El paso atr¨¢s de Marcos
El l¨ªder del Ej¨¦rcito Zapatista deja de ser portavoz y n¨²mero uno militar mientras Chiapas sigue empantanado en la pobreza estructural
En los 50 minutos que habl¨® el pasado 25 de mayo para anunciar su metamorfosis ¡ªel subcomandante ya no se llama Marcos, se llama Galeano¡ª el tono del guerrillero m¨¢s ic¨®nico de la globalizaci¨®n sonaba nost¨¢lgico, todav¨ªa ir¨®nico pero con la iron¨ªa cansada. ¡°Por mi voz ya no hablar¨¢ la voz del Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional¡±, dijo para cerrar el comunicado. ¡°Salud y hasta nunca. O hasta siempre¡±. Luego dijo ¡°game over", y ¡°jaque mate¡±, dijo tambi¨¦n ¡°touch¨¦¡±, y ¡°ah¨ª se ven raza, manden tabaco¡±, y ya lo ¨²ltimo que dijo: ¡°Oigan, est¨¢ muy oscuro ac¨¢. Necesito una lucecita¡±.
Rafael Sebasti¨¢n Guill¨¦n Vicente cumple 57 a?os el 19 de junio. Han pasado 20 desde que el 1 de enero de 1994 apareci¨® como l¨ªder criollo de la insurgencia ind¨ªgena en Chiapas, en el sureste de M¨¦xico. Ya no son los tiempos en que medio mundo hablaba de ¨¦l, cuando Danielle Miterrand lo tomaba del brazo ante la prensa en una tarde de lluvia tropical, o cuando tanto intelectual se despepitaba por su talento de guerrillero poeta. ¡°El mejor escritor latinoamericano de hoy, el m¨¢s libre, el m¨¢s agudo, recorre la selva con un pasamonta?as en el rostro¡±, dijo en marzo de 1995 el pensador franc¨¦s R¨¦gis Debray.
Ahora que el tiempo ha pasado y que el zapatismo se ha ido quedando arrinconado en la historia y en el espacio, sin que las causas del levantamiento hayan dejado de existir, siguen ah¨ª los ind¨ªgenas pobres, ah¨ª sigue plet¨®rica la desigualdad, Rafael Guill¨¦n, o sea Marcos, o sea Galeano, ha reaparecido tras cinco a?os de ausencia f¨ªsica con un mensaje abierto a la interpretaci¨®n. Si se retira; si contin¨²a; si ya no escribe m¨¢s. Si es hasta nunca o hasta siempre.
Parece seguro que no es hasta nunca. La impresi¨®n de los analistas es que no se ha jubilado, sino que ha bajado de rango militar, del uno al dos, y que aunque deja de ser el vocero seguir¨¢ escribiendo y publicando con su nuevo seud¨®nimo de Galeano. ¡°Es un relevo de mandos. Pero ¨¦l no se ha ido, ni tampoco est¨¢ muerto¡±, dice en San Crist¨®bal (capital del pro-zapatismo en Chiapas) el antrop¨®logo Gaspar Morquecho, que alude al rumor reciente que dio a Marcos por enfermo terminal y a otros runrunes locales que incluso dec¨ªan que uno de sus compa?eros hist¨®ricos de dirigencia le hab¨ªa pegado un tiro.
La impresi¨®n extendida es que Marcos no se ha jubilado, sino que ha bajado de rango militar pero seguir¨¢ presente
El soci¨®logo Marco Estrada Saavedra, autor de La comunidad armada rebelde y el EZLN, considera que se ha completado un cambio generacional que ha puesto el movimiento en manos de ind¨ªgenas j¨®venes formados en la doctrina zapatista, ¡°ideol¨®gicamente m¨¢s duros¡±. Al escritor Juan Villoro, hijo del intelectual de m¨¢s peso que tuvo un compromiso efectivo con el zapatismo, el fallecido Luis Villoro, le suena ¡°m¨¢s a una situaci¨®n teatral que a una postura pol¨ªtica¡±. Desde el Gobierno, el Comisionado para el Di¨¢logo con los Pueblos Ind¨ªgenas, Jaime Mart¨ªnez Veloz, subraya que el discurso del subcomandante reitera la ¡°v¨ªa pol¨ªtica¡±.
A la entrada de Oventic, un centro zapatista a una hora de San Crist¨®bal, hace dos s¨¢bados hab¨ªa una pancarta que recordaba a Jos¨¦ Luis Sol¨ªs Galeano, el miembro de base del EZLN que fue asesinado el 2 de mayo en una emboscada de un grupo campesino rival y cuyo nombre ha tomado Marcos como homenaje.
Oventic es lo que los zapatistas llaman un caracol: una instalaci¨®n cerrada con una escuela, un hospital propio y una Junta de Buen Gobierno, que es como le dicen a sus oficinas de mando. Los caracoles, este y cuatro m¨¢s que hay en Chiapas, son bases de servicios y de autogobierno de las comunidades zapatistas que viven en los alrededores entremezcladas con poblaci¨®n no zapatista.
Para entrar al caracol, tres hombres vestidos de paisano con pasamonta?as te piden tus datos. Uno lo apunta con lentitud en un formulario que pone Hoja de registro para comisi¨®n de vigilancia. Luego se van a preguntar a la Junta de Buen Gobierno si te pueden recibir. Vuelven y dicen que no, que la Junta est¨¢ muy ocupada, pero que puedes pasar a echarle un vistazo al caracol.
¨C?Y se puede hablar con la gente?
Te dicen que no, que la gente tambi¨¦n est¨¢ muy ocupada.
Antes de dejarte con un gu¨ªa para el paseo, el encapuchado que cubri¨® la hoja de registro te lleva delante de la Junta de Buen Gobierno, una caseta peque?a pintada por fuera con un mural. Llama a la puerta y con ella entreabierta habla unas palabras con uno de adentro. De la conversaci¨®n discreta se entiende que el primero tiene alguna queja organizativa: ¡°Todos somos coordinadores, y no hay ning¨²n coordinador¡±, dice antes de irse con tono de resignaci¨®n disciplinada.
El gu¨ªa dice que se llama Walter y tambi¨¦n lleva pasamonta?as. Camina r¨¢pido por la cuesta abajo empinada sobre la que est¨¢n edificadas las instalaciones del caracol. Si te paras a hacer alguna observaci¨®n o a preguntar algo, ¨¦l se para inquieto, como si su tarea fuese dar el paseo r¨¢pido y sin hablar. A la fot¨®grafa le pide que solo le saque fotos a los murales.
¡ªNo personas ni carros ni animales.
¡ª?Por?
¡ªPorque as¨ª tenemos la instrucci¨®n.
¡ª?Y los animales por qu¨¦?
¡ªPorque s¨ª.
Los zapatistas tampoco hablan de sus l¨ªderes. Si a la salida del caracol le preguntas por Marcos al hombre de la hoja de registro, te dir¨¢ que no lo conoce. S¨ª te dice que ha conocido al nuevo n¨²mero uno del EZLN, el subcomandante Mois¨¦s, pero si le preguntas c¨®mo es se quedar¨¢ moviendo la cabeza de arriba abajo sin decir nada.
De Mois¨¦s se sabe que es un ind¨ªgena que ha pasado por todos los escalones de la guerrilla. Un jornalero de baja estatura y duro de car¨¢cter que ha sido durante a?os el encargado de bajar a la tierra las met¨¢foras de Marcos.
M¨¢s all¨¢ del cambio de mando, el plan de los zapatistas sigue siendo desarrollar su autogobierno. Los resultados que hayan tenido hasta ahora son dif¨ªciles de valorar porque no permiten que se hagan estudios en sus territorios, que adem¨¢s no suelen ser zonas zapatistas homog¨¦neas.
¡°Los territorios se traslapan y hay comunidades divididas en cinco o seis grupos pol¨ªticos, con su gobierno zapatista y su gobierno constitucional, su escuela zapatista y su escuela oficial, con dos versiones de todo¡±, dice Peter Rosset, un investigador en agricultura que vive en Chiapas desde los 90. Dentro de ese revuelto de bandos, en los n¨²cleos regidos por el zapatismo Rosset considera que las cosas van mejor en indicadores como la producci¨®n de alimentos y la acumulaci¨®n de ganado.
Otros los ven como un experimento que no se sujeta a ning¨²n an¨¢lisis mensurable y sin potencial aparente de cambio sustantivo.
¡°Si la incongruencia es la ruta al poder, preferimos fracasar que triunfar¡±, dijo el subcomandante Marcos en su ¨²ltimo comunicado?
El soci¨®logo Estrada Saavedra relativiza la influencia del zapatismo en un contexto de pobreza estructural que trasciende sus cotos de autonom¨ªa comunitaria: ¡°Los problemas son centenarios, y si hay alguien que tenga responsabilidad es el gobierno federal por sus soluciones torpes y llenas de corrupci¨®n¡±. Esa visi¨®n general tambi¨¦n la tiene Jorge L¨®pez Ar¨¦valo, profesor de Econom¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Chiapas: ¡°Creo que las zonas zapatistas son una especie de reducciones jesu¨ªticas como las que se dieron en Paraguay, y no les veo perspectiva de que mejoren la vida de su gente¡±, si bien destaca que la disciplina zapatista ha contenido la delincuencia y el alcoholismo, porque proh¨ªben beber.
Las borracheras de ind¨ªgenas que se pueden ver un s¨¢bado por la tarde en los arcenes de las carreteras rurales son el efluvio alcoh¨®lico de una miseria que se perpet¨²a pese a la riqueza natural del Estado. En la Selva Lacandona de Chiapas se pueden encontrar el 60% de las aves de todo M¨¦xico y especies en extinci¨®n como el jaguar, el mono saraguato o el ¨¢guila arp¨ªa. Ah¨ª est¨¢ la principal reserva de la biosfera de todo el pa¨ªs, Montes Azules. Chiapas tiene el valor tur¨ªstico de la naturaleza, de las ruinas arqueol¨®gicas mayas, de las propias culturas ind¨ªgenas. Tambi¨¦n potencial minero y energ¨¦tico: actualmente es un estado estrat¨¦gico en los planes de b¨²squeda de petr¨®leo. Pero al mismo tiempo es el Estado m¨¢s atrasado de M¨¦xico.
De sus 4,7 millones de habitantes (uno de cada dos, ind¨ªgenas) el 74,7% es pobre. Un 17,8% de los mayores de 15 a?os son analfabetos. Un 14,5% vive en casas con piso de tierra. Un 63,8% no tiene lavadora. Y los ¨ªndices incluso involucionan. Si en 1990 hab¨ªa un 46,2% con problemas de alimentaci¨®n, en el 2010 eran un 48,6%.
Todo ello teniendo en cuenta que, desde el inicio de la insurgencia, Chiapas ha recibido una lluvia de fondos federales para el desarrollo. ¡°Han venido recursos a pasto y la clase pol¨ªtica los ha despilfarrado¡±, dice L¨®pez Ar¨¦valo. Un ejemplo pol¨¦mico fueron los 10 millones de d¨®lares que se invirtieron en 2013 en promover la imagen del actual gobernador, Manuel Velasco, de 33 a?os, un junior de la pol¨ªtica, nieto de un gobernador de Chiapas, y con gusto por los focos. En agosto de 2012, dos meses despu¨¦s de ganar las elecciones con un 70% de los votos, Velasco fue portada en la edici¨®n mexicana de ?Hola! El nuevo gobernador del pueblo m¨¢s pobre de M¨¦xico besaba a su novia, una cantante de pop, bajo un titular emotivo: Paseo de enamorados por la m¨ªtica Times Square de Nueva York. El m¨¢s rom¨¢ntico beso de pel¨ªcula.
El ¨²ltimo mensaje de Marcos antes de hacerle el harakiri a su personaje indica que, de momento, el zapatismo prefiere seguir su derrotero solitario que integrar a sus comunidades en la cooperaci¨®n con las instituciones: ¡°Si el ser consecuente es un fracaso, entonces la incongruencia es el camino del ¨¦xito, la ruta al poder. En esos par¨¢metros, preferimos fracasar que triunfar¡±.
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