Deportaciones de EEUU y M¨¦xico a Centroam¨¦rica: fin y reinicio del sue?o
La masiva migraci¨®n de hondure?os, guatemaltecos y salvadore?os a suelo estadounidense genera miles de millones de d¨®lares a Honduras, Guatemala y El Salvador en remesas
Largas filas de hondure?os, guatemaltecos y salvadore?os deportados desde Estados Unidos atiborran los aeropuertos de Honduras, Guatemala y El Salvador. Una escena similar se registra en los puestos de la frontera entre M¨¦xico y Guatemala, donde el grito de cualquier transe¨²nte de que ¡°?viene la Mar¨ªa F¨¦lix!¡±, rompe las rutinas cotidianas y anuncia que se acerca el autob¨²s que transporta a los centroamericanos que son expulsados de suelo mexicano.
Aunque es el final de uno o de muchos intentos por cruzar M¨¦xico para instalarse, legal o ilegalmente, en Estados Unidos, la deportaci¨®n tambi¨¦n marca un reinicio de planes. Tras ser repatriados, gran n¨²mero de centroamericanos se reorganizan para lanzarse, una vez m¨¢s, a una peligrosa traves¨ªa terrestre por trillos mexicanos rumbo al ansiado territorio estadounidense, con el riesgo de caer atrapados en redes de delincuencia que les pueden hundir en trata de personas con fines de explotaci¨®n sexual o laboral, en narcotr¨¢fico o en otras modalidades del crimen organizado.
¡°La contenci¨®n del flujo migratorio no se va a resolver con medidas draconianas, dr¨¢sticas, de Estados Unidos. Eso es imposible¡±, advirti¨® el hondure?o V¨ªctor Meza, director del Centro de Documentaci¨®n de Honduras, el m¨¢s antiguo foro de an¨¢lisis pol¨ªtico de esa naci¨®n.
Meza explic¨®, en una entrevista con EL PA?S, que un promedio de 250 hondure?os emigra al d¨ªa de Honduras y solo tres de cada 10 entran a Estados Unidos. ¡°Si de 10 hondure?os, tres logran entrar, los otros siete, o se quedan clandestinos en M¨¦xico esperando una oportunidad para volver a entrar, o son capturados por las autoridades mexicanas y devueltos a Honduras. Algunos logran evadir la repatriaci¨®n y se quedan clandestinos en Guatemala para, de nuevo, reintentar el ingreso a M¨¦xico y luego a Estados Unidos. O sea, es un ir y venir¡±, narr¨®.
¡°La ¨²nica forma de manejar el problema de los grandes flujos es con una pol¨ªtica migratoria de Estado, que no existe, y basada en el principio de que la migraci¨®n no es un delito, es un derecho humano, y, por lo tanto, pertenece a la agenda del desarrollo y no a la agenda de la seguridad, que es como lo ven Estados Unidos, M¨¦xico y Centroam¨¦rica¡±, afirm¨®. Un segundo elemento, subray¨®, es que la migraci¨®n debe ser regulada y pactada entre el pa¨ªs emisor y el receptor.
Otros aspectos esenciales para detener los flujos, asever¨®, son crear oportunidades de ¡°vida digna¡± en los pa¨ªses y que parte de las remesas familiares que ingresan a diario a las econom¨ªas de Honduras, Guatemala y El Salvador, principales generadoras de migrantes de Centroam¨¦rica a Estados Unidos, sean reinvertidas en proyectos que generen empleo y reduzcan las corrientes migratorias.
Dinero y migrantes
Colocados entre los m¨¢s violentos del mundo, los tres pa¨ªses son grandes expulsores de ciudadanos que emigran por falta de opciones econ¨®micas o por la inseguridad. Pero los tres tambi¨¦n alimentan otra iron¨ªa: sus econom¨ªas dependen en gran parte del dinero que esos mismos ciudadanos arrinconados y obligados a emigrar, env¨ªan a sus parientes.
Las remesas aumentaron de 11.65 millones de d¨®lares en 2012 en ese grupo de naciones conocido como el Tri¨¢ngulo Norte de Centroam¨¦rica, a 12.299 millones de d¨®lares, seg¨²n cifras de los bancos centrales de los tres pa¨ªses. Guatemala es el principal receptor, al pasar de 4.782 millones de d¨®lares en 2012 a 5.105 millones en 2013, seguida por El Salvador, que aument¨® de 3.910 millones en 2012 a 3.969 millones al a?o siguiente. Honduras capt¨® 2.958 millones en 2012 y 3.225 millones en 2013.
Los ingresos representan el 10% del Producto Interno Bruto (PIB) de Guatemala, el 16% del PIB de El Salvador y cerca del 17% del PIB de Honduras.
Bajo este escenario, el tr¨ªo de naciones considera urgente que Estados Unidos apruebe una reforma migratoria o detenga las deportaciones. La promesa de reforma fue hecha desde 2007 por el entonces presidente George W. Bush y luego por su sucesor, Barack Obama, pero sigue en el rango de los planes, mientras prosiguen las deportaciones.
¡°Para muchos, la deportaci¨®n es el fin de una inversi¨®n que se termina y aunque algunos lo volver¨¢n a intentar, tambi¨¦n desanima, porque cada vez es m¨¢s caro el paso a Estados Unidos y hay m¨¢s problemas¡±, dijo a El Pa¨ªs la guatemalteca Carmen Rosa Escribano de Le¨®n, directora ejecutiva del Instituto de Ense?anza para el Desarrollo Sostenible de Guatemala.
Con la deportaci¨®n, la iron¨ªa se prolonga: los que son repatriados regresan a una econom¨ªa y a un sistema en el que tampoco van a encontrar como ubicarse. ¡°Tampoco hay una inversi¨®n extraordinaria o cooperaci¨®n de Estados Unidos para generar puestos de trabajo que podr¨ªa ser una l¨ªnea para evitar la masiva emigraci¨®n. Los deportados producen una carga en la econom¨ªa local¡±.
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