La CIA admite que espi¨® a la comisi¨®n del Senado que investigaba las torturas
El director de la agencia pide perd¨®n porque sus agentes entraron sin permiso en ordenadores
Es poco habitual que los jefes de los esp¨ªas reconozcan errores. Pero en Estados Unidos, pa¨ªs de la separaci¨®n de poderes y la vigilancia persistente del poder ejecutivo por parte del legislativo, cualquier indicio de espionaje de los legisladores por parte de los agentes, como ocurri¨® hace unos meses, es susceptible de provocar una crisis constitucional.
Tras meses de disputa con los m¨¢ximos responsables de vigilar a los esp¨ªas en el Capitolio, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Brennan, admiti¨® este jueves que algunos de sus empleados se introdujeron de forma inadecuada en ordenadores reservados para investigadores del Senado, en que el Partido Dem¨®crata ostenta la mayor¨ªa. Los investigadores elaboraban un informe sobre los m¨¦todos de interrogaci¨®n y detenci¨®n de la CIA que debe publicarse en los pr¨®ximos d¨ªas o semanas.
No se trata de un caso de vigilancia masivo, como el de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en sus iniciales inglesas). Tampoco de pr¨¢cticas extendidas de espionaje como las de la propia CIA en pa¨ªses aliados como Alemania: la CIA no coloc¨® micr¨®fonos en las oficinas de los senadores ni ley¨® sus correos electr¨®nicos.
Pero el caso es sensible por varios motivos. Primero, porque afecta a uno de los episodios m¨¢s siniestros en la historia reciente del espionaje norteamericano, la tortura a sospechosos de terrorismo, durante los a?os posteriores a los atentados del 11 de septiembre de 2011, cuando el republicano George W. Bush era presidente. Segundo, porque la v¨ªctima del espionaje ya no era la canciller alemana, un pa¨ªs enemigo o un ciudadano an¨®nimo, sino los representantes del pueblo en pleno ejercicio de la tarea de supervisar a las agencias de espionaje. Y tercero, porque ocurre cuando las pr¨¢cticas de inteligencia norteamericana ¡ªdesde la NSA hasta la presencia de agentes de la CIA en los servicios de espionaje alemanes¡ª vuelven a ser cuestionadas.
En marzo, la presidenta de la Comisi¨®n de Inteligencia del Senado, la dem¨®crata Dianne Feinstein, denunci¨® que las pr¨¢cticas de la CIA representaban una afrenta a la divisi¨®n de poderes y una violaci¨®n de la Cuarta Enmienda de la Constituci¨®n, que proh¨ªbe los registros injustificados. Brennan neg¨® entonces cualquier vigilancia del trabajo de los citados investigadores, y dijo: ¡°Cuando los hechos salgan a la luz, creo que se demostrar¨¢ que se equivocan las muchas personas que ahora aseguran que hubo casos tremendos de espionaje y vigilancia y pirateo inform¨¢tico¡±.
Un informe del inspector general de la CIA ¡ªencargado de controlar irregularidades en la agencia¡ª ha dado la raz¨®n a los senadores y se la ha quitado a Brennan, que, en una reuni¨®n tensa con Feinstein y el n¨²mero dos de la Comisi¨®n de Inteligencia, el republicano Saxby Chambliss, pidi¨® perd¨®n.
Los hechos ocurrieron cuando el Senado se hallaba enfrascado en la investigaci¨®n del programa de interrogaci¨®n y detenci¨®n que al CIA puso en pr¨¢ctica tras el 11-S y que Obama prohibi¨® al llegar a Casa Blanca, en enero de 2009. Para ello, la CIA puso a disposici¨®n del Senado ordenadores situados en un edificio de la agencia en el estado de Virginia, en las afueras de Washington. Los empleados del Senado pod¨ªan acceder a m¨¢s de seis de millones de p¨¢ginas de documentos clasificados, pero s¨®lo en este lugar. La CIA se comprometi¨® a abstenerse de vigilar la actividad de los investigadores en estos ordenadores.
Las cosas se complicaron cuando la CIA sospech¨® que los empleados del Senado hab¨ªan obtenido unos documentos ¡ªprecisamente los m¨¢s incriminatorios sobre las torturas posteriores al 11-S¡ª a los que aparentemente el Senado no pod¨ªa acceder. Fue entonces cuando la CIA comenz¨® a vigilar los ordenadores vulnerando el acuerdo entre la CIA y el Senado para mantener los ordenadores fuera del alcance de los esp¨ªas.
Adem¨¢s de admitir las mala pr¨¢cticas de sus agentes, Brennan anunci¨® la creaci¨®n de un consejo interno, dirigido por exsenador dem¨®crata Evan Bayh, que revisar¨¢ el caso.
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