Muere a los 123 a?os Carmelo Flores, el hombre m¨¢s longevo de Bolivia
El anciano, de etnia aimara, luch¨® desde joven en condiciones adversas
Carmelo Flores Laura, el hombre m¨¢s longevo de Bolivia, y probablemente del mundo, muri¨® el pasado lunes, cinco semanas antes de cumplir 124 a?os de edad, seg¨²n confirm¨® su hijo Cecilio Flores. El m¨¦dico Adalberto Segales, del centro de salud de la comunidad de Frasquia, donde viv¨ªa el anciano, inform¨® a los medios de que Flores muri¨® a las 21.00 por una diabetes tipo 2, informa Efe.
El hombre de mayor edad del pa¨ªs andino hab¨ªa estado hasta finales de mayo en el Hospital Arco Iris de La Paz, aquejado por una descompensaci¨®n originada en una deshidrataci¨®n aguda, desnutrici¨®n y un peque?o problema de gastritis, seg¨²n inform¨® Ramiro Narv¨¢ez Fern¨¢ndez, el director del centro m¨¦dico. Lleg¨® a regresar a su casa para retomar el cuidado de su reba?o. ¡°Hace tres d¨ªas que no quer¨ªa comer nada, ni rogado¡±, cuenta su hijo Cecilio, de 64 a?os, el ¨²ltimo sobreviviente de los cinco hijos de don Carmelo. ¡°Hasta ahora ninguna autoridad nos ha llamado para ayudarnos con el entierro¡±, lamenta.
Don Carmelo era un pastor que cuidaba de sus ovejas y sus llamas en la comunidad de Frasqu¨ªa, provincia Omasuyos de La Paz, en las faldas del nevado Illampu y a poca distancia del lago Titicaca. Era iletrado en lengua espa?ola. Prefer¨ªa su materno aimara, en el que expresa todo su sentir. Ajeno a la historia del mundo occidental, en su entorno no dej¨® de luchar en condiciones adversas desde muy temprano en su vida. ¡°Muy huerfanito era mi pap¨¢. Cuando era wawita (infantil) se murieron pap¨¢ y mam¨¢¡±, relata Cecilio. El beb¨¦, a fines del siglo XIX, qued¨® al cuidado de una t¨ªa que lo cre¨® junto a sus otros hijos en el mismo p¨¢ramo altipl¨¢nico.
En su adolescencia encontr¨® una apacheta ¡ªen los puntos m¨¢s altos de la Cordillera¡ª y decidi¨® vivir all¨ª, en lo m¨¢s alto de una loma. De tanto en tanto, don Carmelo bajaba de su refugio a la comunidad. Como todo ni?o, aprendi¨® a hilar la lana de oveja o de llama y, despu¨¦s, a tejer en telar para hacer pantalones y camisas. Tambi¨¦n hac¨ªa sandalias del cuero de llamas y usaba la piel de oveja para acomodar un lugar donde dormir.
Dej¨® definitivamente la apacheta cuando conoci¨® a una mujer que le cambi¨® la vida. ¡°Mi mamita se muri¨® hace 20 o 21 a?os. Ella s¨ª estaba viejita, andaba muy agachada y con bast¨®n. Ten¨ªa 107 a?os¡±, recuerda Cecilio. ¡°Mi papa caminaba derecho. Este ¨²ltimo tiempo se ayudaba con un bast¨®n¡±.
Escaso de o¨ªdo y sin dentadura, pero a¨²n con algo de vista, don Carmelo conservaba su lucidez y el buen humor, seg¨²n cuenta Ramiro Narv¨¢ez Fern¨¢ndez, director del hospital y responsable de la recuperaci¨®n de su salud hace un par de semanas. Respondi¨® bien al tratamiento al principio, que ha sido combinado con medicina natural, a la que siempre ha acudido las pocas veces que ha necesitado de ayuda m¨¦dica.
Ten¨ªa prisa por volver porque pensaba mucho en sus ovejas y en sus llamitas. Le sobreviven, adem¨¢s de su hijo Cecilio, 14 nietos y 39 bisnietos.
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