La r¨¢pida expansi¨®n del yihadismo en Europa alarma a los gobiernos
Los combatientes isl¨¢micos participan en redes para captar a otros j¨®venes Unos 2.000 ciudadanos omunitarios han luchado o luchan en Siria
Mehdi Nemmouche es un franc¨¦s de 29 a?os que recorri¨® medio mundo para ir y volver de Siria. Lastrado por una infancia dif¨ªcil, recal¨® en la c¨¢rcel por peque?os delitos y all¨ª se entreg¨® al islamismo radical. Tras participar en la guerra siria, Nemmouche viaj¨® a Bruselas para asesinar presuntamente a cuatro personas en el Museo Jud¨ªo. Aunque la historia es particularmente extrema, perfiles como el de Nemmouche inquietan desde hace tiempo a los servicios de seguridad en toda Europa. M¨¢s de 2.000 ciudadanos comunitarios ¡ªel doble que hace un a?o¡ª han combatido o combaten contra el r¨¦gimen de Bachar el Asad, una experiencia que los marca de manera imprevisible.
Con variantes seg¨²n los pa¨ªses de origen, el prototipo de combatiente extranjero responde a un joven entre 18 y 35 a?os, con pasaporte europeo ¡ªpero descendiente, en muchos casos, de inmigrantes¡ª y con problemas de identidad que lo empujan al islamismo m¨¢s radical. Al principio residuales, las mujeres representan ya un 18% del colectivo, que se empieza a nutrir tambi¨¦n de menores. Y junto a j¨®venes de entornos sociales deprimidos, en Siria combaten cada vez m¨¢s ciudadanos con estudios universitarios.
¡°En muchos casos encontramos que la religi¨®n no juega un papel fundamental. Son j¨®venes perdidos, poco escolarizados y que buscan pertenecer a un grupo. Muchos persiguen una experiencia excitante, liberar testosterona. Suelen encontrar placer en los juegos por Internet. Y la adrenalina les lleva a coger el Kal¨¢shnikov. En gran medida son conversos que hacen una interpretaci¨®n rid¨ªcula y radical del islam¡±, desglosa Gilles de Kerchove, el coordinador europeo de la lucha antiterrorista. Este experto lleva casi dos a?os alertando sobre el fen¨®meno y trabajando con los Estados miembros para combatirlo.
Internet y las redes sociales resultan cruciales en la transformaci¨®n de estos j¨®venes, nacidos en pa¨ªses que nada tienen que ver con los conflictos entre sun¨ªes y chi¨ªes. De los yihadistas europeos conocidos por las autoridades, el 40% se identifica en las redes sociales, principalmente en Facebook, una vez est¨¢n en la contienda, porque cuelgan fotos y animan a otros a seguir sus pasos. ¡°Muchos viven en ciudades abandonadas por el r¨¦gimen de Bachar el Asad. Son j¨®venes de los suburbios europeos que muestran bonitas fotos de lugares con piscina y sol y que dicen al resto: ¡®Mira, es fant¨¢stico, estamos entre musulmanes, ?venid!¡±, relata el responsable antiterrorista para la UE.
M¨¢s all¨¢ de comunicarse entre s¨ª, en Internet los combatientes toman contacto con los llamados diseminadores: una especie de l¨ªderes espirituales ajenos a las cuentas oficiales de los grupos yihadistas que les inoculan el extremismo y los adiestran en la guerra santa. Sin el estigma de pertenecer a un grupo terrorista, y con mensajes que bordean el delito pero que lo suelen sortear, el fen¨®meno resulta m¨¢s escurridizo para las autoridades del continente.
Tres investigadores brit¨¢nicos han logrado este a?o algo muy dif¨ªcil para los polic¨ªas y periodistas que lo intentan: comunicarse con algunos de estos proselitistas. Preguntado por sus motivaciones, uno de ellos argument¨® ¡°un fuerte sentido de identidad musulmana y el hecho de que hay mucha propaganda contra el islam¡±. As¨ª lo relata un trabajo del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalizaci¨®n (ICSR, por sus siglas en ingl¨¦s) sobre el papel de estas redes de combatientes en Internet. Shiraz Maher, uno de los autores, asegura que el discurso no llega a ser delictivo ¡°porque forma parte de la libertad de expresi¨®n¡± y abunda en el perfil que los yihadistas europeos tienen en Reino Unido: hombre en la veintena, con pasaporte brit¨¢nico, aunque descendiente de asi¨¢ticos (Pakist¨¢n, India, Bangladesh¡), de clase media y con estudios.
El ejemplo var¨ªa en Francia y B¨¦lgica, dos de los pa¨ªses m¨¢s afectados por este fen¨®meno. All¨ª los j¨®venes proceden de entornos marginales y su origen es norteafricano. En Dinamarca, la mayor¨ªa tienen pasado delictivo, lo que los hace m¨¢s identificables. En otros pa¨ªses, en cambio, no suelen tener antecedentes.
Aunque los Estados no dan cifras precisas, las estimaciones de sus fuerzas de seguridad y de expertos sit¨²an a la cabeza del problema a Francia (unos 700), Reino Unido (400), Alemania (270), B¨¦lgica (250) y Holanda (120). Son datos actualizados este mes en un estudio del grupo Soufan, de referencia en las instituciones comunitarias. El trabajo asegura que las autoridades ¡°tienden a infravalorar los n¨²meros¡±, que algunos investigadores elevan a 4.000 en todo el continente. Espa?a ofrece datos oficiales muy bajos ¡ªpoco m¨¢s de 50¡ª pero las redes de reclutamiento descubiertas en Ceuta y Melilla agravan el problema.
Por el comportamiento de estos yihadistas, el coordinador europeo contra el terrorismo sospecha que tienen ¨®rdenes de captar a otros seguidores. Tambi¨¦n que las redes los adiestran en c¨®mo viajar sin dejar rastro. Ese es el motivo por el que no suelen hacer rutas directas. Aunque pr¨¢cticamente todos entran y salen por Turqu¨ªa, al norte de Siria, muchos regresan a Europa haciendo escala en otro continente.
El concepto de combatientes extranjeros ha existido en otros conflictos ¡ªAfganist¨¢n, Irak¡¡ª, pero la presencia de europeos nunca hab¨ªa sido tan numerosa como en Siria. ¡°Es un conflicto atractivo, con una narrativa muy sencilla. Asad es el diablo y eso se explica en nuestras pantallas de televisi¨®n. Adem¨¢s, Siria es f¨¢cilmente accesible¡±, argumenta Raffaello Pantucci, investigador de la casa de an¨¢lisis londinense Royal United Services Institute.
Movidos por la obligaci¨®n moral de apoyar a sus hermanos musulmanes, muchos vuelven frustrados porque no han llegado a combatir o porque solo lo han hecho contra otros opositores a El Asad. La mayor¨ªa quedan marcados por la violencia que han vivido. Y una m¨ªnima pero peligrosa parte decide trasladar esa ¨¦pica a Europa, como hizo hace dos semanas el asesino de Bruselas.
La UE pide m¨¢s datos de viajeros
En el dif¨ªcil equilibrio entre la privacidad y la seguridad de los ciudadanos, los Veintiocho abogan estos d¨ªas por reforzar la segunda. Presionados por el impacto del atentado antisemita de Bruselas, los ministros del Interior comunitarios han decidido esta semana intensificar los controles en las fronteras, hacer cruces m¨¢s sistem¨¢ticos de datos de viajeros y pedir que se implante un registro europeo de pasajeros a¨¦reos. Todo para reducir al m¨ªnimo la amenaza de los yihadistas europeos.
¡°Ese registro de pasajeros deber¨ªa cubrir tambi¨¦n los vuelos intracomunitarios. Hay una demanda muy fuerte de los pa¨ªses¡±, explica Gilles de Kerchove, coordinador de la lucha antiterrorista en la UE. Este alto cargo comunitario conoce las resistencias que esa herramienta plantea al Parlamento Europeo, que ya la rechaz¨® el a?o pasado, y pide a los eurodiputados que reflexionen cuando la Comisi¨®n Europea presente su nueva propuesta.
M¨¢s all¨¢ del control, los investigadores consultados y el propio De Kerchove insisten en dos elementos: la necesidad de mayor cooperaci¨®n entre Estados y la importancia de penetrar en las comunidades musulmanas para que disuadan a sus j¨®venes de emprender estos viajes mortales. ¡°Hay que arrojar luz sobre lo que realmente es la guerra de Siria, quitarles la idea rom¨¢ntica, porque es un sitio brutal¡±, sugiere el investigador Shiraz Maher.
Junto a estas pr¨¢cticas, hay Estados que penalizan el adiestramiento en la yihad y que juzgan a sus ciudadanos a su regreso de Siria. Bruselas aboga por combinar diferentes medidas para limitar el impacto de los combatientes extranjeros.
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