Amsterdam reconoce su deuda con los jud¨ªos supervivientes del Holocausto
Una estudiante encontr¨® las quejas de los afectados en los Archivos Municipales
¡°Las reglas son las reglas¡±, es una de las m¨¢ximas m¨¢s arraigadas de la sociedad holandesa, pero en 1947 el Ayuntamiento de Amsterdam la llev¨® al extremo. Dos a?os despu¨¦s de la II Guerra Mundial, al menos 342 vecinos jud¨ªos supervivientes del Holocausto tuvieron que pagar impuestos sobre las propiedades abandonadas tras su internamiento en campos de concentraci¨®n. En la mayor¨ªa de los casos, las viviendas fueron confiscadas por los nazis y luego vendidas a los colaboracionistas holandeses, que huyeron tras la victoria aliada. El consistorio de la ¨¦poca no consider¨® relevante la situaci¨®n de los inquilinos originales, y una vez recuperados sus antiguos hogares, impuso incluso multas en concepto de atrasos. Eberhard van der Laan, actual alcalde, ha reconocido unos hechos ¡°muy dolorosos porque prim¨® la burocracia y se olvid¨® a las personas¡±, y tambi¨¦n el derecho de los afectados a ser indemnizados.
Destapado gracias a Charlotte van den Berg, una becaria que trabajaba en 2011 en la digitalizaci¨®n de los Archivos Municipales y encontr¨® las quejas de los jud¨ªos, el caso ha sido examinado por el Instituto para la Investigaci¨®n de la Guerra, Holocausto y Genocidio. Su respuesta, solicitada por el propio Van der Laan, es clara. Con los documentos recuperados -no todos los afectados dejaron sus datos en las ventanillas locales- los supervivientes, o sus familias, deber¨ªan recibir una compensaci¨®n de 4,5 millones de euros por las tasas exigidas, y 400.000 euros m¨¢s por las multas impuestas. ¡°La cuant¨ªa de la suma definitiva es cosa de los pol¨ªticos¡±, han subrayado sus portavoces.
Ronny Naftaniel, representante de la comunidad jud¨ªa holandesa a trav¨¦s del Centro para la Informaci¨®n y Documentaci¨®n de Israel, cree que la cifra real es muy superior. ¡°Puede rondar los 10,5 millones de euros porque hubo inquilinos que pagaron sin rechistar por miedo. Holanda trat¨® mal a los jud¨ªos que regresaron por dos motivos: la poblaci¨®n pas¨® hambre y grandes penurias durante la ocupaci¨®n, y no pensaron que hubiera supervivientes del Holocausto. Devolverles sus posesiones fue muy dif¨ªcil. El Ayuntamiento restituy¨® las casas, pero tambi¨¦n recuper¨® las deudas¡±, se?ala. En este punto, los expertos sobre la guerra recuerdan un detalle tremendo. El asesor jur¨ªdico consultado por el Ayuntamiento de la posguerra holandesa, consider¨® ¡°cruel y carente de sensibilidad¡± gravar a los supervivientes del horror nazi, pero no le escucharon.
A pesar de que 110.000 jud¨ªos holandeses perecieron en el Holocausto (de los 80.000 deportados en ?msterdam murieron 62.000, entre ellos Ana Frank y su familia) y de que la ordenada burocracia nacional facilit¨® las cosas, el celo impositivo del antiguo Concejo municipal alcanz¨® las cuentas del gas dom¨¦stico y la posesi¨®n de perros, abandonados a la fuerza por sus due?os. Naftaniel se?ala que entre 1998 y 1999, el consistorio de ?msterdam, y el Gobierno, pidieron disculpas. Ahora que el alcalde Van der Laan parece dispuesto a actuar, espera que les llame para hacer un inventario completo de afectados.
En una de las cartas rescatada por la becaria, un vecino jud¨ªo pide a las autoridades ¡°que se gu¨ªen por razones morales al abordar este caso¡±. Antes de su deportaci¨®n, perdi¨® su hogar y todo su dinero, que acab¨® en las arcas nazis a trav¨¦s del banco Lippmann,Rosenthal & Co, de ?msterdam. La entidad era en realidad una tapadera utilizada por el Tercer Reich como si fuera una filial del banco del mismo nombre, creado de forma leg¨ªtima en 1859. Muy efectiva, sirvi¨® para transferir a Berl¨ªn los bienes que los jud¨ªos holandeses eran obligados a entregar al ocupante. Para que el enga?o fuera completo, otra oficina fue instalada en el campo de concentraci¨®n holand¨¦s de Westerbork (al noreste del pa¨ªs). Los detenidos que hubieran llevado consigo alguna cosa de valor, ya fueran joyas o dinero, ten¨ªan que dejarlo all¨ª antes de ser empujados al tren camino de Dachau o Bergen-Belsen.
Charlotte Van den Berg, que trabajaba con otros becarios, inform¨® enseguida de su hallazgo al Ayuntamiento. En 2013, y todav¨ªa sin una respuesta oficial, supo que las cartas ser¨ªan destruidas una vez digitalizadas y acudi¨® al rotativo local, Het Parool. El mismo diario fundado por la resistencia holandesa en 1941, que en 1944, en plena ilegalidad, lleg¨® a tirar 100.000 ejemplares. Confrontado con su propio retraso investigador, el consistorio de ?msterdam encarg¨® el informe reci¨¦n presentado al Instituto para la Documentaci¨®n de la Guerra.
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