El fin de Europa como gran modelo
La Primera Guerra Mundial afect¨® la econom¨ªa de Latinoam¨¦rica y foment¨® el nacionalismo Ocho pa¨ªses de la regi¨®n declararon la guerra
Latinoam¨¦rica tambi¨¦n vivi¨®, particip¨® y sufri¨® la I Guerra Mundial. Todos los pa¨ªses de la regi¨®n cargaron con las consecuencias econ¨®micas y sociales de la batalla. El 28 de junio de 1914 los ojos del mundo miraban hacia el centro del continente que, entonces, era un modelo a seguir. El archiduque de Austria hab¨ªa sido asesinado y comenzaba el baile de alianzas y amenazas. A finales de julio estallaba la guerra y los pa¨ªses reclutaban soldados para uno de los m¨¢s violentos enfrentamientos. Por lo menos as¨ª lo describi¨® Juan B. Homet, un argentino que por su empat¨ªa con Francia se alist¨® en el ej¨¦rcito, y que a?os despu¨¦s escribi¨® sus memorias, Diario de un Argentino: ¡°Esto es lo que esta guerra ha venido a ser: una matanza est¨²pida en la que han muerto millones de hombres al son de palabras simp¨¢ticas, pero palabras nada m¨¢s, y tras las cuales algunos bribones han realizado buenos negocios a costa del g¨¦nero humano¡±.
En 1918, cuando las hostilidades llegaron a su fin, Europa estaba destruida. El sentimiento nacionalista invadi¨® Latinoam¨¦rica y sus relaciones internacionales comenzaron a ser bilaterales. Estados Unidos sustituy¨® a las potencias del siglo XIX.
¡°Este conflicto no fue solo de tiros, sino que fue una guerra con efectos realmente globales. En Am¨¦rica Latina tuvieron una repercusi¨®n muy fuerte, un cambio brusco en la orientaci¨®n cultural hacia Europa¡±, afirma el doctor Stefan Rinke, catedr¨¢tico de Historia Latinoamericana en la facultad alemana Freie Universit?t Berlin. En un principio, la guerra se traslad¨® a la regi¨®n a trav¨¦s de la prensa. ¡°Los peri¨®dicos llegaron a ser muy tendenciosos. Tanto que cuando un bando perd¨ªa una batalla, la informaci¨®n hac¨ªa pensar lo contrario¡±, cuenta ?lvaro Matute, doctor en Historia en la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
En Brasil se cre¨® en 1915 la Liga Brasile?a por los Aliados, que lanz¨® una campa?a de propaganda y recaudaci¨®n de fondos a favor de los aliados. La sociedad latinoamericana estaba dividida. Unos eran german¨®filos y otros aliad¨®filos (afines a la Triple Entente: Francia, Gran Breta?a y Rusia). Estos lo eran m¨¢s por admiraci¨®n a Francia. ¡°La conexi¨®n era bastante fuerte. Los aliad¨®filos eran muchos m¨¢s, y ten¨ªan una voz m¨¢s fuerte que el bando contrario¡±, puntualiza Rinke. Por ello, voluntarios como Homet cruzaron el Atl¨¢ntico para contribuir con su brazo al ataque a Alemania y al imperio Austro-H¨²ngaro. Este argentino lleg¨® con 22 a?os a Orleans el 14 de abril de 1915 despu¨¦s de haber firmado un contrato como voluntario por todo el tiempo que durase la guerra. Se incorpor¨® a la Legi¨®n Extranjera junto a otros 250 reclutas de 51 naciones diferentes. ¡°Nos dan el uniforme. ?Ya somos soldados franceses! Est¨¢bamos contentos de haber ingresado en las filas del ej¨¦rcito defensor de la libertad y de la civilizaci¨®n¡±, escribi¨®.
No fue hasta 1917, a?o en el que EE UU intervino, cuando algunos de sus vecinos del sur le tendieron una mano y declararon la guerra a Alemania: Brasil, Guatemala, Costa Rica, Hait¨ª, Honduras, Cuba, Nicaragua y Panam¨¢. Otros cuatro pa¨ªses cortaron relaciones diplom¨¢ticas: Bolivia, Ecuador, Per¨² y Uruguay. El resto permaneci¨® neutral: Argentina, Chile, M¨¦xico, Colombia, Paraguay, Venezuela y El Salvador. ¡°Los efectos m¨¢s severos para la regi¨®n fueron en el campo econ¨®mico¡±, advierte Rinke. Am¨¦rica Latina depend¨ªa en gran medida de las exportaciones con Europa. Este mercado, en el momento en que estallaron los enfrentamientos, estaba suspendido. El continente europeo dej¨® de importar caf¨¦ de Brasil, cacao de Ecuador, metalurgia de Argentina. Las exportaciones de Guatemala a Alemania se redujeron de un 20% en 1913 a un 3% en 1915.
Solo Brasil envi¨® soldados, pero su plan militar fue?algo simb¨®lico
Algunos sectores como el calzado, papel o carne argentina, y el salitre chileno, necesario para la producci¨®n de explosivos, se vieron beneficiados por la escasez que sufr¨ªan los pa¨ªses de la Triple Entente en medio del conflicto. Francia y Gran Breta?a presionaron a estos dos Estados para que entraran en la guerra. ¡°Por ello su neutralidad fue especialmente importante. Desde el punto de vista de los alemanes cada pa¨ªs que se mantuvo neutral supuso una victoria para ellos¡±, opina este profesor alem¨¢n. A pesar de que Argentina logr¨® exportar estos productos el PIB cay¨® un 10,4% en 1914, y un 8,1% en 1917. ¡°El mayor problema fue que se desplom¨® la inversi¨®n y el consumo. Se redujeron tambi¨¦n los ingresos fiscales, aument¨® la desocupaci¨®n, el malestar social y el n¨²mero de huelgas¡±, define Fernando Devoto, doctor en historia en el Instituto de Historia Argentina y Americana.
¡°Veo ahora la guerra de cerca. Nunca pude concebir tan espantosa carnicer¨ªa¡±, describi¨® Homet del que era su nuevo hogar: las trincheras. Durante todo 1915 las memorias de este argentino recuerdan su intento brutal por sobrevivir. ¡°Llegamos a las trincheras alemanas, en las que junto a bastantes cad¨¢veres hab¨ªa heridos. Algunos levantan las manos pidiendo misericordia: ¡®Kamerad, kamerad (camarada)¡¯. ?Vano gesto! A m¨ª me hab¨ªan enviado a matar. Sent¨ª una repugnancia infinita y bajando la cabeza le hund¨ª la bayoneta en el pecho...!¡±. En este punto los testimonios de la guerra se repiten. Soldados sin comida, piojos, enfermedades, calzado lleno de agujeros, rabia, miedo, odio y enga?o.
El 7 de mayo de 1915 Alemania hunde el buque Lusitania que zarp¨® de las costas estadounidenses. La tensi¨®n entre ambos pa¨ªses crece, pero los germanos consiguen mantener a EE UU fuera de la guerra. ¡°No nos explicamos la actitud pasiva de Estados Unidos¡±, escribe Homet al enterarse de la noticia. ¡°La potencia norteamericana a¨²n no declaraba la guerra, sin embargo, desde el inicio del conflicto vend¨ªa armas a sus aliados (Francia, Gran Breta?a)¡±, asegura Javier Garciadiego, doctor en Historia por el Colegio de M¨¦xico.
Por su parte M¨¦xico se encuentra inmersa en la Revoluci¨®n de su pa¨ªs (comienza en 1910), en la que dos personajes se disputaban el poder: Carranza y Villa. El primero hab¨ªa conseguido tener su propio almac¨¦n de armas. Su adversario, en cambio, se las compraba a EE UU, mercado del que dej¨® de proveerse cuando estos artefactos empezaron a ser vendidos exclusivamente al otro lado del Atl¨¢ntico. ¡°El estallido de la I Guerra Mundial fue una de las causas de la derrota de Villa y del triunfo del constitucionalismo (Carranza)¡±, explica Garciadiego.
Pero el papel de M¨¦xico en la Gran Guerra no se limita a las consecuencias en su conflicto interno. Su localizaci¨®n geogr¨¢fica lo hac¨ªa un pa¨ªs estrat¨¦gico para Alemania, y su riqueza en petr¨®leo atractivo para los pa¨ªses de la Entente. Gran Breta?a y EE UU hab¨ªan dejado de ser flotas de vapor y depend¨ªan del crudo mexicano. ¡°Al pa¨ªs germano le conven¨ªa generar un conflicto entre estos dos estados norteamericanos para mantener a EE UU lejos de Europa y que dejase as¨ª de enviar armas y municiones a sus aliados. El mismo secretario de relaciones exteriores alem¨¢n, Arthur Zimmermann, env¨ªa un telegrama al presidente de M¨¦xico el 16 de enero de 1917¡±, cuenta el profesor mexicano. El comunicado ofrece a M¨¦xico apoyo militar para que se lance a la guerra contra EE UU y a cambio le da la posibilidad de recuperar los territorios perdidos en la intervenci¨®n estadounidense de 1846. Una oferta tentadora, pero suicida. Adem¨¢s, en febrero de este mismo a?o EE UU rompe relaciones con Alemania porque este pa¨ªs decide volver a la guerra de submarinos.
El telegrama fue interceptado por la inteligencia brit¨¢nica y enviado a Estados Unidos. Esto m¨¢s los ataques submarinos fueron la gota que derram¨® el vaso: EE UU declara la guerra en el mes de abril. ¡°La estrategia de Zimmerman termina siendo uno de los documentos m¨¢s fallidos en t¨¦rminos de historia diplom¨¢tica mundial porque causa lo que quer¨ªa evitar: que Estados Unidos entrara a la guerra¡±, afirma Garciadiego. El mismo mes en el que EE UU declara la guerra, Homet recibe la baja: ¡°?Soy libre! Juro no volver a abdicar mi libertad. Dej¨¦ en el cuartel aquel uniforme militar que tanto me pesaba¡±.
Solo Brasil envi¨® soldados oficialmente, sin embargo, fue algo simb¨®lico. Al llegar a la capital de Senegal enfermaron de la gripe espa?ola y muchos murieron. Mas tarde, cuando iban a desembarcar, la guerra lleg¨® a su fin. ¡°Envi¨® adem¨¢s trece aviadores, una misi¨®n m¨¦dica donde instal¨® un hospital con 500 camas y provisiones de suministros¡±, seg¨²n enumera Francisco Doratioto, doctor en Historia de las Relaciones Internacionales por la Universidad de Brasilia, en la que es profesor. ¡°El detonante para que Brasil ¡ªel ¨²nico de los pa¨ªses de Sudam¨¦rica¡ª declarara la guerra el 26 de octubre de 1917 fue el hundimiento del buque mercante Paran¨¢, el cual navegaba con las luces encendidas y la identificaci¨®n de ser de un pa¨ªs neutral¡±, explica Doratioto. Pero esto no fue un impedimento para que Alemania lo mandara al fondo del mar.
El resto de pa¨ªses que declararon la guerra enviaron soldados bajo la bandera de EE UU o Francia. Guatemala rompi¨® relaciones diplom¨¢ticas con Alemania el 27 de abril de 1917 a instancias de Estados Unidos, pa¨ªs que hab¨ªa sustituido a Europa como exportador del caf¨¦ guatemalteco, seg¨²n explica la doctora Regina Wagner, profesora en la Universidad Francisco Marroqu¨ªn de Guatemala. ¡°Ese a?o se publicaron las listas negras, que conten¨ªan los nombres de empresas con las que estaba prohibido comerciar. Un a?o m¨¢s tarde Guatemala declar¨® la Guerra, y permiti¨® la ocupaci¨®n de las empresas de servicios con capital mayoritariamente alem¨¢n¡±, afirma Wagner.?
Brasil pudo estar en las negociaciones de paz de Versalles por su participaci¨®n militar en el conflicto despu¨¦s de que la guerra llegara a su fin el 11 de noviembre de 1918. Como resultado, explica el profesor Doratioto, obtuvo el pago por parte de Alemania del caf¨¦ brasile?o que estaba en puertos alemanes y que fue confiscado
¡°Despu¨¦s de la guerra los latinoamericanos no tuvieron la misma confianza en el modelo europeo y comenzaron a buscar su propia v¨ªa hacia el futuro. Y no s¨®lo las ¨¦lites, sino tambi¨¦n los trabajadores y estudiantes. Esto es de lo m¨¢s importante¡±, puntualiza Rinke. Malestar social, como las huelgas de 1917-18 en Brasil, movimientos estudiantiles y culturales, como el muralismo en M¨¦xico, surgieron a partir de que la heroica Europa occidental tuviese que sumergirse para reconstruir la grandeza que le hab¨ªa llevado a ser un continente colonialista siglos antes. La imagen de la antigua potencia iba perdiendo fuerza e identidad por cada cad¨¢ver que deb¨ªa sepultar ¡ª9 millones de personas perdieron la vida¡ª. Una identidad que por el contrario resurg¨ªa en Am¨¦rica Latina. ¡°Me arrepiento y maldigo la guerra. No hay aqu¨ª hombres civilizados. Son todos peor que salvajes y yo he entrado en la cuenta, desgraciadamente¡±, anotaba Homet.
Poco se estudia del papel que jug¨® Am¨¦rica Latina en la I Guerra Mundial, sin duda un rol menor al del resto de los pa¨ªses involucrados, pero con grandes consecuencias para el rumbo de su historia. Una participaci¨®n olvidada que se asemeja al sentimiento con el que Homet dej¨® la guerra, el argentino que estuvo dos a?os en las trincheras: ¡°Aunque derram¨¦ mi sangre por Francia [¡]el Gobierno franc¨¦s no me ha dado recompensa alguna, ni me ha facilitado ning¨²n recurso que pueda ayudarme a ganar la vida. Para ¨¦l soy extranjero, es decir, nada. Ning¨²n agradecimiento me debe, y no tiene por qu¨¦ acordarse de que existo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.