El Mundial en China
No es un fen¨®meno exclusivo de Beijing y Shanghai, de norte a sur se ven referencias al deporte que los chinos toman con pasi¨®n
Estos d¨ªas, millones de fan¨¢ticos chinos est¨¢n llegando tarde al trabajo o, al menos, acuden a trabajar con pocas horas de sue?o. En China, el mundial de Brasil es un fen¨®meno de noche y madrugada. Conversando con taxistas, empresarios, oficinistas, estudiantes y muchos otros, uno descubre un mundo de fascinaci¨®n con el f¨²tbol al que las diferencias horarias no pueden doblegar. El mundial no es un fen¨®meno exclusivo de Beijing y Shanghai, las ciudades internacionales por excelencia: de norte a sur y este a oeste se ven anuncios y referencias a un fen¨®meno que los ciudadanos chinos toman con pasi¨®n.
Shanghai es, por supuesto, el sitio donde uno se queda boquiabierto con el despliegue visual de los negocios de las grandes marcas deportivas. La im¨¢genes gigantes, vibrantes, incre¨ªblemente din¨¢micas de los ¨ªdolos brasile?os, argentinos, espa?oles y uruguayos transmiten adrenalina. Los botines exclusivos de Messi, con la inscripci¨®n ¡°mi sue?o¡± en la plantilla, est¨¢n expuestos como si fueran joyas de Cartier.
A nadie le sorprender¨ªa que una ciudad como Shanghai despliegue el mundial al nivel m¨¢s exclusivo. Pero Brasil 2014 est¨¢ por todos lados. En Harbin, bien al norte, cerca de la frontera con Rusia, las im¨¢genes comerciales del mundial son m¨¢s modestas, a veces un tanto rid¨ªculas cuando se adaptan a productos locales, pero no dejan de generar entusiasmo en los fan¨¢ticos. Los bares ofrecen grandes descuentos en cerveza y enormes pantallas. La copa dorada es parte del paisaje urbano.
Messi es, sin duda, el ¨ªdolo m¨¢s popular. Su cara est¨¢ por todos lados. Brasil y Argentina son los equipos favoritos. Durante los d¨ªas previos al comienzo del mundial, CCTV dedic¨® extensos reportes a los equipos de estos pa¨ªses. Un detallado segmento sobre la selecci¨®n argentina mostr¨® un nivel de an¨¢lisis que no se ve¨ªa en China hace s¨®lo unos pocos a?os.
Hay algo muy especial en el esp¨ªritu con el que los chinos siguen el mundial. ¡°Como China no juega, uno puede disfrutar sin preocuparse por el resultado¡±, me dice un taxista que se junta con sus amigos a tomar cerveza y mirar los partidos de madrugada. Muchos en China sue?an con clasificar y jugar al nivel de los grandes equipos, pero a diferencia de tantas otras ansiedades que definen a esta sociedad brutalmente competitiva, no se siente un apuro urgente por entrar al club de los mejores.
Para los latinoamericanos viviendo en China, mirar los partidos de su equipo es una experiencia interesante. Y complicada. Si lo hacen por internet, para escuchar el relato en espa?ol o portugu¨¦s, se enfrentan a un retraso de unos minutos. Las consecuencias son abrumadoras: en el partido inaugural, mis amigos recib¨ªan un mensaje en WhatsApp desde Brasil anunciando el gol antes de que apareciera en la pantalla en China. La alternativa tambi¨¦n tiene sus defectos. Si deciden mirar CCTV5, el retraso es casi insignificante, pero el relato en Mandar¨ªn es mortal.
Para un pa¨ªs que da una importancia extraordinaria a los deportes y que compite ferozmente para ser el mejor, sorprende la tranquilidad con que los fan¨¢ticos chinos asumen la ausencia de un f¨²tbol de nivel internacional. Las explicaciones son variadas, pero hay una que escucho con frecuencia: ¡°es una combinaci¨®n de dos cosas: nosotros no somos buenos en los deportes de equipo y le prestamos demasiada atenci¨®n al estudio¡±. La primera explicaci¨®n tiene sentido: cuando se trata de equipos masculinos, China no ha ganado ninguna medalla dorada en los Juegos Ol¨ªmpicos. El punto sobre la educaci¨®n resuena con fuerza en el mes de junio: durante el fin de semana anterior a la inauguraci¨®n del mundial tuvo lugar el ¡°gaokao¡±, el arduo e h¨ªper-intenso examen de ingreso a la universidad. Es un fen¨®meno que se siente en el pa¨ªs entero. Para muchos, el examen puede definir un futuro de ¨¦xito profesional y social al abrir las puertas de las instituciones de ¨¦lite. Quienes no obtengan un puntaje suficiente para entrar a la universidad se enfrentan a una vida mucho m¨¢s dura, con un salario mucho m¨¢s bajo y la humillaci¨®n que su familia deber¨¢ cargar por a?os.
Les muestro a mis amigos chinos una foto trucada del Cristo Redentor con la camiseta de la selecci¨®n argentina. Se r¨ªen con una cierta incomodidad. Les parece ingenioso, pero hay algo en nuestro fanatismo que les resulta distante, dif¨ªcil de comprender. Igual, se los ve deseosos de sumarse a la magia fascinante del f¨²tbol. Es el deporte perfecto para un pa¨ªs que se reconoce como ¡°en desarrollo¡± a la vez que crece como potencia a nivel global.
Hay mucho de la picard¨ªa del f¨²tbol, especialmente la sudamericana, que resuena de modo muy cercano en la cultura china. Ser parte del mundial es ser parte de ese mundo en el que China se siente muy confortable. No importa que la selecci¨®n china no est¨¦ en Brasil. Tampoco importa que los grandes h¨¦roes futbol¨ªsticos sean adoptados. La pasi¨®n por el f¨²tbol tendr¨¢ una forma particular en China, pero es hoy m¨¢s fuerte que nunca.
La ¨²nica vez que China calific¨® para la Copa Mundial fue en el 2002. Sin embargo, el drag¨®n asi¨¢tico est¨¢ presente en Brasil. El Brazuca (el bal¨®n oficial del torneo) se produce en el sur de China, en la ciudad de Shenzhen. Y como era de esperar, seg¨²n el China Daily, el f¨²tbol no lo inventaron los ingleses: historiadores chinos han argumentado que la forma m¨¢s antigua del ¡°juego bonito¡± ya se jugaba en China hace m¨¢s de 2.000 a?os.
*Ariel Armony es director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Miami y profesor honorario de la Universidad de Jilin
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