¡°Yo quiero que Brasil pierda¡±
Una encuesta revela que s¨®lo el 55% de la poblaci¨®n de R¨ªo de Janeiro apoyar¨¢ a la selecci¨®n brasile?a durante el Mundial
Jos¨¦ Campos Lara, nacido en el estado de Minas Gerais hace 55 a?os e hincha de Fluminense, aprovecha uno de los atascos cr¨®nicos que ralentizan la vida diaria en R¨ªo de Janeiro y saca de la guantera de su taxi el carn¨¦ de m¨¦dico de su hijo, nefropediatra. ¡°Yo quiero que Brasil pierda el Mundial¡±, exclama. ¡°Este pa¨ªs no invierte en hospitales ni educaci¨®n, tendr¨ªan que escuchar ustedes las dificultades que encuentra mi hijo para poder hacer su trabajo. Lo siento mucho, pero espero que Brasil sea eliminada en primera ronda, los pol¨ªticos necesitan un castigo¡±.
No es el ¨²nico que lo piensa. Una encuesta de Unicarioca publicada la semana pasada revel¨® que solo el 55% de la poblaci¨®n de R¨ªo de Janeiro apoyar¨¢ a la selecci¨®n brasile?a durante el Mundial: al 23% no le gusta el f¨²tbol, y el 22% restante no quiere que Brasil gane. En febrero, la revista Veja public¨® una encuesta realizada a 4.350 brasile?os, seg¨²n la cual solo un 11% considera que la Copa del Mundo dejar¨¢ una imagen positiva de su pa¨ªs.
Hace cuatro a?os, semanas antes del Campeonato Mundial de Sud¨¢frica, las calles de R¨ªo de Janeiro ya estaban engalanadas con banderas y carteles de apoyo a la selecci¨®n canarinha. Hoy las se?ales visuales de entusiasmo brillan por su escasez. En el m¨ªtico Maracan¨¢, sede de la final, la mayor referencia a la Copa son unos postes pintados de verde y amarillo. En los barrios de Copacabana e Ipanema no se nota nada especial. En la favela de Vidigal los ni?os corretean con camisetas de sus ¨ªdolos y de clubes de varios pa¨ªses, pero no se ven carteles de apoyo a la sele?ao. La tradici¨®n de decorar el pa¨ªs antes de un Mundial, que tuvo su apogeo en las d¨¦cadas de 1980 y 1990, parece estar desinfl¨¢ndose.
¡°Hace cuatro a?os hab¨ªa mucho m¨¢s ambiente¡±, explica a este diario Pedro Trengrouse, asesor de Naciones Unidas y profesor de la Fundaci¨®n Getulio Vargas. ¡°El Gobierno no se ha preocupado por la inclusi¨®n del pueblo en la Copa. Primero, vendi¨® como obras del Mundial infraestructuras de transporte que no tienen nada que ver con la Copa, generando muchas expectativas. En segundo lugar, los brasile?os experimentan una privaci¨®n relativa: muy pocos tienen entradas para los partidos, no participan de la fiesta. El Gobierno prometi¨® de m¨¢s y entreg¨® de menos. La consecuencia es un clima de des¨¢nimo, de frustraci¨®n¡±.
El consumo tampoco parece haber arrancado. Los comerciantes cariocas repiten que el movimiento econ¨®mico es menor que hace cuatro a?os, a pesar de que esta vez la Copa se juegue en casa. ¡°El carioca est¨¢ desmotivado debido a las denuncias de gastos excesivos con la Copa¡±, dice Fabrisio, due?o de una tienda de decoraci¨®n y regalos en pleno coraz¨®n de Copacabana. ¡°Las huelgas de transporte y las manifestaciones no est¨¢n ayudando¡±, explica a su vez Antenor Barros Leal, presidente de la Asociaci¨®n Comercial de R¨ªo de Janeiro, que aunque dice ser ¡°claramente optimista sobre la Copa¡± muestra su preocupaci¨®n por los ¡°altos precios de R¨ªo y Sao Paulo, que no son atractivos. Yo espero que el consumo crezca a partir de dentro de 15 d¨ªas¡±.
S¨®lo parece haber una empresa que no tiene nada de que quejarse, la editorial Panini, cuyo ¨¢lbum oficial del Mundial se ha vendido como churros. ¡°Es un campeonato hist¨®rico, que se juega en casa¡±, dice Fernando, de 32 a?os, mientras compra unos cromos en un kiosco de Copacabana. Su due?o, despu¨¦s, aclara que los ni?os le quitan los cromos de las manos: ¡°Ellos son ajenos al malestar¡±.
La agencia de calificaci¨®n de riesgos Moody's advirti¨® hace meses de que el Mundial de f¨²tbol tendr¨ªa un impacto "poco duradero" sobre la econom¨ªa de Brasil. Seg¨²n la consultora inglesa Capital Economics, el impacto del aumento de consumo s¨®lo significar¨¢ entre un 0,1% y un 0,2% del PIB nacional. Estos datos contrastan con un estudio publicado por la fundaci¨®n Getulio Vargas y la consultora Ernst & Young en 2010, cuando Brasil rezumaba optimismo y euforia, a tenor de que el ¡°impacto econ¨®mico potencial¡± del campeonato llegaba a los 143.000 millones de reales (44.000 millones de euros) y resultar¨ªa en la creaci¨®n de 3,6 millones de empleos directos e indirectos.
Edson Paulo Domingues, profesor de Econom¨ªa de la Universidad Federal de Minas Gerais, afirma que el n¨²mero total de empleos generados por el torneo es de 300.000, apenas un 10% de las cifras que tambi¨¦n maneja el Gobierno. ¡°Las estimaciones de los informes de consultor¨ªa encargados por el Gobierno utilizan metodolog¨ªa menos sofisticada, y adem¨¢s suelen estar inflados¡±, se?ala Domingues: ¡°Todos los pa¨ªses anuncian impactos muchos mayores que los observados¡±.
Los hoteles de R¨ªo y Sao Paulo han rebajado sus precios entre un 20% y un 30% en el ¨²ltimo mes, a medida que se manifiesta la diferencia entre las expectativas oficiales de visitantes (600.000) y la demanda real (afectada en el caso de R¨ªo por la burbuja inflacionaria). Seg¨²n datos del F¨®rum de Operadores Hoteleros de Brasil, todav¨ªa hay vac¨ªas un tercio de las habitaciones disponibles durante el mes que durar¨¢ la Copa. Con algo de paciencia pueden regatearse los precios en las recepciones de varios hoteles c¨¦ntricos.
Brasil es un pa¨ªs gigantesco, y en algunas ciudades (como Salvador de Bah¨ªa) el entusiasmo es m¨¢s perceptible que en las metr¨®polis de R¨ªo de Janeiro y S?o Paulo. En regiones menos desarrolladas que albergar¨¢n partidos (como Natal, Manaos o Cuiab¨¢) ¡°la infraestructura era mucho peor y el Mundial dejar¨¢ un legado m¨¢s relevante¡±, asegura Domingues. ?Se tornar¨¢ el malestar en alegr¨ªa y euforia una vez que ruede la pelota? El presidente de la Autoridad P¨²blica Ol¨ªmpica, el general Fernando de Azevedo, cree que s¨ª: ¡°Antes de comenzar las olimpiadas de Londres tambi¨¦n hab¨ªa un ambiente negativo. Nosotros somos el pa¨ªs del f¨²tbol. En cuando ruede la bola s¨®lo pensaremos en ganar y apoyar a la selecci¨®n¡±.
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