C¨®mo reformar a la ¡°vieja t¨ªa aburrida¡±
Renzi ha de convencer a Merkel para que Bruselas aplique las reglas fiscales con suavidad
La tarea de la pol¨ªtica consiste en resolver, no s¨®lo en relatar; y en todo caso en poner la vela donde sopla el aire, no en pretender que el aire sople donde uno pone la vela. Italia y su continuo espect¨¢culo pol¨ªtico han tenido siempre notables relatores: desde Lampedusa y Maquiavelo hasta (salvando las gal¨¢cticas distancias) los l¨ªderes de los ¨²ltimos a?os. Los Berlusconi, Monti y compa?¨ªa llegaron al poder con grandes, descomunales promesas bajo el brazo, pero nunca resolvieron: no hicieron nada por sacar a Italia de ese tri¨¢ngulo vicioso del crecimiento cero, los niveles de deuda insostenibles y las desventajas de la camisa de fuerza en la que se est¨¢ convirtiendo una Uni¨®n Monetaria asim¨¦trica, con resultados discutibles en la gesti¨®n de la crisis, con un ¡°pacto de estabilidad¡± al que siempre le fall¨® el apellido ¡°de crecimiento¡±. Si acaso, mostraron un talento inabarcable para ponerse de perfil y jurar y perjurar que har¨ªan reformas ¡ªque nunca llegaron¡ª para que la tormenta de la crisis del euro arreciara s¨®lo sobre Espa?a, menos h¨¢bil para vender aceite, prosciutto o promesas pol¨ªticas.
Renzi demostr¨® este mi¨¦rcoles que pertenece a esa estirpe de los narradores sobresalientes. Posee un discurso atractivo, fresco, alejado de los tonos l¨²gubres del europesimismo imperante, y ha logrado encarnar las ansias de regeneraci¨®n en su pa¨ªs. Hiperactivo, peque?oburgu¨¦s, cat¨®lico y buen conocedor del poder econ¨®mico, en Estrasburgo estuvo a la altura de las ambiciones que se le suponen: se declar¨® capaz no solo de reformar Italia, sino de hacer lo mismo con Europa, a la que describe, con su eficaz lenguaje irreverente, como ¡°esa vieja t¨ªa aburrida¡±.
No es f¨¢cil aquello de pasar de las musas al teatro. Renzi lleg¨® al poder en febrero con una cuchillada pol¨ªtica digna de las tragedias de Shakespeare y le falt¨® tiempo para anunciar que har¨ªa cuatro reformas, una cada mes: ley electoral, mercado laboral, burocracia y sistema impositivo. Pero han pasado cuatro meses y apenas ha estrenado su casillero. Gerhard Schr?der, campe¨®n alem¨¢n de las reformas antes de irse a ganar millones a Gazprom, sol¨ªa decir que es mucho m¨¢s f¨¢cil aprobar medidas ambiciosas que activarlas con ¨¦xito: Renzi ni siquiera ha dado a¨²n el primero de esos dos pasos.
Las reformas en casa son inaplazables para un pa¨ªs bloqueado, con una deuda que pesa como una losa y con dudas sobre su banca, que podr¨ªa salir tocada del pr¨®ximo examen del BCE. Para evitarlo, los italianos maniobrar¨¢n con la finezza que les caracteriza: al cabo, tienen figuras clave en las instituciones, que barren para casa a la menor ocasi¨®n (¡°prudencia, Rusia es el primer mercado de exportaci¨®n del mueble italiano¡±, dijo el excomisario Antonio Tajani en plena escalada en Ucrania). Renzi tiene planes para Europa. Sabe que sus reformas en Italia no bastan, y que hay un lapso de tiempo entre su aprobaci¨®n y los primeros resultados, en los que el capital pol¨ªtico suele esfumarse a toda velocidad. Para evitar ese estrangulamiento necesita que la Comisi¨®n haga con Italia lo contrario de lo que hizo al principio, en lo m¨¢s duro de la crisis, con todos los dem¨¢s: Bruselas debe aplicar las reglas fiscales con suavidad. El electorado dej¨® claro el 25-M que no tolerar¨¢ una tercera recesi¨®n; ahora s¨®lo queda que Renzi haga lo que no ha podido hacer nadie y convenza de eso al nombre en el que desembocan todos los an¨¢lisis sobre Europa: el de Merkel, due?a de la vela y del viento y de todo lo dem¨¢s. A Renzi le toca hacer carrera con dos pesos sobre los hombros: ser la en¨¦sima gran esperanza de la izquierda (aunque es m¨¢s socialcristiano que socialdem¨®crata) y usar su talento como relaciones p¨²blicas para persuadir a Merkel de que Europa necesita imperiosamente un paquete de inversi¨®n para evitar que los viejos fantasmas (los Le Pen y compa?¨ªa) no acaben de salir del armario. No hay crecimiento sin inversi¨®n: la legislatura depende de que un florentino adicto al Twitter convenza a frau Nein de que hay que colocar ah¨ª la vela para resolver de una vez por todas la crisis.
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