Un Gobierno militar con rostro civil
Maduro asciende a 229 oficiales a generales y almirantes para premiar su lealtad al chavismo Son parte de una oligarqu¨ªa castrense que controla Venezuela
Cada vez que asoma el mes de julio los oficiales ascendidos a la alta jerarqu¨ªa de las Fuerzas Armadas venezolanas lucen sus nuevas presillas y caponas en los mejores restaurantes de carne de Caracas, en comidas rociadas con abundante whisky. Al principio sol¨ªan ser celebraciones discretas porque eran unos pocos, pero desde hace algunos a?os son muchos.
En Venezuela hay m¨¢s generales y almirantes que cargos vacantes en el estamento militar, pero eso no parece ser un obst¨¢culo para el Gobierno del presidente Nicol¨¢s Maduro. Este a?o se sumaron a esos rangos 229 coroneles y capitanes de nav¨ªo, siguiendo una costumbre iniciada hace cuatro a?os por su antecesor, Hugo Ch¨¢vez. Ha sido la manera que ha encontrado el chavismo no solo de honrar sus or¨ªgenes castrenses, sino de estimular a quienes les han servido de principal soporte en tres lustros, m¨¢s all¨¢ de la obligaci¨®n impuesta en la Constituci¨®n venezolana. El de Maduro es un Gobierno militar con una fachada civil.
La cifra contrasta con lo que era una costumbre incluso con Ch¨¢vez en el poder. Si en 2006 apenas ascendieron siete oficiales a general de divisi¨®n fue porque todav¨ªa era norma la costumbre de solo cubrir las bajas por retiro. Eso fue cambiando con los a?os despu¨¦s de las reformas a la Ley Org¨¢nica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ¡ªque agreg¨® dos nuevos escalafones (mayor general y general en jefe) a los dos existentes (general de brigada y general de divisi¨®n) en la alta jerarqu¨ªa¡ª pero en definitiva con un asunto m¨¢s intangible como el significado de la justicia. Ch¨¢vez, que le hab¨ªa quitado la competencia al Senado tras promover un Parlamento unicameral en la Constituci¨®n de 1999, siempre consider¨® como una injusticia que las decisiones de ascenso estuvieran en manos de civiles. En los Gobiernos civiles que le antecedieron, seg¨²n Ch¨¢vez, muchos buenos oficiales se quedaron a las puertas de los altos cargos postergados por otros, menos talentosos, que se ocupaban de forjar buenas relaciones con la dirigencia pol¨ªtica. Pero salvo la cantidad de militares de alto grado, una rareza en Am¨¦rica seg¨²n los estudiosos del tema, el chavismo tambi¨¦n utiliza las promociones como una manera de premiar la lealtad.
El de Maduro es un Gobierno militar con una fachada civil
Solo unos pocos de esos nuevos generales y almirantes ocupar¨¢n puestos de mando. Otros ser¨¢n trasladados a cargos clave en la administraci¨®n p¨²blica, algunos se quedar¨¢n sin destino dentro de las fuerzas armadas y el resto, muy pocos en realidad, terminar¨¢n su carrera militar con el ascenso. El ¨²ltimo de los nombramientos m¨¢s resaltantes en cargos administrativos fue el de Giuseppe Yofreda, un saliente comandante general de la aviaci¨®n, como presidente de la reci¨¦n creada Corporaci¨®n Venezolana de Comercio Exterior, la instancia creada por Maduro para centralizar las importaciones del Estado venezolano a la tasa sobrevaluada de 6,3 bol¨ªvares por d¨®lar. Es un poder incluso mayor que comandar tropas. En Venezuela ponerle la mano a los d¨®lares baratos que entrega el Estado para luego revenderlos en el mercado negro, que multiplica por doce su valor, es la v¨ªa m¨¢s r¨¢pida para hacerse rico.
La mayor¨ªa de esos oficiales son parte de una gran oligarqu¨ªa castrense que controla el pa¨ªs y est¨¢ consolidando lo que la directora de la ONG Control Ciudadano, Roc¨ªo San Miguel, ha llamado ¡°el dise?o de un Estado militar¡±. ¡°Se busca que la sociedad se intimide y se subordine a sus designios¡±, agrega. Los militares retirados, adem¨¢s de altos cargos p¨²blicos, gobiernan el 52% de los estados, ocupan ministerios y la presidencia de la Asamblea Nacional. Su poder tiene amplias ramificaciones pol¨ªticas y econ¨®micas, como ha ocurrido con m¨¢s o menos preponderancia en casi 200 a?os de vida republicana, que se ha fortalecido con la reciente decisi¨®n del Tribunal Supremo de Justicia de permitir a los militares su participaci¨®n en actos proselitistas. Se trata en definitiva de un tutelaje sobre lo civil que apenas se interrumpi¨® entre 1958 y 1998, cuando en Venezuela se sucedieron elecciones cada cinco a?os y se eligieron presidentes civiles, y del cual se hace constante gala. Un ejemplo: el ¨²ltimo orador de orden de la sesi¨®n del 5 de julio en la Asamblea Nacional, que conmemora el aniversario de la firma del acta de la independencia venezolana, fue el general en jefe Vladimir Padrino L¨®pez, jefe del Comando Estrat¨¦gico Operacional, la m¨¢xima instancia operativa de las fuerzas militares.
Entre los nuevos ascensos destaca el del nuevo general en jefe Jacinto P¨¦rez Arcay, un anciano maestro de Ch¨¢vez reincorporado a la actividad militar por ¨®rdenes del l¨ªder bolivariano. P¨¦rez Arcay tiene una prosa ampulosa que suele poblar de adjetivos rimbombantes el relato de la independencia nacional. Maduro lo ha mantenido como una suerte de asesor en temas hist¨®ricos que despacha en el palacio de gobierno. Tanto ¨¦l y los nuevos generales y almirantes recibieron sus insignias delante de la tumba de Hugo Ch¨¢vez, en el cuartel de la Monta?a, el nuevo lugar de peregrinaci¨®n de la oficialidad venezolana.
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