El espionaje a aliados abre una brecha entre Obama y sus servicios secretos
El presidente no fue informado de la detenci¨®n del agente doble en Alemania
La detenci¨®n de como m¨ªnimo un agente norteamericano infiltrado en los servicios secretos de Alemania, uno de los aliados m¨¢s cercanos de Estados Unidos, entorpece la relaci¨®n entre ambos pa¨ªses y revela el desconocimiento, por parte del presidente Barack Obama, de las acciones de sus propios esp¨ªas.
Cuando Obama habl¨® por tel¨¦fono con la canciller alemana Angela Merkel el jueves pasado sobre Ucrania y otros asuntos bilaterales, ni uno ni la otra mencionaron la detenci¨®n del doble agente, ocurrida un d¨ªa antes. Al presidente no le hab¨ªa llegado la noticia, seg¨²n The New York Times. No est¨¢ claro si la noticia lleg¨® a John Brennan, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)
Pero la CIA sab¨ªa desde d¨ªas antes, quiz¨¢ semanas, que su hombre en el Servicio de Informaci¨®n Federal (BND) se encontraba en una situaci¨®n comprometida, seg¨²n el citado diario.
Como ocurri¨® en oto?o de 2013 con las revelaciones sobre el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a la canciller alemana, Angela Merkel, el nuevo caso supone un contratiempo para el presidente en un momento en que necesita a Alemania en cuestiones que van desde el conflicto con Rusia en Ucrania hasta la negociaci¨®n de un acuerdo comercial con la Uni¨®n Europea.
La pregunta del d¨ªa es: ?qui¨¦n manda? ?sabe la Casa Blanca lo que hace la comunidad de inteligencia?¡±
Obama ha dicho en varias ocasiones que los agentes no deber¨ªan espiar a alguien s¨®lo porque dispongan de las capacidades para hacerlo. Los esp¨ªas deben tomar en cuenta otras variables ¡ªlos costes diplom¨¢ticos de sus acciones, por ejemplo¡ª a la hora de adoptar la decisi¨®n de vigilar a un objetivo.
Pero en el caso de la NSA y de la infiltraci¨®n en el BND, la diplomacia y el espionaje van por caminos distintos: sus intereses no siempre coinciden y a veces se contradicen. Y el presidente, que aparentemente tampoco conoc¨ªa que la NSA pinchaba el tel¨¦fono de Merkel, da la imagen de estar desbordado por unos servicios de inteligencia a los que no siempre controla.
¡°La pregunta del d¨ªa es: ?qui¨¦n manda? ?sabe la Casa Blanca lo que hace la comunidad de inteligencia?¡±, dice el historiador Matthew Aid, autor de libros sobre la NSA y los servicios de inteligencia de EE UU.
Las documentos sobre la NSA, filtrados a la prensa por el exagente Edward Snowden, destaparon una vasta red de espionaje electr¨®nico. Y abrieron el debate sobre la influencia un complejo de espionaje industrial ¡ªsimilar al complejo militar-industrial cuya influencia denunci¨® el presidente Dwight Eisenhower denunci¨® en 1961¡ª que en parte escapa a la tutela pol¨ªtica.
Fuentes an¨®nimas de la Casa Blanca expresaron a The New York Times su desconcierto por no haber recibido la informaci¨®n sobre la detenci¨®n del agente doble, ni sobre el hecho de que llevaba semanas bajo vigilancia alemana. El caso no resultar¨ªa tan inc¨®modo si no complicase la relaci¨®n de Obama con Merkel, su aliada privilegiada en Europa.
El mandatario no aludi¨® al asunto al hablar por tel¨¦fono con Merkel
Pero los gestos que el presidente de EE UU est¨¢ dispuesto a hacer para apaciguar el enfado de la canciller son limitados. EE UU se resiste a firmar con Alemania un acuerdo de no agresi¨®n en materia de espionaje, similar al que mantiene con Reino Unido, Canad¨¢, Australia y Nueva Zelanda.
El esc¨¢ndalo de la NSA llev¨® a Obama prometer que los agentes norteamericanos no volver¨ªan a pinchar el tel¨¦fono de Merkel. Pero se ha reservado el derecho a que los servicios de EE UU sigan trabajando en territorio alem¨¢n y espiando a altos responsables del Gobierno de este pa¨ªs.
No es habitual que los presidentes de EE UU, que cada ma?ana reciben un informe de inteligencia, se interesen por el detalle de las operaciones. Quieren conocer los resultados, no los m¨¦todos. Y el espionaje entre aliados no les llama la atenci¨®n, porque no es nuevo.
En 1995, Francia expuls¨® a cinco agentes de la CIA, entre ellos Dick Holm, el jefe de la delegaci¨®n de la agencia en Par¨ªs, por espionaje en el marco de unas negociaciones comerciales. Jonathan Pollard ¡ªun norteamericano que en los a?os ochenta pas¨® documentos clasificados a Israel, uno de los aliados m¨¢s cercanos de Washington¡ª lleva casi 29 a?os encarcelado en EE UU.
El caso alem¨¢n es particular, explica Aid. ¡°Nosotros pusimos en marcha el BND¡±, dice. Y recuerda que fueron los ocupantes norteamericanos quienes fundaron los servicios secretos alemanes tras la Segunda Guerra Mundial, entonces bautizados como Organizaci¨®n Gehlen por el nombre del militar de la Wehrmacht elegido para dirigirla.
Desde entonces, a?ade el experto en espionaje, EE UU ha suministrado al BND fondos y tecnolog¨ªa. ¡°Seguimos estando implicados, d¨ªa a d¨ªa, en todos los aspectos de las operaciones del BND. Sabemos m¨¢s de lo que hace el BND que lo contrario¡±, dice. ¡°Describir¨ªa nuestra relaci¨®n con el BND como ¨ªntima¡±.
La iron¨ªa, concluye, es que seguramente la CIA no necesite a un infiltrado en estos servicios secretos para conocerlos por dentro.
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