Los peajes a extranjeros en las carreteras alemanas agrietan la gran coalici¨®n
La iniciativa de la CSU saldr¨¢ adelante pese a la oposici¨®n de sectores de la CDU y del SPD
Las reglas de juego de la gran coalici¨®n que gobierna Alemania est¨¢n claras desde su nacimiento a finales del a?o pasado. El trato consiste en que cada uno de los tres partidos que la componen pueda mostrar a su electorado alg¨²n trofeo que compense la amarga p¨ªldora de compartir el poder. Por ahora, los socialdem¨®cratas del SPD se llevan la palma. Pueden apuntarse los tantos del salario m¨ªnimo, la jubilaci¨®n anticipada para aquellos que hayan trabajado m¨¢s a?os, la reforma energ¨¦tica y la doble nacionalidad para los hijos de inmigrantes. Los democristianos de la CDU presumen de haber cuadrado el primer presupuesto con d¨¦ficit cero en casi medio siglo y de haber aumentado las ayudas a las madres. Y el socio menor del Gobierno, los socialcristianos b¨¢varos de la CSU, acaban de ponerse la medalla que deseaban: el peaje obligatorio para todos los extranjeros que circulen por las carreteras del pa¨ªs, una norma que ha obligado al ministro de Transporte, el socialcristiano Alexander Dobrindt, a hacer encaje de bolillos para no vulnerar la legislaci¨®n europea.
El proyecto ha levantado las suspicacias de Bruselas, que insiste en que no tolerar¨¢ ninguna discriminaci¨®n entre ciudadanos de la UE. Pero las voces cr¨ªticas van m¨¢s all¨¢. Tanto en la CDU como en el SPD, e incluso en algunos sectores de la CSU, el partido que la impulsa, se han o¨ªdo argumentos contra un canon que amenaza con tener efectos negativos en las regiones fronterizas. El coste oscilar¨¢ entre los diez euros de un permiso de diez d¨ªas hasta 100 euros para un a?o. Esta medida nace como respuesta a un compromiso electoral del partido gobernante en Baviera ante el hartazgo de unos ciudadanos que tienen que pagar por las carreteras de pa¨ªses vecinos como Austria o Suiza, mientras que estos pueden usar gratis las alemanas. Los fondos recaudados se destinar¨¢n a mejorar la red viaria alemana.
?El arreglo que ha encontrado Dobrindt para salvar las resistencias europeas consiste en imponer el pago a todos los que usen las v¨ªas. El matiz viene porque los ciudadanos alemanes podr¨¢n restarse la cantidad que paguen del impuesto de matriculaci¨®n, con lo que Dobrindt asegura que el efecto para sus votantes ser¨¢ igual a cero a partir del 1 de enero de 2016, fecha prevista para la entrada en vigor del nuevo sistema. Esta triqui?uela no convence a muchos, pero la canciller Angela Merkel ha dejado claro que el contrato firmado por los tres partidos tras las elecciones del pasado septiembre es sagrado. ¡°No hay leyes del SPD ni leyes de la CDU, sino trabajo conjunto en la coalici¨®n¡±, puntualiz¨® la canciller en la tradicional rueda de prensa anterior a las vacaciones de verano.
El l¨ªder de los socialdem¨®cratas, Sigmar Gabriel, tambi¨¦n se ha esforzado por defender ante los suyos el proyecto, que a¨²n est¨¢ sujeto a modificaciones. ¡°El peaje en las carreteras forma parte del contrato de coalici¨®n al igual que el salario m¨ªnimo¡±, asegur¨® la semana pasada el n¨²mero dos del Gobierno y presidente del SPD. La menci¨®n al salario m¨ªnimo tiene sentido ya que esa medida tambi¨¦n gener¨® mucha pol¨¦mica, y finalmente tuvo que ser rebajada para salvar las reticencias de los democristianos.
Las peleas en el seno de la gran coalici¨®n dan la oportunidad a Merkel de ejercer de mediadora como una figura casi apartidista, que algunos analistas comparan con una especie de reina madre que concilia los intereses de todos los alemanes. ¡°Ella es la gran ganadora de esta situaci¨®n. Ha logrado mostrar un perfil que no polariza: puede personificar los ¨¦xitos de su Gobierno y las peleas las deja para otros¡±, resume Ulrike Gu¨¦rot, directora del Laboratorio sobre Democracia Europea.
La tarea de Gabriel es especialmente peliaguda en esta reedici¨®n de la gran coalici¨®n que ya gobern¨® Alemania en 2005, en el primer mandato de Merkel. En esa ocasi¨®n, los socialdem¨®cratas salieron escaldados al obtener en las elecciones de 2009 el peor resultado de su historia. ¡°La situaci¨®n ahora para ellos es m¨¢s f¨¢cil. Entonces ten¨ªan que sacar adelante la jubilaci¨®n a los 67. Pero ahora, la buena marcha de la econom¨ªa les permite mostrar una cara m¨¢s social, y tomar una decisi¨®n casi contraria a la de entonces, con la jubilaci¨®n a los 63¡±, explica Ulrich Deupmann, antiguo asesor del ministro Frank-Walter Steinmeier y ahora director en Berl¨ªn de la consultora Brunswick.
Los dos partidos que ejercen ahora de socios tendr¨¢n que enfrentarse a la vuelta del verano. Tres elecciones regionales ¡ªen los Estados de la antigua RDA Sajonia, Turingia y Brandeburgo, que re¨²nen a m¨¢s de ocho millones de ciudadanos¡ª tomar¨¢n la temperatura pol¨ªtica de una parte del pa¨ªs. Despu¨¦s del espaldarazo que recibieron los socialdem¨®cratas en los comicios europeos del pasado mayo, la CDU aspira a obtener la mayor¨ªa absoluta en Sajonia, el m¨¢s importante de los tres Estados en liza.
Las elecciones, que se celebrar¨¢n el 31 de agosto y el 14 de septiembre, servir¨¢n no solo para testar la popularidad de las grandes formaciones, sino que ser¨¢n decisivas para algunas formaciones que han quedado fuera del Bundestag (la C¨¢mara baja del Parlamento). Es el caso de los liberales del FDP, tradicional partido bisagra en la Alemania que surgi¨® de la II Guerrra Mundial y compa?eros de Gobierno de Merkel entre 2009 y 2013. Sajonia es el ¨²ltimo Estado en el que gobiernan. Y, ante la pujanza del partido antieuro Alternativa por Alemania, corren el riesgo de ser barridos tambi¨¦n ah¨ª.
Merkel zanja el debate sucesorio
El peso arrollador de la gran coalici¨®n ha sepultado el debate pol¨ªtico en Alemania, condenando a la oposici¨®n, formada por dos partidos que representan solo al 17% del electorado, a algo muy parecido a la irrelevancia. A falta de grandes peleas ideol¨®gicas, los pol¨ªticos y periodistas berlineses se entregan con pasi¨®n al pasatiempo de elucubrar sobre el futuro de Angela Merkel.
Despu¨¦s de que una revista tan prestigiosa como Der Spiegel diera por pr¨¢cticamente segura la dimisi¨®n de la canciller a mitad de la legislatura, la propia interesada se vio obligada a desmentir sus planes de retirada. Antes de ir de vacaciones a Tirol del sur, Merkel dej¨® claro en dos ocasiones que va a completar el mandato para el que fue elegida. "Los alemanes pueden confiar en que hago lo que digo", dijo a una marabunta de periodistas el pasado d¨ªa 18. Eso supone seguir, al menos, hasta 2017.
Pero las c¨¢balas no se agotan aqu¨ª. Muchos discuten sobre su posible reemplazo para la pr¨®xima legislatura. Superado ya el tiempo que ocup¨® la canciller¨ªa Helmut Schmidt, a Merkel solo le quedan dos hombres a los que batir: los tambi¨¦n democristianos Konrad Adenauer y Helmut Kohl, que estuvo en el cargo 16 a?os. En 2017, ella llegar¨¢ a 12.
Merkel no es solo experta en deshacerse de sus compa?eros de coalici¨®n. Tambi¨¦n ha logrado a lo largo de su carrera pol¨ªtica seguir adelante mientras ca¨ªan los que en un momento parec¨ªan destinados a sucederla, como Karl-Theodor zu Guttenberg, el carism¨¢tico ministro de Defensa que en 2011 dimiti¨® por plagiar su tesis doctoral. Varios nombres suenan ahora como posibles herederos. El m¨¢s habitual es el de la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen. Otros medios han especulado tambi¨¦n con la primera ministra del Estado del Sarre, Annegret Kramp-Karrembauer. ¡°Ninguno de estos nombres tiene la fuerza suficiente. Y en Alemania no hay tradici¨®n de que los cancilleres dimitan¡±, resume la polit¨®loga Ulrike Gu¨¦rot.
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