Como se fabrican ni?os locos
Los maniconmios no son del pasado, son del presente. Una pesquisa realizada en el hospital psiqui¨¢trico Pinel, en S?o Paulo, muestra que, incluso tras las nuevas directrices de la pol¨ªtica de salud mental en Brasil, ni?os y adolescentes continuaron siendo encerrados por largos periodos, muchas veces sin diagn¨®stico que justificara su ingreso, una orden judicial. Conozca la historia de Raquel: 1.807 d¨ªas de confinamiento. Y de Jos¨¦: 1.271 d¨ªas de segregaci¨®n. Ambos tuvieron su locura fabricada en la primera d¨¦cada de este siglo
Una noche de noviembre de 2007, la psic¨®loga Fl¨¢via Blikstein escuch¨® dos preguntas de una ni?a y descubri¨® que no ten¨ªa respuestas. Fl¨¢via trabajaba en un Centro de Atenci¨®n Psicosocial (CAPS) infantil, en S?o Paulo, y se encontraba en la ambulancia que llevaba a la chica a su primer internamiento psiqui¨¢trico. Maria, como ser¨¢ llamada aqu¨ª, ten¨ªa 14 a?os. Era negra, alta y flaca. Hablaba poco, frases cortas. Le gustaba jugar con mu?ecas y dibujar. A veces se pintaba las u?as, se arreglaba el pelo, como un anuncio de la adolescencia. Maria se mojaba todo el tiempo, en peque?os rituales. Abr¨ªa el grifo, hac¨ªa un cuenco con las manos y se mojaba los pies, las piernas, los brazos. Hac¨ªa eso en cualquier lugar, avergonzando a la madre. Tal vez Maria estuviera esculpiendo con el agua los l¨ªmites del propio cuerpo. Cuando hizo la primera pregunta a Fl¨¢via, a¨²n ten¨ªa mojadas las puntas de los dedos y su mirada tambi¨¦n estaba h¨²meda:
- ?Por qu¨¦ voy a quedarme aqu¨ª?
Fl¨¢via descubri¨® que no ten¨ªa respuesta.
Maria hizo entonces la segunda pregunta:
- ?Qui¨¦n hay ah¨ª? ?Qui¨¦n va a dormir en la habitaci¨®n conmigo?
Fl¨¢via descubri¨® que tampoco ten¨ªa respuesta para esa. No ten¨ªa respuesta porque, al contrario de lo que suele suceder cuando ni?os y adolescentes nos muestran la cara del abismo, ella hab¨ªa escuchado las preguntas. La ¡°ni?a loca¡± hab¨ªa indagado sobre la estructura del Estado y de la sociedad que la obligaba a dar el primer paso dentro de una instituci¨®n psiqui¨¢trica. Tal vez Maria intuyese que ese paso podr¨ªa ser largo. Tal vez Maria adivinara que los dientes del sistema estaban esper¨¢ndola, ah¨ª mismo.
Fl¨¢via abraz¨® a Maria. Y le pidi¨® disculpas por no saber qu¨¦ responder. Maria entr¨®, cargando sus ojos mojados y signos de interrogaci¨®n.
La ¡°ni?a loca¡± hab¨ªa indagado sobre la estructura del Estado y de la sociedad que la obligaba a dar el primer paso dentro de una instituci¨®n psiqui¨¢trica
Lo que Maria pregunt¨® a Fl¨¢via, nos lo pregunt¨® a todos nosotros: ?Por qu¨¦, en el siglo XXI, ni?os y adolescentes brasile?os, la mayor¨ªa hijos de familias pobres, contin¨²an viendo sus vidas masticadas en un hospital psiqui¨¢trico. La ¡°ni?a loca¡± hizo a los normales la pregunta m¨¢s l¨²cida: por qu¨¦ la condenaban a una existencia de manicomio. A habitar un mundo de dolor, vagando entre paredes, desvisti¨¦ndose a s¨ª misma para vestir un uniforme, sin derecho al deseo. Por qu¨¦ le negaban la humanidad tan pronto.
Fl¨¢via no pudo olvidar las preguntas, menos a¨²n su falta de respuestas. Se dedic¨® a buscarlas. Las encontr¨® en el archivo del N¨²cleo de la Infancia y de la Adolescencia (NIA) del Centro de Atenci¨®n Integrada en Salud Mental (CAISM) Philippe Pinel. El Pinel es una de las instituciones de referencia para el internamiento de ni?os y adolescentes con problemas mentales en el estado de S?o Paulo. Fl¨¢via sab¨ªa que aquello que se suele llamar archivo muerto estaba bien vivo. Entonces, lo puso a hablar. Se encerr¨® en la peque?a sala rodeada de estantes todos los s¨¢bados de un a?o entero. Analiz¨® 451 casos, correspondientes a 611 internamientos ocurridos entre enero de 2005 y diciembre de 2009. De estos, el 79% de los ni?os y adolescentes hab¨ªan sido ingresados solo una vez. El 21% restante tuvieron de dos a siete reinternamientos. Ella tambi¨¦n acompa?¨® algunos casos, que continuaron volviendo al Pinel, en los a?os 2010 y 2011. Fl¨¢via quer¨ªa saber cu¨¢l era el recorrido de los ni?os y adolescentes que llegaban al hospital psiqui¨¢trico como primera providencia ¨C y no como excepci¨®n puntual y por tiempo determinado¨C.
El archivo del Pinel est¨¢ justo debajo de la enfermer¨ªa de los ni?os y adolescentes. Mientras investigaba, Fl¨¢via pod¨ªa o¨ªr los gritos. Percibi¨®, sin embargo, que m¨¢s que gritos hab¨ªa un silencio largo. Un silencio, en sus palabras, ¡°extra?o y profundo, un silencio que no imaginamos en un lugar lleno de ni?os y adolescentes¡±. Dentro del archivo, no. Los partes m¨¦dicos contaban historias. Aunque la voz de ni?os y ni?as resonara m¨¢s en las ausencias, entrel¨ªneas, los partes hablaban de infancias aniquiladas en una vida de manicomio. Y mostraban por qu¨¦ caminos la fabricaci¨®n de ni?os locos es una verdad profunda de Brasil. Fl¨¢via llamaba el archivo de ¡°sala de las almas¡±. Y las almas hablaban.
Dos ni?os, que se transformaron en adolescentes en el hospital psiqui¨¢trico, contaron historias que podr¨ªan ilustrar libros escabrosos sobre los manicomios del pasado, pero que ocurrieron en la primera d¨¦cada de este siglo. Aqu¨ª, ser¨¢n llamados Jos¨¦ y Raquel. Jos¨¦ permaneci¨® confinado 1.271 d¨ªas ¨C o tres a?os y cinco meses¨C. Raquel, 1.807 d¨ªas. La encerraron de los 11 a los 16 a?os y de all¨¢ la transfirieron a otra instituci¨®n psiqui¨¢trica. Jos¨¦ y Raquel estaban segregados en el Pinel, por orden de la Justicia, bajo reiteradas protestas del equipo t¨¦cnico del centro. Fueron depositados como cosas en el Pinel porque a¨²n es este el destino dado a ni?os como ellos en Brasil.
?Por qu¨¦?
Fl¨¢via sab¨ªa que aquello que se suele llamar archivo muerto estaba bien vivo. Entonces, lo puso a hablar. Analiz¨® 451 casos, correspondientes a 611 internamientos ocurridos entre enero de 2005 y diciembre de 2009
Es preciso prestar mucha atenci¨®n a las respuestas que Fl¨¢via encontr¨®. Sus escuchas de tres mil horas dentro del archivo se transformaron en una disertaci¨®n de m¨¢ster en psicolog¨ªa social en la Pontificia Universidad Cat¨®lica (PUC) de S?o Paulo. Sum¨¢ndose a trabajos fundamentales de otros investigadores del tema, tanto en S?o Paulo como en varios estados de Brasil, la investigaci¨®n muestra por qu¨¦ los manicomios se mantienen a pesar de las directrices de la pol¨ªtica de salud mental y del Estatuto del Ni?o y del Adolescente (ECA). La Ley n? 10.216, de 2001, orientada por la reforma psiqui¨¢trica, prioriza la atenci¨®n en red, en servicios integrados en la comunidad, cerca de la familia, y determina que el internamiento solo puede ocurrir una vez agotados todos los recursos extra-hospitalares. No es lo que sucede en demasiados casos.
¡°Medievales¡±, ¡°inhumanos¡± y ¡°criminales¡±. Esas son algunas de las palabras usadas para definir los hospicios desde que la lucha anti-manicomios se intensific¨® a partir del final de los a?os 70 y conquist¨® avances significativos durante este siglo. La investigaci¨®n muestra, sin embargo, que incluso instituciones y profesionales que intentan actuar de forma diferente son continuamente vencidos por los engranajes y por la escasez de servicios p¨²blicos de base. En la pr¨¢ctica, a¨²n hoy, es con el manicomio con el que se trata una parte significativa de los casos, una realidad solo posible por el desinter¨¦s casi absoluto de la sociedad por el destino de esos ni?os, en general hijos de familias pobres. Al hacer que el archivo muerto hablase, Fl¨¢via construye respuestas que necesitan ser escuchadas si queremos, de verdad, acabar con el delito de fabricar ni?os locos ¨C y, muchas veces, tambi¨¦n de conseguir enloquecerlos.
Raquel naci¨® en 1994. La madre estaba presa por tr¨¢fico de drogas, no por ser jefe de una organizaci¨®n criminal, sino por vender una peque?a cantidad para sustentar su propia adicci¨®n. Ese destino es com¨²n en los presidios del pa¨ªs, es tambi¨¦n generador de hu¨¦rfanos de madres vivas. Demasiado pobre para ocuparse de ella, la abuela llevo a Raquel a un centro de acogida a los cinco a?os. La ni?a es descrita de inmediato como ¡°agresiva¡±. Y, por ese motivo, la alejan de las otras ni?as. Pasa a vivir con la llamada ¡°madre social¡±, aislada en una casa al fondo del centro. La elecci¨®n, como muestra Fl¨¢via, pone de manifiesto que, desde siempre, la respuesta a la agresividad de Raquel es la exclusi¨®n. Obviamente, tampoco funcion¨®. De centro en centro, Raquel se convirti¨® en aquella que ¡°no funcionaba¡± en ning¨²n lugar.
Tal vez vale la pena preguntarse si la agresividad, al mirar el contexto y las circunstancias, no era el principal rasgo de Raquel. Pero el derecho a la historia es el primero que se arranca a los ¡°ni?os locos¡±. Ella ya ten¨ªa casi tantos r¨®tulos como a?os de vida: hija de presidiaria, abandonada, agresiva, no funciona... Raquel solo era vista por estigmas y fragmentos.
Ella quer¨ªa saber cu¨¢l era el recorrido de ni?os y adolescentes al hospital psiqui¨¢trico como primera providencia? y no como excepci¨®n puntual y por tiempo determinado
Negra como Maria, la ingresaron por primera vez en 2005, a los 11 a?os. Entr¨® en el sistema por orden de la Justicia. Antes de seguir su destino, es crucial entender las dos formas de entrada en las instituciones psiqui¨¢tricas, identificadas por la pesquisa. En ellas se encuentra una de las claves para comprender la fabricaci¨®n de los ni?os locos en el Brasil actual. As¨ª como los caminos por los que se mantiene viva la funci¨®n hist¨®rica de los manicomios como lugar de segregaci¨®n de aquellos que son decodificados como peligrosos para el orden social, incluso siendo solo pobres y abandonados.
En poco m¨¢s de la mitad de los casos ¨C 55% ¨C la solicitud de internamiento psiqui¨¢trico la hicieron familiares y diferentes servicios de la red de salud. En los otros 45% de los casos, ni?os y adolescentes fueron ingresados por orden judicial. Estos son los dos caminos de entrada en los hospitales psiqui¨¢tricos. La investigaci¨®n mostr¨®, sin embargo, algunas diferencias fundamentales para comprender el problema: en el periodo investigado, la Justicia ingres¨® antes, por m¨¢s tiempo y m¨¢s veces. La mayor¨ªa de los casos era de adolescentes, pero los ni?os respond¨ªan por el 20% de los internamientos por orden judicial. Por la v¨ªa de la red de salud, menos del 6% eran ni?os. Por orden judicial, el tiempo medio de internaci¨®n era casi el doble (55 d¨ªas contra 30). La Justicia tambi¨¦n fue responsable por el 92% de los internamientos con duraci¨®n mayor de 150 d¨ªas. Entre los 14 casos que sufrieron internaciones de cuatro a siete veces, 12 hab¨ªan sido confinados por orden judicial.
Entre ellos, Raquel. De los 11 a los 16 a?os, ella ingres¨® seis veces en el Pinel. La queja de la primera vez: ¡°Paciente institucionalizada hace ocho meses (nombre de otro hospital), con trastorno de comportamiento, heteroagresiva (agresividad dirigida a terceros), en tratamiento ambulatorial poco resolutivo¡±. Tras seis d¨ªas, el Pinel le dio el alta y la ni?a fue mandada a un centro de acogida. Ocho d¨ªas m¨¢s tarde, la ingresaron de nuevo por orden judicial: ¡°Paciente portadora de trastorno de conducta grave. Una vez en el centro, volvi¨® a ser agresiva. Cr¨ªtica seriamente comprometida, amenazadora¡±. Otros 19 d¨ªas de internamiento, y el Pinel pidi¨® a la justicia que le diese el alta. Pasada una semana, la solicitud fue atendida, y ella volvi¨® al centro. Tres d¨ªas m¨¢s y Raquel de nuevo fue ingresada en el Pinel por orden judicial: ¡°Al retornar al centro volvi¨® a presentar cuadro importante de liberaci¨®n de agresividad y falta de control de impulsos¡±. Raquel estuvo encerrada en el Pinel durante 1.004 d¨ªas.
En esas tres primeras veces, fue evidente que la justicia ingresaba y el hospital liberaba, porque no hab¨ªa raz¨®n para mantener a Raquel confinada. Documentos adjuntos al parte m¨¦dico muestran que la direcci¨®n de la instituci¨®n envi¨® diversos informes a la justicia, tanto informando del alta m¨¦dica de la paciente como pidiendo remisi¨®n a un centro de acogida y tratamiento ambulatorial. En uno de los documentos, la direcci¨®n afirmaba: ¡°Nuestro hospital est¨¢ haciendo el papel de centro de acogida para esos adolescentes. Sabedores de esa ilegalidad le pedimos con urgencia una resoluci¨®n para ese problema¡±. Y, en otro oficio: ¡°Actualmente la adolescente contin¨²a residiendo en la enfermer¨ªa para tratamiento de pacientes agudos, se encuentra lejos de la escuela y con enormes perjuicios psicol¨®gicos y sociales¡±.
¡°Medievales¡±, ¡°inhumanos¡± y ¡°criminales¡±. Esas son algunas de las palabras usadas para definir los hospicios desde que la lucha contra los manicomios se intensific¨® a partir del final de los a?os 70
Cada tres meses, el Pinel mand¨® oficios a la justicia. Solo fue atendido tras casi dos a?os y nueve meses. Pero la vida de Raquel fuera del hospital dur¨® solo una semana. La ingresaron otra vez en la instituci¨®n. El motivo: ¡°Evoluciona con episodios recurrentes de agresividad, fugas necesitando atenci¨®n en unidades de emergencia. Hace dos d¨ªas en seguimiento en el CAPS sin adhesi¨®n al tratamiento¡±. Tras 413 d¨ªas m¨¢s de internamiento, Raquel huy¨® del hospital. Volvi¨® espont¨¢neamente dos d¨ªas m¨¢s tarde. ?A d¨®nde podr¨ªa ir, una vez que el largo periodo de confinamiento rasg¨® a¨²n m¨¢s los fr¨¢giles v¨ªnculos familiares y le impidi¨® crear nuevos?
Raquel permaneci¨® ingresada 244 d¨ªas m¨¢s, antes de que la llevasen a otro centro. Quince d¨ªas fuera del hospital, y la justicia la mand¨® de vuelta: ¡°Tir¨® sus medicinas, rompi¨® el vidrio de la sala de juegos, se hiri¨®, agarr¨® el tel¨¦fono para ahorcarse y huy¨® a una ciudad vecina diciendo que iba a buscar a sus abuelas¡±.
En la sexta vez, est¨¢ registrado en el parte: ¡°La paciente verbaliza que la mayor dificultad que enfrent¨® en su retorno al centro fue una sensaci¨®n de inadecuaci¨®n en la convivencia con adolescentes sin problemas psiqui¨¢tricos; por desgracia, se cre¨® un v¨ªnculo inadecuado iatrog¨¦nico (provocado por la propia pr¨¢ctica m¨¦dica) de seguridad con el ambiente de internamiento, lo que se configura como Hospitalismo¡±.
En otras palabras. Raquel ya no sab¨ªa vivir fuera del hospital psiqui¨¢trico, sus v¨ªnculos estaban dentro de la instituci¨®n. Si ten¨ªa alg¨²n afecto, era all¨ª. Era en el hospital que ella sab¨ªa c¨®mo comportarse, identificaba una rutina, hac¨ªa amigos entre otros ni?os y adolescentes como ella o realmente enfermos. Consideraba parientes a los profesionales de salud. Y, m¨¢s tarde se sabr¨ªa, romp¨ªa cosas y agred¨ªa a personas cuando la mandaban al centro porque sab¨ªa que as¨ª volver¨ªa a aquel que era el ¨²nico lugar parecido con un hogar que tuvo en la vida.
En total, Raquel estuvo encerrada en el Pinel cinco a?os. Se subraya: sin necesidad. Su vida cabe en tres cajas del archivo. Pero ese no fue el final de su trayectoria. En 2010, a los 16 a?os, fue transferida a otro hospital psiqui¨¢trico
En esa ¨¦poca, la direcci¨®n del Pinel mand¨® otro oficio a la justicia: ¡°Aprovechando la oportunidad para hablar de la indignaci¨®n de ese equipo t¨¦cnico que, diversas veces, accion¨® la judicatura solicitando el alta de esos adolescentes que, en la ocasi¨®n, necesitaban solo de un centro como vivienda y dar continuidad a la atenci¨®n ambulatorial, teniendo as¨ª su derecho constituido¡±.
En total, Raquel estuvo encerrada en el Pinel cinco a?os. Se subraya: sin necesidad. Su vida cabe en tres cajas del archivo. Pero ese no fue el fin de su trayectoria en manicomios. En 2010, a los 16 a?os, la mandaron a otro hospital psiqui¨¢trico.
El diagn¨®stico que sostuvo la condena de Raquel a una vida de manicomio es bastante revelador: ¡°trastorno de conducta¡±. Seg¨²n la Clasificaci¨®n Estad¨ªstica Internacional de Enfermedades (CID), ¡°los trastornos de conducta se caracterizan por patrones persistentes de conducta antisocial, agresiva o desafiante. As¨ª, ese comportamiento debe comportar grandes violaciones de las expectativas sociales propias de la edad de la ni?a; debe haber m¨¢s que las travesuras infantiles o la rebeld¨ªa del adolescente y se trata de un patr¨®n duradero de comportamiento (seis meses o m¨¢s)¡±. Esa ¡°patolog¨ªa¡±, as¨ª como otras que componen la CID, es rebatida por parte de los psiquiatras, psicoanalistas y psic¨®logos, as¨ª como por profesionales de otros campos del conocimiento. Pero, incluso acept¨¢ndose que esa enfermedad de hecho exista, el tratamiento recomendado es la inserci¨®n comunitaria ¨C y no aislamiento¨C.
En su investigaci¨®n, Fl¨¢via mostr¨® que el diagn¨®stico de ¡°trastorno de conducta¡± se ha usado de modo generalizado ¨C y casi displicente ¨C para justificar internamientos en hospitales psiqui¨¢tricos. Tanto en el ingreso por la v¨ªa de la red de salud como en el internamiento por orden judicial, el principal diagn¨®stico es esquizofrenia. Pero el ¡°trastorno de conducta¡± ha aumentado. En una comparaci¨®n con una pesquisa anterior, en la que Julia Hatakeyama Joia analiz¨® los partes del Pinel entre febrero de 2001 y agosto de 2005, Fl¨¢via constat¨® que los llamados ¡°trastornos del comportamiento y trastornos emocionales¡± ¨C de los cuales ¡°trastornos de conducta¡± corresponden al 75% de los casos ¨C crecieron como motivo del confinamiento. En 2002, eran causa del 5,26% de los internamientos. Pasaron al 7,14% en 2005. Y alcanzaron el 15,2% de los casos en 2009. ¡°En muchos casos, se diagnostica en ni?os con episodios de descontrol y agresividad, sin que exista un an¨¢lisis sobre su historia y contexto de vida¡±, afirma la psic¨®loga. Otro dato comparativo de extrema relevancia es que, entre 2001 y 2004, la proporci¨®n de internaciones en el Pinel por orden judicial era del 23% del total. De 2005 a 2009 salt¨® hasta el 45%.
En su investigaci¨®n, Fl¨¢via mostr¨® que el diagn¨®stico de ¡°trastorno de conducta¡± se us¨® de modo generalizado ¨C y casi displicente ¨C para justificar internamientos en hospitales psiqui¨¢tricos
El ¡°trastorno de conducta¡± es mucho m¨¢s recurrente en el internamiento por orden judicial que en el internamiento por la v¨ªa de la red de salud. Es el diagn¨®stico de un cuarto de los ingresos con duraci¨®n superior a 150 d¨ªas y por m¨¢s de un tercio de los casos de ni?os y adolescentes ingresados de cuatro a siete veces. Es el r¨®tulo de Raquel ¨C y tambi¨¦n el de Jos¨¦. Ni?os que representan casi el 80% de los ni?os y adolescentes ingresados, un dato cuyas razones a¨²n necesitan comprenderse mejor.
Jos¨¦ ten¨ªa 10 a?os cuando dio el primero paso dentro del Pinel, por orden judicial. Hab¨ªa pasado, seg¨²n el informe de la instituci¨®n, por ¡°malos tratos, negligencias y privaci¨®n afectiva¡±. Present¨® ¡°comportamientos desafiadores y transgresores, lo que acab¨® en rechazo y abandono familiar, principalmente de su madre¡±. La madre decidi¨® entreg¨¢rselo al padre, en Bah¨ªa. El d¨ªa del viaje, Jos¨¦ se neg¨® a ir. ?l no quer¨ªa separarse de la madre. Para que no le obligasen a viajar, intent¨® lanzarse dos veces delante de los coches, en la calle. La ¡°crisis de agitaci¨®n¡± le llev¨® a su primera internaci¨®n. La duraci¨®n: 623 d¨ªas.
Cuando le dieron el alta, Jos¨¦ fue mandado a un centro de acogida. Permaneci¨® solo tres d¨ªas antes de ser ingresado de nuevo. Esa vez, lo encerraron 255 d¨ªas. Jos¨¦ huy¨®. ?A d¨®nde? A casa de la madre. Otro internamiento, por ¡°agitaci¨®n psicomotora con intensa heteroagresividad, baja tolerancia a la frustraci¨®n, sin cr¨ªtica, y riesgo de vida¡±. Esa vez, estuvo 84 d¨ªas en la instituci¨®n antes de huir nuevamente. ?A d¨®nde? A casa de la madre. En el cuarto y ¨²ltimo internamiento, permaneci¨® 309 d¨ªas en el Pinel. Entonces lo mandaron a un centro. De donde huy¨®. A Bah¨ªa, en busca de un lugar y de afecto.
En total, Jos¨¦ estuvo 1.271 d¨ªas encerrado en el Pinel: tres a?os y cinco meses. Sobre Jos¨¦ y Raquel, el equipo t¨¦cnico del hospital envi¨® un oficio a la Justicia, en 2008: ¡°(...) Est¨¢n de alta m¨¦dica, pero permanecen en esta enfermer¨ªa psiqui¨¢trica para tratamiento de pacientes con trastornos mentales agudos, privados de tener una vida digna, por no tener retaguardia familiar y no existir vacantes en centros¡±. Sobre ese destino, Fl¨¢via afirma: ¡°Los internamientos son motivados por una combinaci¨®n compleja, que resulta en una situaci¨®n de vulnerabilidad. La respuesta de la internaci¨®n psiqui¨¢trica, adem¨¢s de reductora de complejidad, es productora de mayor sufrimiento. El ingreso por orden judicial revela una concepci¨®n sobre la infancia y la adolescencia pautadas en el miedo y en el peligro. Propone una respuesta ¨²nica a todas las situaciones, sin considerar diferencias, singularidades y contextos. Reduce ni?os y adolescentes al estatus de paciente psiqui¨¢trico peligroso, produciendo su cronificaci¨®n¡±. Es as¨ª como se fabrican ni?os locos.
Vale la pena la pregunta: ?Huir puede haber sido un acto de cordura de Jos¨¦, en el intento de no enloquecer? De alg¨²n modo, a pesar de todo y de todos, ¨¦l parece creer que existe un lugar para ¨¦l, un lugar con afecto. Jos¨¦, Raquel y Maria nos muestran que no hay desamparo mayor que el de un ni?o en un manicomio. Nadie est¨¢ m¨¢s solo en ese mundo que Jos¨¦, Raquel y Maria. Expuestos a una sociedad que, adem¨¢s de no protegerlos, los enloquece. Ellos huyen, como Jos¨¦, ellos rompen todo, como Raquel, ellos hacen preguntas, como Maria. Pero est¨¢n solos. Y cada uno de sus actos de resistencia es otro sello de su supuesta locura en un archivo muerto.
El desaf¨ªo expuesto por la pesquisa es tambi¨¦n el de completar la reforma psiqui¨¢trica en Brasil. Ni?os y adolescentes, seg¨²n la legislaci¨®n, deben ser tratados dentro de la comunidad, junto a la familia, sin alejarles de la escuela
Al analizar los partes, Fl¨¢via consigui¨® identificar claramente las diferencias entre el internamiento v¨ªa red de salud y el internamiento por orden judicial. Esas son conclusiones cruciales del trabajo, porque apuntan lo que funciona y lo que no funcionada, apuntan salidas. En la red de salud, la mayor parte de las remisiones se hace por la emergencia de hospitales, lo que no es el mejor recorrido. Solo el 8% son enviados a Unidades B¨¢sicas de Salud o por CAPS (Centro de Atenci¨®n Psicosocial) infantil, que deber¨ªan ser la puerta de entrada para ni?os y adolescentes con s¨ªntomas de enfermedades mentales. Esos datos demuestran la falta de esos servicios, causando desamparo en la poblaci¨®n que necesita de asistencia por el Sistema ?nico de Salud. En vez de comenzar el tratamiento por la red b¨¢sica, integrada en la comunidad, lo inician por el final y por aquello que es una excepci¨®n necesaria en un m¨ªnimo de casos: el internamiento. La hip¨®tesis de Fl¨¢via es que, si hubiera m¨¢s servicios comunitarios de salud mental, como est¨¢ previsto en la legislaci¨®n, es probable que la necesidad de internamiento fuera bastante menor. En vez del hospital psiqui¨¢trico, una red articulada, con inversi¨®n mayor en equipos de salud mental, en la capacitaci¨®n e implantaci¨®n del Programa de Salud de Familia y de centros de atenci¨®n psicosocial. ¡°La patologizaci¨®n de los ni?os en situaci¨®n de vulnerabilidad social pone de manifiesto la precariedad de la red de atenci¨®n y cuidado, y tambi¨¦n la insuficiente articulaci¨®n entre las pol¨ªticas p¨²blicas en los campos de la educaci¨®n, salud, vivienda y ocio¡±, afirma.
La diferencia es clara en el an¨¢lisis de los datos. En los casos enviados por los Centros de Atenci¨®n Psicosocial, la media de d¨ªas de internaci¨®n es m¨¢s baja que por los otros caminos. Cuando ni?os y adolescentes son cuidados por los CAPS tras el alta, solo el 3% son reinternados. ¡°Eso muestra que los servicios comunitarios funcionan, pero hay un n¨²mero insuficiente¡±, afirma Fl¨¢via. ¡°En los pacientes mandados por la red de salud, el hospital funciona como enfermer¨ªa de crisis. La mayor¨ªa es de adolescentes de 15 a 17 a?os, en su primer brote psic¨®tico, donde son cuidados y liberados. Ya en el internamiento por v¨ªa judicial, el hospital funciona como instituci¨®n de aislamiento.¡±
El desaf¨ªo expuesto por la pesquisa es tambi¨¦n el de completar la reforma psiqui¨¢trica en Brasil. Ni?os y adolescentes, seg¨²n la legislaci¨®n, deben ser tratados dentro de la comunidad, junto a la familia, sin alejarles de la escuela. La enfermedad, si de hecho existe, debe ser comprendida como una de las varias caracter¨ªsticas ¨C y no como la verdad ¨²nica sobre aquel ni?o y adolescente¨C . Incluso el internamiento, si fuera necesario, debe entenderse como una parte de la historia ¨C y no como la historia entera¨C. El internamiento es un momento, no un destino.
Fl¨¢via permanec¨ªa desde la una de la ma?ana hasta las nueve de la noche de cada s¨¢bado en la sala de las almas del Pinel. Una noche, estaba tan concentrada en los partes que se olvid¨® de la hora y se atras¨® para salir. El guardia del port¨®n se neg¨® a dejarla ir. Eran las reglas. ?l no estaba all¨ª para pensar sobre ellas, y s¨ª para cumplirlas. Y Fl¨¢via supo lo que era estar entre muros ¨C y no ser escuchada¨C . Tras un tiempo que pareci¨® demasiado, Fl¨¢via consigui¨® probar que era una psic¨®loga, haciendo un trabajado de pos graduaci¨®n para la PUC. Cree que el hecho de ser blanca, rubia y de ojos azules la ayud¨® en su ¡°liberaci¨®n¡±. Pero, al abrir el port¨®n, el guarda jurado le alert¨®: ¡°La pr¨®xima vez, se queda¡±. Por un momento, temblorosa, Fl¨¢via tuvo una tenue aproximaci¨®n a lo que sintieron Raquel, Jos¨¦ y Maria, solo tres entre los centenares de ¡°ni?os locos¡± fabricados este siglo.
Al final de su estancia en el archivo muerto que ella descubri¨® que estaba vivo, Fl¨¢via finalmente ten¨ªa las respuestas para Maria.
1) ?Por qu¨¦ voy a quedarme aqu¨ª?
- Porque las instituciones que componen la red de atenci¨®n al ni?o y al adolescente trabajan de forma desintegrada y no consiguen atender sus necesidades.
2) ?Qui¨¦n est¨¢ ah¨ª? ?Qui¨¦n va a dormir en la habitaci¨®n conmigo?
- Los ni?os y los adolescentes que tuvieron sus destinos producidos activamente por la irresponsabilidad y por el abandono.
Maria pregunt¨®. Fl¨¢via escuch¨®. Escuch¨® de hecho no cuando la oy¨®, pero cuando hizo el movimiento de buscar las respuestas. Ellas est¨¢n ah¨ª, pero solo provocar¨¢n un cambio si el Estado, los gobiernos y la sociedad las escuchen. Si nosotros las escuchemos. Es, finalmente, de escuchar de lo que se trata.
Fl¨¢via desconoce el paradero de Jos¨¦. Raquel fue liberada al completar 18 a?os. ?Pero qu¨¦ queda para Raquel tras lo que hicimos con ella? ?Es posible, es moral, es decente decirle a Raquel: vaya a estudiar, vaya a trabajar, vaya a construir una vida? ¡°Es una marca tan profunda que personas como Raquel, incluso saliendo de la instituci¨®n, contin¨²an institucionalizadas¡±, dice Fl¨¢via. ¡°La institucionalizaci¨®n parece una gran m¨¢quina que absorbe el potencial humana, creando seres humanos sin deseo. La institucionalizaci¨®n es la patolog¨ªa m¨¢s grave de la salud mental.¡±
A los 19 a?os, Raquel hoy deambula por las calles y albergues de S?o Paulo, alrededor de las instituciones. A veces se declara ¡°loca¡± y la ingresan por cortos periodos. Raquel siempre pregunta por su mejor amigo:
- ?D¨®nde est¨¢ Jos¨¦?
Eliane Brum es escritora, reportera y documentarista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m ve, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos y de la novela Uma Dos. Email: elianebrum@uol.com.br. Twitter: @brumelianebrum
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