Jefes sun¨ªes dan apoyo al nuevo Gobierno

La retirada de Nuri al Maliki de la contienda para liderar el nuevo Gobierno de Irak abre el camino a una coalici¨®n nacional que incluya a todas las comunidades y permita hacer frente al Estado Isl¨¢mico (EI). El l¨ªder espiritual de los chi¨ªes, el gran ayatol¨¢ Al¨ª Sistani, ha reiterado este viernes su respaldo al primer ministro designado, Haider al Abadi, y subray¨® la oportunidad de resolver la crisis pol¨ªtica y de seguridad que amenaza al pa¨ªs. Tambi¨¦n varios notables sun¨ªes mostraron su disposici¨®n a colaborar, con condiciones. No obstante, la brecha sectaria es tan profunda que s¨®lo un verdadero reparto de poder tiene alguna posibilidad de salvarla.

En el serm¨®n semanal del viernes, Sistani, a trav¨¦s de un portavoz, inst¨® a todos los bloques pol¨ªticos del Parlamento iraqu¨ª a ser ¡°responsables¡± y cooperar con Al Abadi. Sus palabras llegaron apenas unas horas despu¨¦s de que Al Maliki anunciara en un mensaje televisado que pon¨ªa fin al desaf¨ªo legal que estaba planteando contra la designaci¨®n de Al Abadi como su sustituto. Aunque ¨¦ste pertenece, como ¨¦l, al partido Dawa, el primer ministro saliente consideraba que era a ¨¦l a quien le correspond¨ªa formar Gobierno, en calidad de l¨ªder de la lista m¨¢s votada en las elecciones de abril.

Sin embargo, las percepciones han cambiado. Una osada incursi¨®n del Estado Isl¨¢mico en junio permiti¨® a los yihadistas tomar el control de Mosul, tercera ciudad de Irak, y otras zonas del norte del pa¨ªs, m¨¢s all¨¢ de las insurgentes Ramadi y Faluya (perdidas en enero). Semejante operaci¨®n s¨®lo fue posible por el apoyo de parte de la poblaci¨®n sun¨ª (y la vergonzosa huida del Ej¨¦rcito iraqu¨ª).

El l¨ªder espiritual de los chi¨ªes pide la cooperaci¨®n de las facciones de Bagdad

Muchos, incluso entre sus antiguos aliados, responsabilizan a Al Maliki de esa desafecci¨®n. El hombre que en 2006 logr¨® el consenso de Ir¨¢n y EE UU para gobernar Irak ha irritado desde su reelecci¨®n en 2010 a la minor¨ªa ¨¢rabe sun¨ª, que se ha sentido marginada del poder e injustamente represaliada por las acciones de los extremistas sun¨ªes.

Su empe?o en aferrarse al poder s¨®lo ha confirmado los recelos y aumentado las presiones. EE UU dej¨® claro desde el principio de la ofensiva yihadista que su ayuda militar estaba supeditada al relevo de Al Maliki. Dentro de Irak, numerosos pol¨ªticos, incluso de su propio partido, le han hecho ver la conveniencia de ceder el testigo. Incluso Ir¨¢n, inicialmente receloso de las intenciones de Washington, ha contribuido a persuadir a su aliado, en un nuevo ejemplo de intereses comunes con su enemigo americano. Seg¨²n The New York Times, Teher¨¢n envi¨® a Al Maliki ¡°recados casi diarios para convencerle de que deb¨ªa cesar de forma honorable¡±.

Pero si el mensaje de Sistani era de esperar (ya en julio hab¨ªa escrito a Al Maliki pidi¨¦ndole su retirada), m¨¢s prometedor resulta que cl¨¦rigos y l¨ªderes tribales sun¨ªes hayan expresado su disposici¨®n a participar en un nuevo Ejecutivo si se cumplen algunas condiciones. Seg¨²n ha declarado a Reuters un portavoz del grupo, Taha Mohammed al Hamdun, representantes de Al Anbar y otras provincias de mayor¨ªa sun¨ª han enviado una lista de peticiones a Al Abadi. Entre ellas, que se suspendan las operaciones militares en sus zonas para poder hablar, una cuesti¨®n complicada cuando los yihadistas han vuelto al ataque desde principios de agosto.