La crisis de ni?os migrantes, un laberinto para dem¨®cratas y republicanos
Ni la Casa Blanca ni el Congreso parecen saber c¨®mo compaginar una imagen de firmeza ante la ola migratoria con un trato humanitario hacia los menores
?C¨®mo disuadir a padres y madres centroamericanos de que deben dejar de enviar a sus hijos solos en un peligroso viaje hacia Estados Unidos sin dejar de ofrecer al mismo tiempo garant¨ªas humanitarias a unos menores desprotegidos, como dictan las normas internacionales y la propia moral del pa¨ªs? El presidente Barack Obama no parece haber dado todav¨ªa con la f¨®rmula adecuada, pero tampoco la oposici¨®n republicana conoce una soluci¨®n. Mientras, los ni?os no dejan de llegar -60.000 en ocho meses-, las tensiones se disparan y el dilema se ha convertido en una preocupaci¨®n nacional.
Seg¨²n una encuesta de Gallup publicada este mi¨¦rcoles, uno de cada seis estadounidenses considera que la inmigraci¨®n es el problema m¨¢s importante del pa¨ªs en estos momentos. Cierto es -y as¨ª lo apunta la propia encuestadora- que no es la primera vez que la cuesti¨®n migratoria sube en la escala de preocupaciones de los estadounidenses para volver a quedar r¨¢pidamente relegada, en cuanto pasa la oleada informativa como la que se est¨¢ produciendo en estos momentos a ra¨ªz de la crisis con los ni?os centroamericanos. Pero demuestra tambi¨¦n que es un tema que ni el gobierno ni la oposici¨®n pueden ignorar, en momentos en que ninguna de las propuestas de soluci¨®n sobre la mesa ofrece una salida que convenza a la mayor¨ªa.
Obama ha puesto en marcha varias medidas, como disuadir a los nuevos inmigrantes. Envi¨® a su n¨²mero dos, el vicepresidente Joe Biden, a Guatemala a transmitir personalmente el mensaje de que el viaje que emprenden los peque?os es demasiado peligroso y que no merece la pena porque acabar¨¢n siendo deportados. Tambi¨¦n lo ha dicho por activa y por pasiva -tanto en Washington, como en la frontera y hasta en Guatemala tambi¨¦n- su secretario de Seguridad Nacional Jeh Johnson. Y a pesar de que recorri¨® Texas la semana pasada, el propio Obama rechaz¨® acercarse hasta uno de los centros en la frontera que albergan a los peque?os para evitar una ¡°foto¡± que podr¨ªa haber transmitido la falsa idea de que el presidente de Estados Unidos est¨¢ recibiendo a los menores en persona.
A la par, Obama ha solicitado 3.700 millones de d¨®lares en fondos extra al Congreso para afrontar la crisis tanto dentro de Estados Unidos -aumentando y mejorando los centros de acogida, elevando el n¨²mero de abogados migratorios y el personal fronterizo, entre otros- como en los propios pa¨ªses origen del problema: Honduras, Guatemala y El Salvador.
Y esta misma semana el Departamento de Seguridad Nacional publicit¨® como el comienzo de una ¡°nueva ola¡± de deportaciones la devoluci¨®n a su pa¨ªs de origen de un grupo de 38 madres y menores hondure?os recientemente aprehendidos en la frontera, a los que seguir¨¢n sendos grupos de guatemaltecos y salvadore?os, seg¨²n ha prometido.
No era una acci¨®n estrictamente nueva: los hondure?os fueron el primer grupo deportado del centro de Artesia, en Nuevo M¨¦xico, abierto en las pasadas semanas para afrontar la oleada de migrantes llegados, pero previamente ya hab¨ªan sido devueltos otros menores acompa?ados por sus padres u otro adulto de otros centros de acogida a sus pa¨ªses centroamericanos de origen. Adem¨¢s, eran menores que llegaron acompa?ados de un adulto, que conforman otro grueso grupo pero no son estrictamente el centro del problema, las decenas de miles de menores que llegaron solos al pa¨ªs.
Con todo, la Casa Blanca admiti¨® que la gran atenci¨®n que logr¨® con esta ¨²ltima deportaci¨®n -los expulsados fueron adem¨¢s recibidos en Honduras por la primera dama, Ana Garc¨ªa de Hern¨¢ndez- responde a un intento del gobierno de reforzar con im¨¢genes el mensaje de firmeza que hasta ahora visiblemente no ha calado en Centroam¨¦rica.
¡°Deber¨ªa constituir una se?al clara a los individuos que est¨¢n pensando en realizar este viaje peligroso, o en poner a sus hijos en manos de un criminal para hacer el peligroso trayecto de Centoram¨¦rica a Estados Unidos, de que si son detenidos en la frontera aunque tendr¨¢n derecho a un proceso judicial (migratorio), no ser¨¢n recibidos en este pa¨ªs con los brazos abiertos¡±, afirm¨® el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest.
La Casa Blanca ha tratado de compartir el problema con el Congreso al solicitarle a ¨¦ste sustanciales fondos con los que afrontar la crisis a corto y largo plazo. Pero el Capitolio, a punto de cerrar por vacaciones, sigue profundamente dividido ante el caso, al igual que lo estuvo con la ya dada por fracasada reforma migratoria.
El presidente de la C¨¢mara de Representantes, el republicano John Boehner, ha dejado claro que su partido no est¨¢ dispuesto a concederle un ¡°cheque en blanco¡± a Obama, que este mi¨¦rcoles recibir¨¢ en la Casa Blanca a congresistas dem¨®cratas hispanos para hablar de nuevo del tema.
Legisladores conservadores est¨¢n elaborando propuestas de ley que quieren vincular a la concesi¨®n de los fondos solicitada por la Casa Blanca y que prev¨¦n una modificaci¨®n de una ley de 2008 que para proteger a menores del tr¨¢fico humano impide la deportaci¨®n inmediata de peque?os procedentes de pa¨ªses que no sean colindantes con Estados Unidos, algo que rechazan rotundamente la mayor¨ªa de los dem¨®cratas y activistas migratorios.
Una muestra m¨¢s de lo complicado del dilema es la amplia insatisfacci¨®n de los estadounidenses con el manejo de esta crisis tanto por parte del gobierno como por la oposici¨®n republicana. Seg¨²n una encuesta elaborada esta semana por The Washington Post y ABC, el 58 por ciento de los consultados rechaza la actuaci¨®n de Obama ante los menores migrantes. Triste consuelo para el presidente dem¨®crata: peor nota reciben los republicanos en este tema, que causan un rechazo del 66 por ciento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.