La pacificaci¨®n de R¨ªo, en jaque
La ciudad se debate entre continuar profundizando en una pol¨ªtica de seguridad que comienza a presentar agujeros negros o retomar la vieja estrategia de persecuci¨®n contra el narcotr¨¢fico
A tan solo cuatro meses del inicio de la Copa del Mundo, R¨ªo de Janeiro, la ciudad con m¨¢s proyecci¨®n tur¨ªstica de Brasil, se debate entre continuar profundizando en una pol¨ªtica de seguridad que comienza a presentar agujeros negros o retomar la vieja (y fallida) estrategia del acoso y derribo al narcotr¨¢fico armado. Las noticias que se suceden a diario en la prensa local llevan inexorablemente a la conclusi¨®n de que R¨ªo se encuentra en una inquietante encrucijada. Las c¨¦lulas del narco que durante los ¨²ltimos a?os han permanecido en letargo, acorraladas por el avance de las Unidades de Polic¨ªa Pacificadora (UPP) y descabezadas de sus l¨ªderes hist¨®ricos, est¨¢n revolvi¨¦ndose con virulencia contra una polic¨ªa de corte comunitario cuyas filas, en muchos casos, est¨¢n nutridas por j¨®venes agentes sin experiencia. Todo apunta a que el secretario de Seguridad P¨²blica de R¨ªo, Jos¨¦ Mariano Beltrame, corregir¨¢ en las pr¨®ximas semanas la trayectoria del proceso pacificador, ocupando nuevas favelas, aunque tambi¨¦n apuntalando las ya pacificadas con nuevas operaciones de alto voltaje, protagonizadas por comandos de operaciones especiales e incluso efectivos del Ej¨¦rcito brasile?o.
Tras la reciente oleada de ataques a destacamentos y unidades de polic¨ªas pacificadores en favelas como Rocinha, Alem?o o Pav?o-Pav?ozinho, que se han saldado con la muerte de diez agentes desde 2012, Beltrame ha dejado claro que, lejos de recular en su estrategia, R¨ªo de Janeiro acelerar¨¢ su proceso de ocupaciones de comunidades. Este jueves, comandos del BOPE (Batall¨®n de Operaciones Especiales de la Polic¨ªa Militar) y del Batall¨®n de Choque irrumpir¨¢n al alba en el complejo de Vila Kennedy, en la zona oeste de la ciudad, para dar caza y captura a narcos buscados y ocupar el territorio. Vila Kennedy lleva a?os inmersa en un fuego cruzado entre facciones criminales que se disputan los puntos de venta de droga. En el ¨²ltimo mes, la tensi¨®n ha aumentado en el suburbio, con intensos tiroteos, autobuses quemados y una de las principales arterias de acceso a R¨ªo cortada por los disturbios. M¨¢s de dos mil alumnos dejaron de ir a clases por miedo a verse atrapados en los tiroteos.
El m¨¢ximo responsable de la polic¨ªa carioca afirma que el asedio al que los grupos del narco est¨¢n sometiendo a los agentes pacificadores en algunas favelas no es m¨¢s que la prueba latente de que la pol¨ªtica de pacificaci¨®n est¨¢ surtiendo efecto. Seg¨²n ¨¦l, los ataques representan un intento desesperado de amedrentar y desmoralizar a la tropa y a la poblaci¨®n de las comunidades pacificadas, que aun se debaten entre dar la espalda definitivamente a los narcotraficantes (hasta hace pocos a?os los due?os y se?ores de esos suburbios) o seguir d¨¢ndoles cobertura ante la eventualidad, en absoluto descabellada, de que la pacificaci¨®n termine en un fiasco. El principal informativo da Rede Globo, ¡°Jornal Nacional¡±, emiti¨® una impactante escena en la que quince hombres desarmados, todos vecinos de la favela de Rocinha, rodeaban un veh¨ªculo de la UPP local y la emprend¨ªan a pedradas y ladrillazos hasta destrozar sus vidrios y acorralar a los agentes que estaban dentro. Seg¨²n las primeras investigaciones, los protagonistas de la escena actuaban siguiendo instrucciones del narcotr¨¢fico que subsiste en algunos reductos de la Rocinha.
La operaci¨®n de Vila Kennedy culminar¨¢ con la implantaci¨®n de la UPP n¨²mero 38. Seg¨²n el Gobierno de R¨ªo, tras esta ocupaci¨®n m¨¢s de un mill¨®n y medio de habitantes se beneficiar¨¢n de la presencia de estos agentes pacificadores en toda la ciudad. La pregunta ahora es qu¨¦ ha sucedido para que a tan solo unos meses del mundial estallen estos ataques que vienen a desestabilizar y a poner en jaque un proyecto que parec¨ªa consolidarse poco a poco. Algunos analistas responden que era de esperar, pues los delincuentes nunca llegaron a abandonar del todo las favelas ocupadas. Otros aseguran que no es m¨¢s que el resultado de una pol¨ªtica fallida, anclada en ocupaciones policiales y que, una vez m¨¢s, ha dejado de lado lo m¨¢s importante: llevar servicios p¨²blicos de calidad a los lugares que hist¨®ricamente no han formado parte del mapa oficial de la ciudad.
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