El descarrilamiento de la izquierda mexicana
Las fallas en el subterr¨¢neo provocan enfrentamientos en el partido que gobierna la Ciudad de M¨¦xico desde hace 17 a?os
Las descripciones de los ingenieros sobre lo que ha ocurrido a la L¨ªnea 12 del Metro de la Ciudad de M¨¦xico sirven tambi¨¦n para diagnosticar a la izquierda de la capital, la m¨¢s importante del pa¨ªs, la que le ha dado tres candidaturas presidenciales, la que hoy est¨¢ a punto de descarrilar en un pleito interno.
La l¨ªnea 12 del Metro, obra cumbre del sexenio de Marcelo Ebrard, quien se gan¨® una reputaci¨®n nacional e internacional como un pol¨ªtico moderno si bien un tanto intransigente, ha tenido que parar. Desde el mi¨¦rcoles, casi medio mill¨®n de capitalinos han sido obligados a cambiar de ruta o a invertir el doble o el triple de tiempo en transportarse despu¨¦s de que 11 de las 20 estaciones de esa v¨ªa que conecta por el sur al este con el oeste de la capital fueran cerradas.
Los t¨¦cnicos han dicho que los trenes corren a una fracci¨®n de la velocidad debida por el peligro de descarrilamiento, que la abrasi¨®n entre rieles y ruedas es mayor a la debida y por si fuera poco desigual, por lo que las ruedas est¨¢n desniveladas. Diversas voces en los ¨²ltimos d¨ªas han asegurado que los carros y los rieles no se acoplan, que se debe mucho dinero a las constructoras de la obra, que el costo de mantenimiento es enorme, que el sobre costo de la obra es desproporcionado, que han surgido desperfectos may¨²sculos en muy poco tiempo y que la l¨ªnea toda, no solo el tramo cerrado, est¨¢ a punto de colapsar.
M¨¦xico ha visto a la derecha destrozarse de manera intestina despu¨¦s de la derrota de 2012. El siguiente cap¨ªtulo de crisis lo protagoniza el Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica. En esta semana, las acusaciones de Kramer vs. Kramer que trataban de encontrar qui¨¦n era responsable del desastre -si la anterior administraci¨®n perredista o la actual- ocuparon primeras planas y horario estelar en los medios electr¨®nicos. Ambos gobiernos provienen de una misma matriz, en la que por cierto hay una veta policiaca.
La fotograf¨ªa que se adjunta ilustra el argumento. En ella se aprecian dos de las decenas de fotograf¨ªas de exjefes policiacos que se exhiben en el piso 12 del edificio sede de la Secretar¨ªa de Seguridad P¨²blica de la capital. Son los retratos de Marcelo Ebrard y Joel Ortega. Est¨¢n juntos porque cuando el primero fue echado de la polic¨ªa en 2004, en medio del esc¨¢ndalo por un linchamiento de agentes federales en un pueblo de Tl¨¢huac, lo sustituy¨® su colaborador Ortega. Ebrard sobrevivi¨® pol¨ªticamente y ratific¨® a Ortega como polic¨ªa de la capital tras ganar las elecciones de 2006 y convertirse en jefe de gobierno. A su vez, Ortega fue destituido cuando, en 2008, durante un fallido y corrupto operativo, fallecieron nueve adolescentes y tres uniformados aplastados en un antro llamado News Divine. Esa tragedia fue la crisis m¨¢s grave del gobierno de Ebrard, que tuvo que remover tambi¨¦n al fiscal de la ciudad, puesto al que lleg¨® Miguel ?ngel Mancera, que hoy es alcalde.
Ebrard dej¨® la gubernatura del Distrito Federal a Mancera porque sus dos delfines, los hoy senadores Alejandra Barrales y Mario Delgado, principalmente este ¨²ltimo, nunca crecieron en las encuestas y ¨¦l no se atrevi¨® a imponer a uno de sus incondicionales. Mancera en cambio, como procurador de justicia, se volvi¨® un visible fen¨®meno medi¨¢tico que hoy contrasta con su desdibujado perfil como jefe de gobierno (le han abucheado los propios perredistas, y la semana pasada enfrent¨® ruidosos reclamos de j¨®venes en El Colegio de M¨¦xico).
El esc¨¢ndalo de la l¨ªnea 12, cuya voz cantante en los medios ha sido la de Joel Ortega, que hoy es director del Metro, ha hecho blanco en Marcelo Ebrard. El exjefe de gobierno, frustrado aspirante presidencial en 2012 al no desafiar a L¨®pez Obrador, ha sido golpeado durante d¨ªas y desde diversos frentes por sus antiguos colaboradores.
Pero el golpeteo no es novedad. Era cuesti¨®n de tiempo. Los trenes ten¨ªan meses rechinando. Los rieles de la izquierda de la capital nadie sabe a d¨®nde van o qui¨¦n les da mantenimiento. Mancera se ha negado a afiliarse al PRD y se ha enfrentado no s¨®lo al equipo de Ebrard ¨Cminoritario--, sino tambi¨¦n al de Ren¨¦ Bejarano, de gran peso en la capital. Los carros se atiborran de cuadros perredistas tratando de subir a los vagones de la administraci¨®n capitalina cada vez m¨¢s desgastados por el uso de t¨¦cnicas clientelares y por saturar la n¨®mina oficial con simpatizantes del partido. El PRD copi¨® y llev¨® al extremo algunos de los peores defectos del PRI. Las ruedas ya no dan m¨¢s.
Este pleito no pudo haberse saldado de otra manera. Puede ser que en lo t¨¦cnico, los trenes y los rieles de la L¨ªnea 12 pudieran arreglarse a discreci¨®n, por las noches, o en un largo proceso de ajuste. Para ello se requiere de unidad interna, de equipos que no revisan los armarios de los que se fueron. En este caso era evidente, desde hace meses, el desencuentro entre los principales perredistas capitalinos y el jefe de gobierno. En un informe del l¨ªder de la asamblea legislativa, hace dos semanas, Ebrard y Mancera ya ni siquiera se saludaron.
Ebrard no es el m¨¢s popular de los perredistas, representa sin embargo un activo en un partido que ha tenido que voltear hacia el casi octogenario Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas para ver si en su fundador encuentra a la figura que evite una crisis mayor en la renovaci¨®n nacional del PRD, que tendr¨¢ que ocurrir dentro de poco. Marcelo no es la ¨²nica v¨ªctima de atropellamiento medi¨¢tico de esta semana. Su ca¨ªda puede descarrilar el dominio perredista de la capital. Qu¨¦ buena semana tuvo el PRI.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.