Xi Jinping consolida con mano dura la autoridad del Partido Comunista
El presidente chino ha introducido reformas econ¨®micas y nuevos aires en la sociedad, pero tambi¨¦n reprime las protestas democr¨¢ticas en Hong Kong
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El presidente chino, Xi Jinping, introdujo nuevos aires tras su llegada al poder. Modos populistas ins¨®litos en un l¨ªder chino ¡ªun paseo a pie por las callejuelas de Pek¨ªn en un d¨ªa contaminado, una visita a un restaurante de comida r¨¢pida¡ª y una serie de reformas econ¨®micas basadas en el mercado.
Pero en sus dos a?os de mando ha dejado claro que su prioridad es afianzar la estabilidad social y consolidar la autoridad del Partido Comunista al frente del pa¨ªs. Las reformas pol¨ªticas no entran en su agenda o tienen una prioridad muy baja. Ejemplos como el ¡°no¡± a las exigencias de elecciones libres en Hong Kong, la detenci¨®n del l¨ªder del movimiento estudiantil de la excolonia o la cadena perpetua para el intelectual uigur moderado Ilham Tohti esta semana lo han dejado claro.
Los estudiantes en Hong Kong mantuvieron toda esta semana una huelga para protestar contra la propuesta de reforma de Pek¨ªn para las elecciones locales, que se asegura de que los candidatos deban contar con el visto bueno del Gobierno central. Las protestas se han saldado con enfrentamientos entre la polic¨ªa y los manifestantes, y la detenci¨®n del l¨ªder del movimiento estudiantil Scholarism, Joshua Wong, de 17 a?os, al que se ha denegado la libertad bajo fianza, seg¨²n la exlegisladora Tanya Chan, simpatizante del movimiento pro democracia.
El modelo que gu¨ªa al mandatario es el de Deng Xiaoping, el gran modernizador
La dureza en la actitud del Gobierno tambi¨¦n hab¨ªa quedado patente esta semana en la condena contra Tohti, un catedr¨¢tico de Teor¨ªa Econ¨®mica que defiende los derechos de los uigures pero siempre ha abogado por el di¨¢logo como v¨ªa para solventar los desacuerdos. Su sentencia deja claro que China no est¨¢ dispuesta a tolerar nada que pueda oler ni remotamente a separatismo, o a cr¨ªticas a su manera de actuar contra ¨¦l.
No deber¨ªa de sorprender. Xi siempre ha dejado claro desde su nombramiento como secretario general del Partido Comunista en noviembre de 2012 que su principio de gobierno es salvaguardar la legitimidad del r¨¦gimen comunista al frente de su pa¨ªs. Como principito, o hijo de uno de los padres de la patria, Xi Zhongxun, lleva grabado en sus genes la creencia en que solo a trav¨¦s del Partido Comunista de China el pa¨ªs puede progresar. Cualquier reforma que emprenda ser¨¢ para proteger esa legitimidad. Y en ning¨²n caso adoptar¨¢ medida alguna que pueda poner en duda el liderazgo del partido. ¡°Xi comparte metas pol¨ªticas que han sido vitales para sus predecesores: mantener el orden social y la estabilidad pol¨ªtica, mantener al Partido Comunista de China en el poder¡±, explica Jacques deLisle, catedr¨¢tico de Derecho y Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Pennsylvania.
Una de sus prioridades ha sido la reforma de la econom¨ªa, imprescindible para lograr un crecimiento sostenible y, con ello, apuntalar el orden social. Su otro gran proyecto ha sido la campa?a contra la corrupci¨®n, mucho m¨¢s larga y profunda de lo que calculaban los observadores. En ella han ca¨ªdo cientos de funcionarios de bajo nivel (¡°moscas¡±, seg¨²n la famosa met¨¢fora que ha empleado Xi) y algunos ¡°tigres¡±, como el antiguo mandam¨¢s de los servicios de seguridad, Zhou Yongkang.
Parece que Xi, m¨¢s que sus predecesores, ¡°piensa que el problema de la corrupci¨®n se ha hecho lo suficientemente grave, en lo que respecta a privar de legitimidad al partido o impedir un gobierno efectivo, como para que haya que hacer algo serio al respecto¡±, puntualiza deLisle.
El modelo pol¨ªtico que ha guiado a Xi ha sido Deng Xiaoping. Su primer viaje fuera de Pek¨ªn tras su nombramiento emul¨® el que el gran modernizador de China emprendi¨® al sur en 1992 para apoyar las reformas econ¨®micas. Pero si Deng fue un ardiente entusiasta de la introducci¨®n de la econom¨ªa de mercado, no fue un gran amigo del reformismo democr¨¢tico. En 1989 fue tajante contra los estudiantes concentrados en la plaza de Tiananmen.
Pero Xi Jinping ha recurrido tambi¨¦n en ocasiones a la figura de Mao Zedong, el padre de la Nueva China. Xi, quiz¨¢s prestando atenci¨®n a la popularidad que logr¨® el hoy defenestrado Bo Xilai con su recuperaci¨®n de la cultura mao¨ªsta cuando era secretario general del Partido en la ciudad de Chongqing (en el centro de China), ha adoptado pr¨¢cticas de los tiempos del Gran Timonel ca¨ªdas posteriormente en desuso, al igual que las sesiones de autocr¨ªtica. Incluso su campa?a de lucha contra la corrupci¨®n y defensa de la frugalidad despierta ciertos ecos de aquella ¨¦poca.
Pek¨ªn no est¨¢ dispuesto a tolerar nada que huela a separatismo
En recientes discursos, Xi ha descartado cualquier tipo de cambio pol¨ªtico al estilo occidental. Los dirigentes tienen que ¡°adherirse al liderazgo central del partido¡± y ¡°mejorar la coordinaci¨®n general¡± para evitar que el Gobierno se fragmente. Consultas al pueblo s¨ª, pero siempre mediante comit¨¦s e instituciones estrictamente controladas y donde no quede duda de que quien est¨¢ al mando es el Partido.
El presidente chino ha introducido reformas econ¨®micas y nuevos aires en la sociedad, pero tambi¨¦n reprime las protestas democr¨¢ticas en Hong Kong. Introdujo nuevos aires tras su llegada al poder. Modos populistas como un paseo a pie por las callejuelas de Pek¨ªn en un d¨ªa contaminado, una visita a un restaurante de comida r¨¢pida, y una serie de reformas econ¨®micas basadas en el mercado.
Pero en sus dos a?os de mando ha dejado claro que su prioridad es afianzar la estabilidad social y consolidar la autoridad del Partido Comunista al frente del pa¨ªs. Las reformas pol¨ªticas no entran en su agenda o tienen una prioridad muy baja. Ejemplos como el ¡°no¡± a las exigencias de elecciones libres en Hong Kong, la detenci¨®n del l¨ªder del movimiento estudiantil de la excolonia o la cadena perpetua para el intelectual uigur moderado Ilham Tohti esta semana lo han dejado claro.
Tohti es un catedr¨¢tico de Teor¨ªa Econ¨®mica que defiende los derechos de los uigures pero siempre ha abogado por el di¨¢logo como v¨ªa para solventar los desacuerdos. Su sentencia deja claro que China no est¨¢ dispuesta a tolerar nada que pueda oler ni remotamente a separatismo, o a cr¨ªticas a su manera de actuar contra ¨¦l.
No deber¨ªa de sorprender. Xi siempre ha dejado claro desde su nombramiento como secretario general del Partido Comunista en noviembre de 2012 que su principio de gobierno es salvaguardar la legitimidad del r¨¦gimen comunista al frente de su pa¨ªs. Lleva grabado en sus genes la creencia en que solo a trav¨¦s del Partido Comunista de China el pa¨ªs puede progresar. Cualquier reforma que emprenda ser¨¢ para proteger esa legitimidad. Y en ning¨²n caso adoptar¨¢ medida alguna que pueda poner en duda el liderazgo del partido. ¡°Xi comparte metas pol¨ªticas que han sido vitales para sus predecesores: mantener el orden social y la estabilidad pol¨ªtica, mantener al Partido Comunista de China en el poder¡±, explica Jacques deLisle, catedr¨¢tico de Derecho y Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Pennsylvania.
Parece que Xi, m¨¢s que sus predecesores, ¡°piensa que el problema de la corrupci¨®n se ha hecho lo suficientemente grave, en lo que respecta a privar de legitimidad al partido o impedir un gobierno efectivo, como para que haya que hacer algo serio al respecto¡±, puntualiza deLisle.
Castigo a los rumores en las redes sociales
Si Xi Jinping est¨¢ dispuesto a acometer las reformas necesarias para apuntalar la autoridad del partido, lo que no va a hacer es permitir nada que la socave. Y ello incluye las cr¨ªticas. Durante su mandato la libertad de expresi¨®n y las voces disidentes han sufrido un claro retroceso y en pocos ¨¢mbitos se ha notado m¨¢s que en las redes sociales chinas.
Aunque Twitter y Facebook ya estaban bloqueadas desde hace a?os en China, sus equivalentes locales, como Weibo, se hab¨ªan convertido en un peque?o oasis para manifestar opiniones. El a?o pasado el Gobierno chino aprob¨® una ley que castiga con tres a?os de c¨¢rcel el difundir ¡°rumores¡± por Internet que se reenv¨ªen m¨¢s de 500 veces o que hayan sido vistos por m¨¢s de 3.000 personas. Varios prominentes blogueros cr¨ªticos contra el r¨¦gimen fueron detenidos, como el millonario Charles Xue, que escrib¨ªa bajo el seud¨®nimo de Xue Manzi. Arrestado por contratar servicios de prostituci¨®n, las c¨¢maras de televisi¨®n estatales le mostraron lloroso mientras admit¨ªa haber colgado en Internet comentarios ¡°inexactos¡±.
Desde entonces, Weibo no ha vuelto a ser lo mismo. Un estudio del gubernamental Centro de Informaci¨®n sobre Internet en China calculaba a principios de a?o que sus usuarios se hab¨ªan reducido en un 9%, de 308,6 millones a 280,8 millones de personas, si bien Sina Weibo, la propietaria de la red social, asegura que sus cifras indican un crecimiento. Pero la mayor¨ªa de los comentarios m¨¢s vitri¨®licos parecen limitarse hoy d¨ªa a cotilleos sobre famosos.
El r¨¦gimen se ha mostrado tambi¨¦n muy severo contra grupos como el movimiento civil Nuevo Ciudadano, que reclamaba, entre otras cosas, m¨¢s transparencia al Gobierno y que sus funcionarios hicieran p¨²blicos los bienes que poseen. Su cofundador, Xu Zhiyong, y varios de sus seguidores fueron detenidos el a?o pasado y han sido condenados a penas de hasta seis a?os y medio de c¨¢rcel. Profesionales liberales como abogados, acad¨¦micos o periodistas han visto aumentar el escrutinio sobre ellos. La Academia China de Ciencias Sociales (CASS) recib¨ªa advertencias contra una excesiva apertura a las ideas extranjeras. Abogados especializados en derechos humanos como Pu Zhiqiang, el defensor del artista Ai Weiwei, han sido detenidos, en lo que algunos de sus colegas han denunciado como el peor acoso contra la profesi¨®n desde 1989. Y este mismo mes ha sido arrestado el veterano periodista Tie Lu, de 81 a?os, y que recientemente critic¨® la censura en China.
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