A perpetuidad, ahora Bolivia
El de Evo Morales es ¡°el mundo del rev¨¦s¡±, los estados dejan de existir y los presidentes son permanentes
Dos domingos atr¨¢s, desde esta columna examin¨¦ el anuncio de Correa de introducir la reelecci¨®n indefinida en la constituci¨®n. All¨ª puse ¨¦nfasis en el da?o causado por la modificaci¨®n de las reglas de juego para beneficio exclusivo del presidente en ejercicio. El tema no est¨¢ resuelto en Ecuador, ni mucho menos, y ahora tambi¨¦n comienza a levantar temperatura en Bolivia, donde va en la misma direcci¨®n pero sin modificaci¨®n de la constituci¨®n, o sea, viol¨¢ndola. Un poco de historia reciente, para situar al lector.
En febrero de 2009 se promulg¨® la Constituci¨®n del Estado Plurinacional Boliviano, que introdujo la cl¨¢usula de reelecci¨®n inmediata por un segundo per¨ªodo ¨²nicamente. Luego de arduas negociaciones en el Congreso entre el gobierno y la oposici¨®n, se acord¨® a?adir una disposici¨®n transitoria que especific¨® que el per¨ªodo presidencial anterior¡ªbajo la previa constituci¨®n¡ªse tomar¨ªa en cuenta. A ese texto tambi¨¦n se le agreg¨® el R¨¦gimen Electoral Transitorio, promulgado en abril de 2009 por el Presidente, ratificando que al presidente en ejercicio le restaba solamente una segunda y ¨²ltima elecci¨®n posible. .
De este modo, Morales fue reelecto por un segundo per¨ªodo en diciembre de ese a?o. No hubo dudas de la arquitectura institucional, al punto que la confirmaci¨®n de ese calendario hasta fue parte de los sellos postales conmemorativos del ¡°segundo mandato constitucional de Evo Morales¡±; esto para los filatelistas. As¨ª fue hasta que en 2013, el Presidente se postul¨® a un tercer mandato, siendo habilitado por el Tribunal Constitucional. La justificaci¨®n de esa autorizaci¨®n fue que anteriormente Morales fue presidente de ¡°otro¡± Estado, ya que la nueva Constituci¨®n consagra uno diferente, el Estado Plurinacional Boliviano. Morales fue habilitado a postularse para su tercer per¨ªodo.
Adem¨¢s de la visi¨®n autoritaria y personalista del poder, la alquimia utilizada traza un camino legal sumamente resbaladizo. Plurinacional o no, Bolivia ha sido la misma Bolivia desde 1825, tanto para sus ciudadanos como para el sistema internacional, que es la fuente de legitimidad de ¨²ltima instancia de todos los estados. Si un estado modificara sus atributos cada cierto tiempo, por ejemplo de presidencial a parlamentario, o de unitario a federal¡ªo simplemente su denominaci¨®n, como en Bolivia¡ªse podr¨ªa argumentar que se trata de diferentes estados en todos esos casos.
El absurdo bien puede tener lugar en la pol¨ªtica, y a menudo un lugar importante. Pero cuando el absurdo comienza a interactuar con los acuerdos y compromisos internacionales, se entorpece la normatividad que estructura al sistema internacional como tal. Por ejemplo, imag¨ªnese ese argumento en manos de pa¨ªses en default, un tema tambi¨¦n de actualidad. All¨ª deber¨ªa pagar el ¡°otro¡± estado, tal vez, ahora inexistente, que fue el que contrajo la deuda. El mundo de Evo Morales es ¡°el mundo del rev¨¦s¡±. En ¨¦l, los estados van cambiando, algunos dejan de existir, otros son nuevos, pero los presidentes son aparentemente los mismos, tal vez eternos. Es un mundo en el que no puede haber estados, en definitiva, porque no habr¨ªa manera de sostener en el tiempo ni los tratados ni el derecho internacional como un todo.
La dimensi¨®n internacional tambi¨¦n est¨¢ en juego en este intento de perpetuaci¨®n. El proceso constitucional tuvo la observaci¨®n y mediaci¨®n de actores internacionales; la OEA entre ellos, en tanto Bolivia es miembro del sistema interamericano y firmante de la Carta Democr¨¢tica. La Carta, de hecho, esta refrendada en la Constituci¨®n de 2009, obligando a todos los gobiernos bolivianos a observarla. Violar la constituci¨®n significa, entonces, violar tratados internacionales. El problema se agrava por el hecho que la OEA ha tomado una posici¨®n prescindente, por decir lo menos, ante los intentos de perpetuaci¨®n en curso, declar¨¢ndose contraria a intervenir y renunciando en la pr¨¢ctica a su rol fiscalizador del sistema democr¨¢tico en el hemisferio.
A esta altura, esta verdadera abdicaci¨®n de la OEA de sus obligaciones institucionales ha dejado de ser sorpresa, especialmente despu¨¦s de la manera como abord¨® las problem¨¢ticas venezolana y ecuatoriana. Es importante reiterar, no obstante, que al no dar lugar a las peticiones presentadas por violaci¨®n de derechos¡ªde eso se trata cuando se viola la constituci¨®n¡ªno hace m¨¢s que ratificar el despojo sufrido por los ciudadanos bolivianos. En un pa¨ªs donde la justicia no tiene independencia alguna del poder pol¨ªtico, la OEA es el ¨²nico mecanismo disponible para reclamar por la reparaci¨®n de abusos.
Varias de estas peticiones fueron realizadas por el expresidente Jorge (Tuto) Quiroga, quien ahora encabeza un movimiento c¨ªvico por la vigencia de los acuerdos constitucionales de 2008 y 2009. Pero como la disputa ser¨¢ finalmente electoral, Quiroga tambi¨¦n ha propuesto la creaci¨®n de una coalici¨®n con un solo candidato, para evitar la fragmentaci¨®n y disputarle al oficialismo ambas vueltas electorales, si fuera necesario. La lectura de las encuestas indica que esa ser¨ªa la estrategia adecuada: todas sit¨²an a Morales en 40-45 por ciento de las preferencias, lo cual crea un escenario electoral abierto y competitivo. Ganarle a Evo es posible, afirman en la oposici¨®n.
T¨ªpicamente, las coaliciones que se forman solo para derrotar a otro candidato son problem¨¢ticas. Se les adjudica ser coaliciones negativas. Es decir, a menudo son alianzas instrumentales que no tienen una agenda com¨²n propositiva, siendo muy poco para ganar y menos a¨²n para gobernar.
Pero esta coalici¨®n es diferente porque, en definitiva, ser¨ªa una coalici¨®n en defensa de la constituci¨®n. Y acordar eso en la Am¨¦rica Latina de hoy¡ªdonde la constituci¨®n se cambia m¨¢s f¨¢cil que un subsecretario, y siempre para beneficio del presidente de turno¡ªes el acuerdo m¨¢s importante que se pueda lograr, en Bolivia y m¨¢s all¨¢. Tal vez hasta sirva el ejemplo.
H¨¦ctor Schamis es profesor en Georgetown University. Twitter @hectorschamis
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