, como sucedi¨® con los finlandeses en la Guerra de Invierno? Desde el punto de vista militar, muy poco, a no ser que queramos comenzar la III Guerra Mundial contra un loco. Pero entonces estaremos hablando de un holocausto nuclear.
?Eso quiere decir que Putin tiene todos los ases en la manga? Ni mucho menos. Aunque parece no tener rivales pol¨ªticos con posibilidades, sus ministros no son est¨²pidos y pueden reconocer el desastre que se les viene encima. Hay dos elementos de presi¨®n que muchos de los que le rodean considerar¨ªan claves si Occidente decidiera utilizarlos. Pero no podemos activar ninguno de los dos ni en diez minutos ni en diez semanas. As¨ª que puede parecer que se va a salir con la suya en Ucrania... Por ahora.
La econom¨ªa rusa es pat¨¦tica en comparaci¨®n con la de Europa, la de EE UU o ambas
El primero es el comercio y la econom¨ªa. La econom¨ªa rusa es pat¨¦tica en comparaci¨®n con la de Europa, la de EE UU o ambas. Nadie compra bienes de consumo rusos. ?Coches? ?Aviones? ?Incluso armas? Tienen que regalarlos. Y Putin necesita vastas sumas de dinero para reconstruir la vieja URSS, el imperio ruso.
?De d¨®nde lo saca? Del petr¨®leo y el gas. Ambos le proporcionan monta?as de dinero y, si hace falta, un arma con la que amenazar. Fue una locura que Alemania aboliera su producci¨®n de energ¨ªa limpia y segura, de origen nuclear, para sustituirla por la servidumbre con Mosc¨² por el suministro de gas y crudo. Todav¨ªa estamos a tiempo. Occidente est¨¢ trabajando en nuevas fuentes de energ¨ªa. Con dinamismo, esfuerzo, voluntad y la decisi¨®n de dejar atr¨¢s actitudes beatnik, podr¨ªamos liberarnos de la amenaza de los oleoductos y gasoductos orientales. La revoluci¨®n del fracking en EE UU ha tenido un ¨¦xito espectacular: les ha hecho independientes. Los europeos siguen en manos de sus proveedores.
Y tal vez Putin no es consciente de otra revoluci¨®n. La tecnolog¨ªa de la informaci¨®n y la concienciaci¨®n. Cuando era joven, Mosc¨² todav¨ªa pod¨ªa aislar al pueblo ruso de las informaciones sobre el extranjero. Pod¨ªan hacer que no se escuchara m¨¢s que Radio Mosc¨², no se leyera m¨¢s que Pravda. Pod¨ªan lavar el cerebro a la gente para que solo confiaran y creyeran en sus propios l¨ªderes y en lo que les dec¨ªan.
Ahora, cualquier chico con un iPhone tiene el mundo en sus manos. ?Qu¨¦ es lo que realmente derroc¨® a Mubarak en Egipto, puso al descubierto a Gadafi en Libia y denunci¨® a El Asad en Damasco? La gente. ?Por qu¨¦? Porque hab¨ªan visto un mundo mejor. Sab¨ªan qui¨¦n era responsable de su miseria. Si los precios aumentan en Rusia, el rublo pierde su valor y los suministros se agotan, los rusos no tendr¨¢n m¨¢s que mirarse las manos para saber por qu¨¦: ¨¦l. El verdadero motivo. En ese momento, los agentes del poder en el Kremlin podr¨ªan decidir que basta de invasiones imperiales y que ha llegado la hora de que el hombre tan aficionado a ellas se vaya cabalgando, con el torso desnudo, hacia el atardecer.
Pero por ahora, en Ucrania y Crimea, no hay nada que podamos hacer los occidentales aparte de mantenernos unidos, hacer planes y esperar. Llegar¨¢ el instante de actuar. Eso s¨ª, por favor, no nos enga?emos m¨¢s.
Frederick Forsyth es escritor brit¨¢nico. Su ¨²ltima novela es La Lista (Plaza y Jan¨¦s)
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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