Bolivia-Chile: sensatez y sentimientos
La falta de mutuo respeto destruye la civilidad b¨¢sica que un proceso jur¨ªdico busca establecer
En los ¨²ltimos meses, la ret¨®rica de varios personeros oficiales y analistas, tanto en Bolivia como en Chile, relativa al caso que enfrenta a ambos pa¨ªses ante la Corte Internacional de Justicia ha crecido en agresividad. Las sensibilidades a ambos lados de la frontera est¨¢n a flor de piel, y el fuego es atizado casi de manera diaria por autoridades de ambos pa¨ªses con gestos y expresiones que dificultan una relaci¨®n bilateral trizada desde hace d¨¦cadas. Palabras sacan palabras. Los resquemores est¨¢n encendidos.
A pesar de que un proceso ante la Corte de La Haya constituye un mecanismo pac¨ªfico de soluci¨®n de controversias respaldado por las Naciones Unidas, el caso ha desatado una escalada de dimes y diretes que acrecientan en vez de neutralizar la hostilidad mutua. Pol¨ªticos de uno y otro lado, trenzados en una competencia de declaraciones altisonantes, luchan por verse cada cual m¨¢s patriota. Y tal patriotismo, visible incluso en las m¨¢s altas esferas, equivale a dar el trato m¨¢s irrespetuoso y usar el lenguaje m¨¢s ofensivo posible para con el otro pa¨ªs, e incluso ridiculizar la posici¨®n contraria en el caso en cuesti¨®n frente a cualquier c¨¢mara o micr¨®fono cercano. Tal patriotismo tambi¨¦n significa que los estamentos inferiores de la jerarqu¨ªa del Estado presionar¨¢n a la c¨²pula para que se emitan se?ales que manifiesten indignaci¨®n popular. La letan¨ªa de gestos inamistosos de un pa¨ªs para con el otro se alarga cada d¨ªa.
Por otro lado, analistas que mayormente ignoran la extensa jurisprudencia del tribunal en cuesti¨®n ¨Cuna Corte de 70 a?os-- no tienen empacho en aventurar en los m¨¢s importantes medios de comunicaci¨®n de cada pa¨ªs las m¨¢s ex¨®ticas visiones sobre la Corte y sus facultades, adem¨¢s de hacer taxativos juicios sobre la sustancia de una demanda cuyo contenido ignoran por completo. Es bien sabido que en estos procedimientos los memoriales en los cuales las partes desarrollan sus posiciones son de car¨¢cter totalmente reservado hasta el momento de la audiencia. Para tal evento faltan a¨²n varios a?os.
Es cierto que en pol¨ªtica ¨Ctanto nacional como internacional¡ªlos sentimientos importan. Los pa¨ªses, en cierta dimensi¨®n, se parecen a las personas. Acumulan traumas y cuitas, se pelean y ¨Ca veces- logran reconciliarse. Hay amistades y rivalidades de larga data, pero tambi¨¦n es posible que enemistades centenarias -guerras incluidas- puedan dar paso a una cooperaci¨®n cercana. El futuro de las naciones, afortunadamente, no est¨¢ escrito en ninguna parte.
Para Bolivia, este caso contra Chile trata formalmente del posible efecto creador de obligaciones de tratativas diplom¨¢ticas infructuosas que versaban sobre un posible acceso al mar. Pero en sustancia, la aspiraci¨®n boliviana excede lo que una Corte podr¨ªa entregarle. De acuerdo a lo expresado por sus mayores representantes, Bolivia aspira a que le devuelvan su pasado, glorificado en la memoria, distante m¨¢s de un siglo, con restituci¨®n incluso econ¨®mica de lo que estima fue un despojo que consta en un tratado fechado en 1904, sobre el cual la Corte ¨Cestablecida en 1945- no puede pronunciarse, pues excede las normas b¨¢sicas de temporalidad de su jurisdicci¨®n. La dificultad para que una Corte de Naciones Unidas avale una restituci¨®n de este tipo es evidente. La lista de pa¨ªses que querr¨ªan que las manecillas del reloj corrieran al rev¨¦s, y que antiguas extensiones territoriales volvieran a su soberan¨ªa seria considerable, y la alteraci¨®n al orden internacional, inconcebible. Los fallos de la Corte son fuentes del derecho internacional general.
Chile, por su parte, se encuentra bajo el shock de haber recibido hace pocos meses por parte de esta misma Corte un fallo parcialmente desfavorable en el caso sobre delimitaci¨®n de su frontera mar¨ªtima con Per¨². La argumentaci¨®n de la Corte para no reconocerle al pa¨ªs austral el paralelo geogr¨¢fico como frontera mar¨ªtima en su m¨¢xima extensi¨®n fue considerada inentendible tanto por el gobierno como la sociedad. Esto ha derivado en una narrativa bien extendida que, en su versi¨®n m¨¢s ¨¢cida, considera a la Corte como un foro antijur¨ªdico, a los litigantes extranjeros que asesoran al pa¨ªs como v¨ªboras sin escr¨²pulos profesionales que s¨®lo quieren cobrar altos honorarios, y al conocimiento t¨¦cnico como descartable, pues el derecho internacional equivale ¨²nicamente a una colecci¨®n de caprichos sin ton ni son de unos extra?os se?ores vestidos de togas y que, para empeorar las cosas, s¨®lo hablan en ingl¨¦s y franc¨¦s.
Las circunstancias anteriores han derivado en un debate que, en la opini¨®n p¨²blica de Bolivia y Chile, tiene mucho de irracional. La conducta de pol¨ªticos, pseudoanalistas, y buena parte de los medios de comunicaci¨®n respecto a la creaci¨®n de expectativas y la conducci¨®n de relaciones internacionales de cada pa¨ªs ¨Cque van m¨¢s all¨¢ de la soluci¨®n que puede entregar una Corte a un cuesti¨®n jur¨ªdica concreta- evidencian un sentido de la responsabilidad que deja que desear. Las palabras, como bien se sabe, crean realidades. Y aquellas que hoy viajan de un pa¨ªs al otro no contribuyen a que ambas naciones puedan ponerle fin, dentro de un cierto tiempo, a la disputa que los enfrenta, ejecutando el fallo que se emita (sea sobre jurisdicci¨®n, sea sobre el fondo del asunto).
Con los sentimientos de las personas, ni de los pa¨ªses, no se juega. Inflamarlos puede tener consecuencias graves y duraderas. Enfrentados en una Corte, hay reglas por respetar y opciones procesales leg¨ªtimas de cada cual. Las partes no debieran tratarse a gritos mientras suben los pelda?os del edificio donde har¨¢n su alegato o su defensa, aunque esta ¨²ltima consista en decir que la Corte no tiene competencia para dirimir el pleito. La falta de mutuo respeto destruye la civilidad b¨¢sica que un proceso jur¨ªdico busca establecer. Lo m¨ªnimo que el foro demanda es sensatez, y que la cordura logre gobernar la emoci¨®n.
Paz Z¨¢rate es analista de Oxford Analytica. La opini¨®n aqu¨ª expresada tiene car¨¢cter personal. Twitter @pyz30
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