El populismo bolivariano
El rasgo principal del sistema venezolano es hacer pol¨ªtica social cubana dejando el capitalismo
El caldo de cultivo del populismo es una enorme desigualdad social que en algunos pa¨ªses se refuerza con la diversidad ¨¦tnica. Son sociedades marcadas por la distancia abismal entre una minor¨ªa de muy ricos y una inmensa mayor¨ªa de muy pobres y de pobres.
Un caso paradigm¨¢tico era la Venezuela anterior a Chavez, donde la enorme riqueza petrolera convert¨ªa la desigualdad en todav¨ªa m¨¢s hiriente. No es un caso excepcional, en muchos pa¨ªses la abundancia de petr¨®leo ha propiciado una mayor desigualdad.
El objetivo del populismo es corregir de inmediato la desigualdad, favoreciendo a los m¨¢s pobres, al hacerles llegar la sanidad y las escuelas con un apoyo econ¨®mico que les permita sobrevivir. En suma, el origen del populismo est¨¢ en la desigualdad, as¨ª como su prop¨®sito es reducirla a una dimensi¨®n tolerable.
Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el desplome de la Uni¨®n Sovi¨¦tica el socialismo ya hab¨ªa planteado ambas cuestiones. El populismo que se autodenomina ¡°el socialismo del siglo XXI¡± asume esta experiencia, consciente de los defectos e inconvenientes del modelo, que llevaron a resultados econ¨®micos catastr¨®ficos, como todav¨ªa se comprueba en Cuba. Pero se la admira por su pol¨ªtica social, al haber reducido la desigualdad, aunque esto signifique miseria equitativamente repartida, eso s¨ª, menos para la nomenclatura que goza de sus privilegios.
Acabar con la desigualdad social sin aumentar producci¨®n y producci¨®n es un error garrafal de este modelo
Aqu¨ª se inscribe la principal correcci¨®n que propone el modelo venezolano. Hay que realizar la pol¨ªtica social de Cuba, sin por ello eliminar el capitalismo. Conviene, por una parte, librarse de los altos costos de la colectivizaci¨®n de la econom¨ªa, as¨ª como, por otra, aprovechar la gran capacidad productiva del capitalismo. Lo decisivo es tenerlo de tal manera bajo control que se pueda acometer una disminuci¨®n r¨¢pida de la desigualdad. En fin, se pretende una nueva pol¨ªtica social, dejando intacto el sistema productivo.
El error garrafal de esta propuesta es empe?arse en una disminuci¨®n significativa de la desigualdad social sin las modificaciones pertinentes que permitan aumentar producci¨®n y productividad, utilizando los enormes recursos de la renta petrolera. Es lo que en Venezuela se ha llamado desde siempre ¡°sembrar el petr¨®leo¡±, pero que nadie hasta la fecha ha puesto en marcha. Antes la minor¨ªa de los muy ricos se quedaba con la mayor parte de la renta petrolera y ahora llega a los m¨¢s desfavorecidos, pero tambi¨¦n a los sostenedores del r¨¦gimen, incluso financia a algunos pa¨ªses amigos, en primer lugar a Cuba.
El libre despliegue del capitalismo conlleva una mayor desigualdad, disminuirla dr¨¢sticamente, sin haber tocado el modelo productivo, trae desequilibrios crecientes, que, cuando se pretende controlarlos limitando las libertades civiles y acudiendo a la violencia represiva, el resultado es que desaparezcan de los mercados hasta los productos de primera necesidad. Intentar acabar con el desabastecimiento y la carest¨ªa echando la culpa al af¨¢n natural de aumentar las ganancias de los comerciantes y empresarios, lleva consigo que en los comercios las estanter¨ªas est¨¦n vac¨ªas. El resultado es el enfrentamiento de los sectores m¨¢s favorecidos por el r¨¦gimen, en buena parte una poblaci¨®n marginal, con las clases trabajadoras y medias, que han descendido en el nivel de vida, y son empujadas por las viejas oligarqu¨ªas que se afanan por recuperar el poder.
Parece muy dif¨ªcil que pueda coexistir armoniosamente una pol¨ªtica social que supone una transformaci¨®n revolucionaria de la estructura de la sociedad con el mantenimiento del sistema productivo capitalista. El populismo chavista lo ha intentado, el resultado es una situaci¨®n de casi guerra civil.
Brasil ha dado un ejemplo de c¨®mo se puede crecer, sacando a amplios sectores de la pobreza
Solo si se combina con crecimiento econ¨®mico, cabe una pol¨ªtica exitosa de lucha contra la desigualdad. Aumento de la producci¨®n y de la productividad no supone sin m¨¢s reducir la desigualdad, pero son las condiciones imprescindibles para lograrlo. Frente al populismo bolivariano, Brasil, conducido por el Partido del Trabajo, ha dado un ejemplo de c¨®mo se puede crecer, sacando a grandes sectores de la pobreza y ampliando las clases medias, como espero que se consiga en el Chile gobernado de nuevo por una presidenta socialista.
En Europa el populismo est¨¢ ganando posiciones en Reino Unido, Francia, Holanda, incluso en Alemania, que por su pasado nazi ¡ªel populismo m¨¢s exitoso y sangriento de la historia contempor¨¢nea¡ª se hab¨ªa mostrado hasta ahora bastante reacia. Ha surgido como la Alternativa por Alemania, que as¨ª se llama.
En Espa?a, finalizado el ciclo hist¨®rico que abri¨® la Transici¨®n, las altas cifras de desempleo, el r¨¢pido aumento de la desigualdad, as¨ª como el desmoronamiento de los dos grandes partidos, propician movimientos populistas, tanto a la izquierda como a la derecha. En los tiempos revueltos en los que entramos, el pron¨®stico no puede ser bueno.
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