Renzi pide al Bundesbank que se ocupe de sus asuntos pero rechaza pol¨¦micas
El primer ministro recuerda al organismo que no debe participar en el debate pol¨ªtico italiano
La relaci¨®n entre Roma y Berl¨ªn amenaza tormenta. El primer ministro italiano, Matteo Renzi, mand¨® callar este viernes con inusitada firmeza al jefe del Bundesbank alem¨¢n, Jens Weidmann, al acusarle de inmiscuirse en la pol¨ªtica interna italiana y en debates europeos en los que los supervisores bancarios no tienen ninguna autoridad. Weidmann no es un cualquiera: fue asesor ¨¢ulico de la canciller Angela Merkel y dirige el banco central m¨¢s influyente en el BCE. Y la v¨ªspera atac¨® con todo el veneno a Renzi al apuntar que Italia debe hacer realidad sus promesas antes de dar lecciones y reclamar dinero fresco para inversiones y una aplicaci¨®n menos alemana ¡ªmenos ortodoxa¡ª de las normas fiscales. Renzi le devolvi¨® el picotazo en Roma, ante la mirada at¨®nita del presidente de la Comisi¨®n, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, en la puesta de largo de la presidencia rotatoria de la UE: ¡°Entre las tareas del Bundesbank no est¨¢ tomar partido en el debate pol¨ªtico italiano¡±. ¡°Europa pertenece a los europeos, no a los banqueros alemanes. Yo no le digo al Bundesbank c¨®mo debe supervisar sus bancos regionales o sus cajas¡±, dispar¨®, en una saeta cargada de intenci¨®n por las enormes dudas asociadas a esas entidades.
No es f¨¢cil enfrentarse a Alemania. El l¨ªder italiano templ¨® gaitas al asegurar que Merkel y la clase pol¨ªtica germana no le han lanzado en ning¨²n momento puyas como la de Weidmann. Pero sus asesores destacan que est¨¢ listo para desafiar las presiones de Berl¨ªn.Renzi asume muy crecido, como un vendaval, la presidencia semestral de la Uni¨®n, con el aval que suponen los 11 millones de votos que cosech¨® en las elecciones europeas (frente a los 10 millones de la CDU de Merkel, destacaron fuentes del Ejecutivo italiano). A principios de semana ya demostr¨® que se dispone a dar guerra: tras un vibrante discurso en la Euroc¨¢mara, se enfrent¨® al l¨ªder de los populares europeos, el alem¨¢n Manfred Weber, y vino a decirle que no piensa recibir ¨®rdenes de Alemania. Renzi se agarra a las conclusiones de la ¨²ltima cumbre europea, en las que Merkel impidi¨® un cambio de reglas pero accedi¨® a aplicarlas con la m¨¢xima flexibilidad. Y ha decidido hacer caso omiso de los heraldos que le manda la canciller.
El exalcalde de Florencia es ya la ¨²ltima esperanza blanca de la izquierda europea, aunque para ganar estatura en Bruselas necesita aprobar un dif¨ªcil test de credibilidad. Ninguno de sus predecesores en los ¨²ltimos a?os ha aprobado una sola reforma en una Italia que languidece, estancada desde hace una d¨¦cada y con una deuda p¨²blica estratosf¨¦rica. Contra ese inmovilismo, Renzi ha activado un ambicioso plan de 1.000 d¨ªas para activar una reforma laboral, una reforma constitucional, una reforma administrativa y una reforma del sistema impositivo. Al ritmo de esas promesas, muestra una ambici¨®n sobresaliente, que activa con la palanca de un discurso arrebatador ¡ª¡°vamos a cambiar Italia y a repensar Europa¡±¡ª, y ni siquiera le tiembla el pulso a la hora de polemizar con Merkel, tal como hizo en sus primeras semanas en el El¨ªseo el hoy cabizbajo Fran?ois Hollande.
Sin defender saltos en el vac¨ªo, Renzi explic¨® que Europa se rige ¡°por un pacto de estabilidad y de crecimiento, que nunca fue de estabilidad a secas¡±. E insisti¨® una y otra vez en que har¨¢ reformas, pero a cambio Europa debe darle margen ante la constataci¨®n de que esas reformas tienen siempre efectos secundarios: a la corta tienen consecuencias negativas sobre la econom¨ªa, y lo positivo solo se ve con el paso del tiempo. Una aplicaci¨®n menos estricta de las reglas fiscales y una pol¨ªtica europea de inversiones permitir¨ªan a la UE tender un puente entre el corto y el largo plazo, tendr¨ªan un efecto bals¨¢mico sobre el crecimiento y el empleo y, de paso, aflojar¨ªan la presi¨®n sobre Italia y sobre los pa¨ªses que sigan esa senda reformista, seg¨²n la tesis que defiende el nuevo l¨ªder in p¨¦ctore de la izquierda europea.
¡°La aplicaci¨®n inteligente de las reglas no es una medida que favorezca solo a Italia: beneficiar¨¢ a toda Europa. La Uni¨®n necesita reformas, pero tambi¨¦n inversiones y crecimiento¡±, destac¨® Renzi ante un centenar de corresponsales invitados para la ocasi¨®n. Barroso se apunt¨® al carro: ¡°A Europa le conviene el entusiasmo y la pasi¨®n de Italia¡±, dijo. ¡°Hay que poner el acento en las reformas y en la consolidaci¨®n fiscal, pero tambi¨¦n en la inversi¨®n para que vuelvan el crecimiento y el empleo. Y hay que recordar que el pacto de estabilidad ya se ha aplicado con inteligencia en el pasado¡±, explic¨® en esa permanente defensa de su legado en la que se ha embarcado desde hace meses.
Alemania, en fin, recela de las intenciones de Renzi: recuerda que Berlusconi, Monti y Letta ya se doctoraron en las promesas incumplidas, y observa con temor c¨®mo otros pa¨ªses ¡ªFrancia¡ª pueden beneficiarse de la laxitud que pide Italia sin acometer las medidas una y mil veces prometidas. Frente a esa referencia tan alemana al riesgo moral, Italia abandera otro punto de vista: Bruselas debe cambiar de pol¨ªtica econ¨®mica; no ha aplicado con suficiente flexibilidad las reglas y el ajuste decretado en todas partes a la vez ha sido contraproducente. Fuentes del Gobierno italiano, sin embargo, descartan un choque con Berl¨ªn: ¡°No va a haber una coalici¨®n de italianos, franceses y espa?oles sencillamente porque no se puede construir Europa contra Alemania. Hay que trabajar con Merkel, no contra ella¡±.
La partida se juega ahora en el tablero institucional. El candidato conservador, Jean-Claude Juncker, necesita los votos de la CDU alemana, pero tambi¨¦n los de los socialdem¨®cratas italianos, para presidir la Comisi¨®n Europea. Por el camino, la socialdemocracia ya ha dejado un recado para los bancos centrales, convertidos en actores pol¨ªticos de primera magnitud a pesar de su tan cacareada independencia. El pr¨®ximo cap¨ªtulo de esa historia llegar¨¢ en unos d¨ªas, con la votaci¨®n sobre Juncker. Y ah¨ª, Roma deja un aviso a navegantes: ¡°Los Veintiocho acordamos suavizar las reglas; vot¨¦ a favor de Juncker con la convicci¨®n de que respetar¨¢ ese pacto¡±, vaticin¨® un Renzi tan seguro de s¨ª mismo en ese pulso con Alemania que no puede creer que tenga opci¨®n de perder donde otros fracasaron en el pasado.
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