La ley del silencio planea sobre los beb¨¦s robados
La ciudad argentina donde creci¨® el nieto de De Carlotto calla sobre los hijos de desaparecidos bajo la dictadura
En Cerro Sotuyo (300 kil¨®metros al suroeste de Buenos Aires) solo se escuchan p¨¢jaros y m¨¢quinas que trasladan a decenas de camiones las piedras de granito de las canteras que rodean los campos de ma¨ªz. De vez en cuando, una explosi¨®n sacude las pocas viviendas desperdigadas por las fincas. All¨ª se cri¨® el ahora compositor de m¨²sica fusi¨®n, Ignacio Guido Montoya Carlotto, de 37 a?os.
En las haciendas vecinas casi todos sab¨ªan que el chico llamado Ignacio Hurban no era hijo natural de Clemente Hurban y Juana Rodr¨ªguez, los peones rurales que todav¨ªa hoy cuidan las 300 hect¨¢reas de la familia Aguilar. Pero Ignacio lo desconoc¨ªa. Lo descubri¨® el d¨ªa de su supuesto cumplea?os, el 2 de junio pasado, tres meses despu¨¦s de morir el due?o de aquellas tierras: Carlos Francisco Aguilar. Un mes m¨¢s tarde se acerc¨® a Abuelas de Plaza de Mayo para comprobar si era uno de los 500 beb¨¦s robados por la dictadura militar de Argentina (1976-1983). El 5 de julio descubri¨® que era nieto de la presidenta de la organizaci¨®n que los viene buscando desde hace 37 a?os: Estela Barnes de Carlotto.
En 2010, alguien llam¨® a Abuelas de Plaza de Mayo para contar que Carlos Francisco Aguilar hab¨ªa entregado un beb¨¦ no identificado a un matrimonio de peones. No se sab¨ªa que era el nieto de De Carlotto. Tampoco Aguilar era un empresario conocido. ¡°No era el gran ide¨®logo de la dictadura ni el referente de la oligarqu¨ªa¡±, cuenta el presidente de la Comisi¨®n de la Memoria de Olavarr¨ªa, Carmelo Vinci, que fue torturado y permaneci¨® detenido cinco a?os durante el r¨¦gimen.
La viuda de Aguilar, que no atiende a la prensa bajo el argumento de que est¨¢ enferma, era prima de un militar fallecido. El empresario, amante de la equitaci¨®n, guardaba caballos en el regimiento de Olavarr¨ªa, seg¨²n Vinci. En 2007, Aguilar fue candidato suplente a concejal por una alianza de peronistas antikirchneristas y el conservador Partido Propuesta Republicana (PRO), del ahora candidato presidencial Mauricio Macri. Pero Vinci insiste en que nunca fue un pol¨ªtico relevante y se pregunta por los militares que trajeron al beb¨¦ de manos de su madre a las del empresario. ¡°Alguien por Twitter ha dicho que ten¨ªan planeado traerlo para otra familia, que se arrepinti¨®, y termin¨® en manos de los Hurban¡±, relata Vinci.
Dos vecinos de Cerro Sotuyo, el minero Tom¨¢s Aman y el agricultor Carlos Roberto Cabado, coinciden en su versi¨®n: que se sab¨ªa que los Hurban no pod¨ªan tener hijos, que son ¡°buena gente¡±, ¡°paisanos¡± (campesinos) y que Aguilar les trajo al ni?o. Ninguno sospechaba que fuese hijo de desaparecidos. ¡°El patr¨®n lo trajo y le dijo: ¡®cr¨ªalo¡±, cuenta Cabado.
¡°La primera vez que vi al chico ya andaba en bicicleta¡±, recuerda Aman entre r¨¢fagas que azotan la puerta de su casa de madera. Ninguno de los dos mantiene amistad con los Hurban, solo se saludan y les compran corderos.
Una hip¨®tesis que menciona el militante Vinci, en su negocio de carteler¨ªa en Olavarr¨ªa, es que, al morir Aguilar en marzo, se quebr¨® un pacto de silencio en su entorno sobre la identidad de Ignacio Guido. ¡°Incluso hay quien dice que uno de los tres hijos de Aguilar le cont¨® la verdad a Guido¡±, dice Vinci. Tambi¨¦n se ha publicado que la pareja del joven, una profesora de un centro de formaci¨®n sindical con quien vive en un pueblo vecino a Olavarr¨ªa, lo impuls¨® entonces a acercarse a Abuelas.
Ignacio Guido, como ahora quiere que lo llamen, por el nombre que le puso su madre biol¨®gica, Laura Carlotto, hace el n¨²mero 114 de los nietos recuperados por las Abuelas. El pasado viernes se hall¨® en Holanda a la 115, una descendiente de la primera presidenta de la instituci¨®n, Alicia Zubasnabar De la Cuadra, fallecida en 2008.
Estela de Carlotto sostiene que est¨¢ casi probado que su hija dio a luz en el centro clandestino de detenci¨®n y tormentos La Cacha, cerca de La Plata (51 kil¨®metros al sur de Buenos Aires). Se presume que el parto ocurri¨® el 26 de junio de 1977. Apenas dos d¨ªas despu¨¦s, el bebe arrancado de las manos de su madre fue inscrito en el registro civil de Olavarr¨ªa, una ciudad de 89.000 habitantes y que vive del campo y las industrias cementeras, de la construcci¨®n y textil, a 306 kil¨®metros de La Plata y a 32 de Cerro Sotuyo.
El certificado de nacimiento dec¨ªa que Ignacio Hurban hab¨ªa nacido el 2 de junio de 1977 en la casa de dos plantas en la que Aguilar viv¨ªa en el centro de Olavarr¨ªa y que era hijo natural de Clemente Hurban, descendiente de uno de tantos alemanes que emigraron de Rusia a Argentina entre finales del siglo XIX y principios del XX, y Juana Rodr¨ªguez.
La firma de Clemente aparece en el acta, pero la semana pasada, en el peri¨®dico olavarriense El Popular, Ignacio Guido manifest¨® dudas sobre la autenticidad de esa r¨²brica. Estela de Carlotto ha admitido a EL PA?S que la inscripci¨®n de un hijo adoptivo como propio constituye un delito de apropiaci¨®n, aunque ha aclarado que, en este caso, puede haber atenuantes, como la falta de cultura o la relaci¨®n jer¨¢rquica entre un patr¨®n y un pe¨®n rural. El otro nombre que figura en la partida de nacimiento es el del m¨¦dico Julio Sacher, que trabaj¨® 31 a?os en la polic¨ªa bonaerense. El acta dice que Sacher certific¨® el parto, pero su abogado alega que no aparece la firma de su cliente. No obstante, la juez del caso, Mar¨ªa Servini de Cubr¨ªa, la misma que investiga los cr¨ªmenes del franquismo, prohibi¨® la semana pasada que el m¨¦dico saliese de Argentina. Hasta aqu¨ª la investigaci¨®n del misterio que llev¨® a Ignacio Guido desde el horror de La Cacha hasta lo que ¨¦l ha descrito como ¡°vida extraordinariamente feliz¡±.
Clemente Hurban y Juana Rodr¨ªguez no han aparecido en la prensa desde que se conoci¨® el caso ni han sido citados a declarar a¨²n por la justicia. Sus vecinos en Cerro Sotuyo aseguran que siguen viviendo en la finca de los Aguilar, cuya puerta permanece cerrada con candado, a diferencia de otras de por all¨ª.
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