Una lucecita en Cit¨¦ Soleil
El centro que regenta Sor Milagros en Puerto Pr¨ªncipe da educaci¨®n a mil ni?os
![Milagros Caballero lleva 40 a?os de misionera en Hait¨ª.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DYHEKP7M3AIMFFHYCFTWRMVC5U.jpg?auth=47ba47db0878dd5ec0e7ba8f883de4fdec0f493a684c5b1b47cbc754b26e09d1&width=414)
Lo dice todo el que conoce la historia de violencia y pobreza extrema de Cit¨¦ Soleil: no deje de ir a ver lo que hacen all¨ª las Hijas de la Caridad de San Vicente Paul. Si uno no comulga mucho con la fe, como es el caso, puede darle pereza. Pero enseguida entiendes que estas monjas son de armas tomar y que la labor social que realizan es extraordinaria. Para empezar, no es f¨¢cil encontrar un cristiano con veh¨ªculo que se atreva a cruzar las calles polvorientas de este miserable suburbio de Puerto Pr¨ªncipe, el m¨¢s pobre de la capital m¨¢s pobre de Am¨¦rica Latina y del hemisferio occidental. Aqu¨ª malviven 300.000 personas hacinadas en chabolas hechas de tablones, barro y techos de zinc, aut¨¦nticos hornos malayos cuando aprieta el sol, y la mayor¨ªa carecen de electricidad, agua y letrinas, sin contar con que el 75% de los j¨®venes que las habitan no poseen empleo pero s¨ª machetes y pistolas.
?¡°Yo ya estoy acostumbrada¡ Pero la verdad es que no son muchos los que quieren venir por aqu¨ª¡±, admite Sor Milagros tras abrirse el port¨®n del centro que regenta en el epicentro de este infierno, que el terremoto de 2010 inflam¨® m¨¢s todav¨ªa. Ya no hay tantos asesinatos y balaceras como antes, cuando la locura se instal¨® en Hait¨ª tras la partida del expresidente Jean Bertand Aristide, en 2004, pero Cit¨¦ Soleil sigue siendo dinamita. ¡°La gente aqu¨ª no tiene nada, s¨®lo hambre y pocas formas de buscarse la vida¡±, asegura la hermana.
En Cit¨¦ Soleil malviven 300.000 personas hacinadas en chabolas. Los j¨®venes no poseen empleo, pero s¨ª pistolas
Milagros se apellida Caballero y es de Valladolid. Acaba de cumplir 80 y la mitad de su vida la ha pasado en Cit¨¦ Soleil. ¡°Hace 40 a?os empezamos con un peque?o centro de salud all¨ª mismo¡¡±. Se?ala con sus ojos hacia unos bancos donde ahora guardan cola dos o tres docenas de madres con sus hijos que no hablan ni juegan, no tienen fuerzas. El problema no ha cambiado desde los a?os setenta. ¡°Los ni?os lo que est¨¢n es malnutridos: sus padres no tienen para darles de comer, as¨ª de cruda es la vida¡±. Son las 11 de la ma?ana de un soleado d¨ªa de fines de mayo y a esta hora 98 ni?os y 35 embarazadas ya han sido atendidos ¡ªel centro consulta un promedio de 200 casos diarios¡ª. Los peque?os con problemas m¨¢s graves son ingresados durante semanas o meses en una sala de nutrici¨®n (60 plazas) donde reciben alimentaci¨®n tres veces al d¨ªa, duermen en una cama digna y juegan en una peque?a guarder¨ªa. ¡°Aqu¨ª reviven¡±, resume su responsable.
Mientras dura el ingreso las madres acuden a pasar el d¨ªa con sus hijos y a Sor Milagros se le ocurri¨® que a estas mujeres tambi¨¦n hab¨ªa que ense?arles un oficio con el que ganarse despu¨¦s la vida. As¨ª se cre¨® un taller de costura en el que miles de madres de Cit¨¦ Soleil han aprendido a coser y a bordar. Las mismas hermanas comercializan su producci¨®n de manteles, delantales, mu?ecas y tarjetas de Navidad, y les entregan despu¨¦s el dinero obtenido.
Aunque tiene las rodillas operadas, esta misionera no para. Muestra las aulas de preescolar donde tiene a su cargo 300 ni?os ¡ªmuchos salidos del centro de nutrici¨®n¡ª, y despu¨¦s entra a la farmacia, al laboratorio, o abre una habitaci¨®n donde hay decenas de cunitas para la hora de la siesta¡. ¡°?El dinero? ?Ay, mi hijo! Eso si yo ni s¨¦ de donde viene¡±, asegura. Como la educaci¨®n en Hait¨ª se paga, cuando es necesario ella hace malabares para obtener donaciones de aqu¨ª y de all¨¢ y subsidiar la ense?anza de sus chicos. Aporrea otra puerta y aparecen las instalaciones de primaria, donde estudian otros 700 chicos con financiamiento de la AECID. El equipo est¨¢ integrado por ocho monjas, cuatro m¨¦dicos y varias enfermeras haitianas, adem¨¢s de 20 profesoras, cocineras¡ ¡°En fin...¡±, dice, rest¨¢ndose importancia.
Hoy las balas que m¨¢s matan son la pobreza y la miseria
El hospital cercano, tambi¨¦n construido por su congregaci¨®n, fue atendido por ellas hasta los disturbios ocurridos tras el abrupto fin del segundo mandato de Aristide. Entonces se lo dejaron al Estado y ahora lo gestiona M¨¦dicos sin Fronteras. En aquellos a?os s¨ª sonaban los balazos de verdad, aunque a ellas los delincuentes las respetaban. Les dec¨ªan, ¡°Hermanas, entren para adentro que vamos a disparar¡±. En 2008 la Reina Sof¨ªa no pudo visitarlas por problemas de seguridad, pero hace dos a?os estuvo all¨ª y se qued¨® impresionada. ¡°Hoy las balas que m¨¢s matan son la pobreza y la miseria¡±, dice , y uno piensa que, por suerte, ma?ana en Cit¨¦ Soleil Milagros y su gente abrir¨¢n de nuevo las puertas de este centro tan especial y sin tiempo para lamentarse.
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