Turqu¨ªa escoge entre democracia y autoritarismo
Erdogan es favorito para ser elegido hoy en las urnas presidente con fuerte poder ejecutivo
Turqu¨ªa celebra hoy unas elecciones presidenciales en las que por primera vez sus ciudadanos elegir¨¢n directamente al nuevo jefe de Estado. Las encuestas dan como claro favorito a Recep Tayyip Erdogan, de 60 a?os y primer ministro desde 2003, aunque su Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP, en turco, islamista y conservador) hab¨ªa llegado al poder ya un a?o antes. Los otros candidatos son Ekmeleddin Ihsanoglu, de 70 a?os, exdiplom¨¢tico y acad¨¦mico religioso, en representaci¨®n de los principales partidos en la oposici¨®n; y Selahattin Demirtas, de 41 a?os y l¨ªder pol¨ªtico de la minor¨ªa kurda.
Esta semana, una encuesta de la consultora Konda preve¨ªa que Erdogan conseguir¨¢ el 57% de los votos, frente al 34% de Ihsanoglu y el 9% de Demirtas. Si ning¨²n candidato obtuviera la mitad m¨¢s una de las papeletas se celebrar¨ªa una segunda vuelta entre los dos aspirantes m¨¢s votados el 24 de agosto.
Desde que el AKP lleg¨® al poder la econom¨ªa turca se ha desarrollado muy r¨¢pidamente y el PIB per c¨¢pita se ha triplicado, lo que contribuye a la popularidad de Erdogan. Su Gobierno tambi¨¦n ha sido alabado por haber ampliado libertades y por someter al Ej¨¦rcito, que desde 1960 hab¨ªa forzado cuatro cambios de Gobierno. Adem¨¢s, ha iniciado un proceso de paz con la milicia del Partido de los Trabajadores del Kurdist¨¢n (PKK), cuyo enfrentamiento armado con el Estado ha causado m¨¢s de 40.000 muertes desde 1984.
Sin embargo, este ascenso de la democracia turca lleva ya un tiempo dando marcha atr¨¢s, seg¨²n aseguran voces cr¨ªticas con Erdogan. Desde las elecciones de 2011, cuando el AKP consigui¨® una mayor¨ªa del 50% en las elecciones parlamentarias, la sociedad turca se ha ido polarizando y cada vez son m¨¢s quienes describen al primer ministro como ¡°autoritario¡± y temen que esta deriva se vaya a acentuar si se convierte en jefe de Estado. Porque la presidencia no es la meta de Erdogan, sino un paso m¨¢s hacia su objetivo ¨²ltimo: transformar el r¨¦gimen en un sistema presidencialista con ¨¦l mismo a la cabeza.
Actualmente, en Turqu¨ªa el presidente es sobre todo una figura ceremonial y de unidad nacional, que adem¨¢s ha de renunciar a su afiliaci¨®n pol¨ªtica. Pero el actual primer ministro cita la elecci¨®n por voto directo para dejar claro que su presidencia ser¨ªa mucho m¨¢s activa y partidista. Adem¨¢s, Erdogan y su c¨ªrculo en el AKP han se?alado que, tras las elecciones generales previstas para el verano de 2015, quieren modificar la Constituci¨®n y otorgar oficialmente poderes ejecutivos a la figura del presidente.
En este caso, y si cumpliera los dos mandatos presidenciales a los que puede aspirar, Erdogan llegar¨ªa al centenario de la fundaci¨®n de la Rep¨²blica, en 2023, como el jefe de Estado m¨¢s poderoso de la historia de la Turqu¨ªa moderna. Sin embargo, hasta entonces coexistir¨ªa con un nuevo jefe de Gobierno, y ¡°es muy probable que quiera un primer ministro que le sea leal y que, b¨¢sicamente, le d¨¦ espacio pol¨ªtico suficiente para poder actuar como un presidente ejecutivo de facto¡±, analiza Sinan Ulgen, exdiplom¨¢tico y presidente del Centro para los Estudios en Econom¨ªa y Pol¨ªtica Exterior, con sede en Estambul.
Sus cr¨ªticos denuncian que Erdogan pretende imponer su particular visi¨®n conservadora a toda la sociedad turca. Especialmente en los ¨²ltimos dos a?os, su Gobierno ha dado m¨¢s espacio p¨²blico a la religi¨®n isl¨¢mica, tambi¨¦n en la educaci¨®n, y ha aprobado leyes de marcado car¨¢cter conservador, como la que restringe la promoci¨®n y venta de alcohol. El propio Erdogan se ha inmiscuido en la vida privada de los ciudadanos, criticando ferozmente el aborto, ¡°recomendando¡± a las mujeres que tengan al menos tres hijos y tratando de impedir que chicos y chicas vivan juntos en pisos y residencias de estudiantes.
Desde 2011, ¡°Erdogan ha ido quedando cada vez m¨¢s aislado de la realidad, es una tendencia muy reconocible en la historia pol¨ªtica¡±, describe el columnista pol¨ªtico Yavuz Baydar. ¡°Y este es un camino en el que no hay cambio de sentido. No hay ning¨²n ejemplo en el que un l¨ªder electo que fuera cada vez m¨¢s autoritario, arbitrario y autocr¨¢tico cambiara y volviera a ser democr¨¢tico¡±.
El a?o pasado, una gran parte de la poblaci¨®n se rebel¨® contra la actitud de Erdogan y, a partir de las protestas contra la demolici¨®n del parque de Gezi en Estambul en junio, hubo toda una serie de manifestaciones masivas contra su autoritarismo. La violenta respuesta del Gobierno recibi¨® cr¨ªticas de organismos internacionales y, precisamente, Erdogan culp¨® de las protestas a una conspiraci¨®n extranjera en su contra.
¡°Algo que me llama mucho la atenci¨®n sobre sus discursos [de Erdogan] y estas teor¨ªas de la conspiraci¨®n, sobre c¨®mo Occidente est¨¢ intentando debilitar Turqu¨ªa para que no se convierta en un gran pa¨ªs, es que sus seguidores realmente se lo creen¡±, comenta Gareth Jenkins, miembro del Instituto para Asia Central y el C¨¢ucaso. ¡°Lo que tenemos ahora en Turqu¨ªa es una cierta forma de tribalismo. La gente, en lugar de tomar decisiones racionales, apoya a Erdogan del mismo modo que apoya a un equipo de f¨²tbol¡±, describe Jenkins, que lleva 25 a?os establecido en este pa¨ªs.
Los expertos coinciden en que Erdogan, una vez elegido presidente, intentar¨¢ asegurar la mayor¨ªa absoluta del AKP en las elecciones generales de 2015, y que para ello continuar¨¢ con la l¨ªnea de polarizaci¨®n que en los ¨²ltimos a?os le ha dado buenos resultados electorales, al atraerle el voto de la mayor¨ªa conservadora y religiosa turca.
As¨ª ocurri¨® en los comicios locales celebrados el pasado marzo, en los que el AKP fue el partido m¨¢s votado con diferencia. Y esto a pesar de que Erdogan y su formaci¨®n ven¨ªan de recibir otro golpe en la forma de un esc¨¢ndalo de presunta corrupci¨®n que, en diciembre, hab¨ªa forzado la dimisi¨®n de cuatro ministros y llegado a salpicar al propio Erdogan y a uno de sus hijos.
El Gobierno culp¨® del esc¨¢ndalo a los seguidores del cl¨¦rigo isl¨¢mico Fetul¨¢ G¨¹len, antiguo aliado de Erdogan y hoy residente en Estados Unidos, y se embarc¨® en una serie de purgas en la Polic¨ªa y la Judicatura para expulsar a supuestos elementos gulenistas. El resultado fue la sumisi¨®n del poder judicial al Ejecutivo en manos de Erdogan. ¡°Y esta tendencia seguramente va a continuar hasta que [Erdogan como presidente] entienda que ha erradicado la amenaza gulenista¡±, comenta Sinan Ulgen.
Tambi¨¦n antes de las elecciones de marzo, el Gobierno bloque¨® Twitter y YouTube, plataformas en las que se estaba publicando y compartiendo material que presuntamente incriminaba al Ejecutivo en el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n. Diferentes organizaciones internacionales llevan tiempo alertando de la creciente hostilidad en Turqu¨ªa hacia la libertad de expresi¨®n y de prensa. El propio Erdogan ha acusado p¨²blicamente a diferentes medios de comunicaci¨®n de conspirar en su contra, y esta semana describi¨® en un mitin a la corresponsal de The Economist, que seg¨²n el primer ministro hab¨ªa insultado a la naci¨®n, como ¡°una militante descarada que se hace pasar por periodista¡±. Adem¨¢s, el viernes dimiti¨® el director de Hurriyet, un diario cr¨ªtico con el Gobierno, supuestamente debido a presiones del primer ministro.
Mientras Erdogan se prepara para dar el salto de primer ministro a presidente, parece que su ambici¨®n sin l¨ªmites va a acabar poniendo a prueba en Turqu¨ªa la m¨¢xima de que el poder tiende a corromper, y el poder absoluto a corromper absolutamente, seg¨²n la f¨®rmula que populariz¨® ya en el siglo XIX el pol¨ªtico brit¨¢nico Lord Acton.
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