El pa¨ªs que no vendr¨¢
En el programa renovador de Pe?a Nieto no hay una voluntad de modificar la correlaci¨®n de fuerzas entre los ciudadanos y el poder
Enrique Pe?a Nieto habla de un pa¨ªs que todav¨ªa no existe. En su segundo informe de gobierno el presidente nos asegura que M¨¦xico ya cambi¨®. Y los ciudadanos escuchamos su descripci¨®n y desear¨ªamos residir en ese pa¨ªs en el que el mandatario ya est¨¢ viviendo.
La verdad, no lo juzgo (o s¨®lo un poco), supongo que Pe?a Nieto est¨¢ intentando hacer su trabajo. Est¨¢ convencido de que a fuerza de mostrarnos el advenimiento de los cambios el resto de los ciudadanos adoptaremos un tropicalizado s¨ª se puede y terminaremos por convertirlo en realidad.
Habr¨ªa que reconocer que la profec¨ªa de un pa¨ªs mejor est¨¢ sustentada en argumentos. All¨ª est¨¢n las once reformas de Pe?a Nieto, sustantivas algunas de ellas, de bulto algunas otras, y deplorable la reforma fiscal.
Y luego est¨¢n los anuncios espectaculares. A la presentaci¨®n de los primeros trenes de alta velocidad de Am¨¦rica Latina se a?ade ahora la propuesta de construir un impactante aeropuerto de seis pistas para la Ciudad de M¨¦xico, la ampliaci¨®n de las l¨ªneas del Metro y el relanzamiento del sistema de Oportunidades para combatir la pobreza, rebautizado ahora como el programa Prospera.
No est¨¢ mal, pero en plata pura habr¨ªa que decir que la realidad se ha mostrado inmune a los vientos de cambio propalados desde Los Pinos. El ¨²ltimo a?o del sexenio anterior el pa¨ªs creci¨® a una tasa del 4% anual. El primer a?o de Pe?a Nieto lo hizo a ritmo del 1,1% y el segundo a?o rondar¨¢ en torno al 2,4%. Demasiado poco para insuflar entusiasmos. La inseguridad ha remitido ligeramente, pero la desigualdad sigue aumentando, la econom¨ªa informal contin¨²a creciendo a costa de la formal y la popularidad del presidente est¨¢ a la baja.
Habr¨ªa que reconocer que esa cara pesimista que la realidad se empe?a en mostrarnos no es responsabilidad de Pe?a Nieto, sino de las condiciones estructurales heredadas por su gobierno. Pero una vez dicho lo anterior, el problema con la ola de cambios que el presidente est¨¢ proponiendo es que hace muy poco por modificar tales distorsiones estructurales. La construcci¨®n de obra p¨²blica de enormes dimensiones (aeropuerto, trenes y Metro) produce una derrama inmediata que ser¨¢ bienvenida y a la larga un efecto multiplicador importante. Pero un efecto multiplicador que terminar¨¢ col¨¢ndose entre las grietas tan imperfectas de la estructura econ¨®mica y social del pa¨ªs. Trenes m¨¢s r¨¢pidos para desplazar mano de obra mal pagada y para mover la pirater¨ªa con mayor atingencia; inversiones en obra p¨²blica que terminar¨¢ en manos de los grandes consorcios empresariales: ese 1% de mexicanos que sigue escalando posiciones en la lista de Forbes.
El problema de fondo es que la sociedad mexicana est¨¢ fragmentada en estamentos que acusan diferencias abismales para apropiarse de la riqueza social. Toda derrama adicional termina por acentuar las diferencias entre el M¨¦xico de punta y ese que vive de la migraci¨®n, de la econom¨ªa informal, del crimen organizado. Incluso si logramos metas de crecimiento del 4% y 5%, algo que probablemente consiga Pe?a Nieto en el ¨²ltimo tramo de su gobierno, el efecto habr¨¢ de sentirse casi exclusivamente en ese tercio de la poblaci¨®n que componen las clases altas y medias.
La propuesta de Pe?a Nieto es una especie de ¡°salida hacia delante¡± que me hace recordar al M¨¦xico de los setenta y los ochenta. Las reformas dise?adas est¨¢n pensadas para activar el motor de lo que ahora existe. Se me dir¨¢ con raz¨®n que algunas de esas reformas buscaban atenuar el protagonismo de los poderes f¨¢cticos y de los monopolios. Pero en la pr¨¢ctica hemos visto que reformas como la educativa o la de telecomunicaciones terminaron en un simple reacomodo entre las ¨¦lites. Los grupos de poder cedieron un mil¨ªmetro y neutralizaron r¨¢pidamente las aristas peligrosas. En el fondo no buscaban modificar la estructura sino darle al presidente un poco m¨¢s de margen de maniobra frente al resto de los protagonistas de la escena p¨²blica.
Lo que no hay en el programa de Pe?a Nieto es una voluntad de modificar la correlaci¨®n de fuerzas entre los ciudadanos y el poder. Se ha perdido el impulso aperturista de los noventa que llev¨® a la creaci¨®n de una serie normas y organismos de cara a una sociedad democr¨¢tica. Se ha suspendido en M¨¦xico la construcci¨®n del tejido institucional que podr¨ªa conducir a una cultura de rendici¨®n de cuentas, a un Estado de derecho y a una mejor relaci¨®n entre sociedad y gobierno, entre d¨¦biles y poderosos. Dir¨ªa incluso que est¨¢ en marcha un proceso para neutralizar instituciones inc¨®modas como la Suprema Corte, el IFAI, la Comisi¨®n de Derechos Humanos, los comit¨¦s de competencia, etc¨¦tera. El combate a la corrupci¨®n est¨¢ ausente en la narrativa de Pe?a Nieto. Y eso lo dice todo.
Twitter:?@jorgezepedap
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