Libia busca que las elecciones pongan fin a meses de caos e inseguridad
El pa¨ªs celebra este mi¨¦rcoles las segundas legislativas tras la ca¨ªda de Gadafi en 2011
Esperar algo de estabilidad de la celebraci¨®n de unas elecciones legislativas en Libia en estos momentos puede ser demasiado. Pero es lo que sue?a la comunidad internacional, Estados Unidos, los vecinos del Magreb y los 28 socios de la Uni¨®n Europea, que califican el momento como ¡°un estado altamente cr¨ªtico en su transici¨®n hacia la democracia¡±. Tambi¨¦n se habla de preguerra civil. Las elecciones de este mi¨¦rcoles, las segundas tras la ca¨ªda en 2011 del dictador Muamar el Gadafi, se celebran en pleno caos pol¨ªtico, econ¨®mico y de inseguridad, con tres primeros ministros relev¨¢ndose en el puesto desde febrero.
Todo el mundo es consciente de lo crucial que puede resultar ahora una nueva ca¨ªda en el abismo del desgobierno de Libia, un pa¨ªs clave del norte de ?frica, inmenso, despoblado en su interior pero con una gran riqueza en su subsuelo, sin un Estado m¨ªnimamente organizado y sin autoridad ni liderazgo tras el fin de Gadafi.
Tres primeros ministros se han turnado en el puesto desde febrero
Las elecciones de julio de 2012 fueron las primeras tras 43 a?os de aquella dictadura militar. Entonces se inscribieron para votar 2,7 millones de personas y se nombr¨® un heterog¨¦neo parlamento (el Congreso General Nacional) con el objetivo de poner algo de orden, cimentar algunas estructuras institucionales y recuperar la producci¨®n del mill¨®n y medio de barriles diarios de petr¨®leo que se generaban entonces. Nada de eso se ha logrado. Los principales puertos siguen bloqueados desde hace casi un a?o por milicianos muy armados, y ahora apenas salen 200.000 barriles al d¨ªa.
Para votar en las elecciones legislativas de este mi¨¦rcoles se han inscrito solo 1,5 millones de los 3,5 millones de votantes potenciales. Se han tramitado 1.628 candidaturas de pol¨ªticos presuntamente independientes en 17 circunscripciones que optan a copar 200 asientos en la C¨¢mara, 32 de ellos legalmente reservados para mujeres. El sistema primar¨¢ luego los acuerdos y agrupaciones de diputados. Pero este modelo se ha demostrado ya ingestionable en este mandato, que ten¨ªa que haber acabado a primeros de febrero y no lo hizo, proporcionando en parte la disculpa para el descontrol que se ha multiplicado en los ¨²ltimos cuatro meses.
En febrero, tras un primer intento de asonada contra el Parlamento, que luego se empez¨® a reunir en un hotel de la capital, los diputados presentes en la sesi¨®n decidieron prorrogar sus funciones, supuestamente para facilitar algo de estabilidad en otro momento cr¨ªtico. No se consigui¨®. Fueron atacados, y el entonces primer ministro, Al¨ª Zid¨¢n, se sinti¨® increpado, y luego humillado, con el incidente del barco pirata norcoreano Morning Glory, que logr¨® burlar el cerco de las fuerzas armadas y carg¨® petr¨®leo para venderlo de contrabando; Zid¨¢n dimiti¨® y huy¨® del pa¨ªs. Intent¨® dejar el puesto a su ministro de Defensa, pero no lo logr¨®. Ahora amenaza con volver.
Tom¨® el mando y su relevo como jefe de Gobierno Abdul¨¢ al Thini, que tambi¨¦n fue acosado y, a primeros de mayo, aprovechando una sesi¨®n parlamentaria sin qu¨®rum, le sustituy¨® un empresario de la zona de Misrata, Ahmed Maitiq, con buenos contactos en el ala islamista de la C¨¢mara. La jugada tampoco sali¨®. Fue impugnado ante el Tribunal Supremo, que a primeros de junio declar¨® inconstitucional su elecci¨®n porque hab¨ªan votado solo 113 personas, menos de las 121 exigidas.
Solo 1,5 millones de libios se apuntaron para votar, casi la mitad que en 2012
Muchos no acudieron, entre otras razones porque no es nada f¨¢cil llegar a la capital ante el acoso de las milicias y los grupos guerrilleros armados que campan por muchas zonas del pa¨ªs. Los m¨¢s radicales se han hecho fuertes alrededor de Bengasi, donde a mediados de mayo inici¨® su Operaci¨®n Dignidad un general renegado de la ¨¦poca de Gadafi, Jalifa Hifter, con buenos enlaces con Estados Unidos, que tiene al pa¨ªs bajo amenaza de golpe de Estado, ahora en tregua, pero con orden de expulsi¨®n contra los turcos y catar¨ªes residentes, a los que considera aliados del terrorismo islamista.
El propio presidente del Parlamento interino, Ezedin al Awami, uno de los escasos pol¨ªticos con cierta autoridad, admit¨ªa estos d¨ªas incontables cadenas de errores tras pedir disculpas y seguramente para provocar alguna empat¨ªa ante la insegura participaci¨®n electoral. Pero Al Awami y muchos observadores y mediadores internacionales tienen depositadas sus esperanzas en que las elecciones ayuden a darles algo de legitimidad y sirvan, al menos, para reiniciar el camino.
La comunidad internacional est¨¢ m¨¢s que inquieta. Estados Unidos ha preparado todo el operativo para una gran evacuaci¨®n en cualquier momento. Varios pa¨ªses han cerrado sus embajadas y consulados. T¨²nez y Argelia han reforzado militarmente sus fronteras. Y muchos altos cargos y funcionarios han abandonado el pa¨ªs discretamente, sin fecha de regreso.
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