Los asesinatos disparan la violencia pol¨ªtica en M¨¦xico
La muerte a tiros de un l¨ªder estatal del PAN y de estudiantes en Guerrero se suma al del diputado federal del PRI
En M¨¦xico, la violencia tiene pocos remilgos a la hora de elegir sus v¨ªctimas. Pol¨ªticos y estudiantes han ca¨ªdo a balazos en los ¨²ltimos d¨ªas ensombreciendo el clima social y aumentando la sensaci¨®n de impunidad. Los m¨¢ximos dirigentes del PRI y del PAN, los dos partidos afectados en sus filas por los asesinatos, han exigido que las investigaciones lleguen hasta el final, pero las esperanzas son pocas en un sistema judicial donde s¨®lo acaban en condenas el 3% de las denuncias.
El ¨²ltimo cap¨ªtulo de esta ola de violencia lleg¨® este fin de semana. Cuando M¨¦xico a¨²n no se hab¨ªa quitado de la retina las im¨¢genes del secuestro del diputado federal del PRI Gabriel G¨®mez Michel (posteriormente ejecutado), un nuevo asesinato pol¨ªtico volvi¨® a mostrar el largo brazo del crimen. En Acapulco, sobre las ocho y media de la ma?ana del domingo, tres hombres irrumpieron en el restaurante del hotel Mirador, un bello local con vistas al Pac¨ªfico. Sin titubear, se dirigieron a la mesa donde desayunaba con su familia el secretario general del Partido de Acci¨®n Nacional (PAN) en Guerrero, Braulio Zaragoza Maganda, de 35 a?os. Le dispararon tres veces por la espalda. El pol¨ªtico muri¨® en el acto. Algunos testimonios refieren que, al ver a sus asesinos, intent¨® huir. Nadie detuvo a los sicarios. La autor¨ªa, como tantas otras veces, es desconocida. Esta muerte sorprendi¨® a un pa¨ªs que a esas horas a¨²n segu¨ªa conmocionado por la noche de brutalidad policial vivida a apenas 200 kil¨®metros de Acapulco, en la ciudad de Iguala, donde los agentes municipales, supuestamente con apoyo de comandos parapoliciales, hab¨ªan ametrallado sin contemplaciones autobuses cargados de estudiantes de magisterio (normalistas). Al menos dos alumnos murieron, otros cinco resultaron heridos graves, y decenas huyeron despavoridos. Anoche segu¨ªan en paradero desconocido.
Esta concatenaci¨®n de muertes violentas ha desatado la alarma en c¨ªrculos pol¨ªticos. Altos cargos del PAN han alertado de que si no hay detenciones pronto, quedar¨¢ la imagen de que el crimen es impune. El m¨¢ximo dirigente de esta formaci¨®n, Gustavo Madero, ha exigido una investigaci¨®n ¡°expedita y profunda¡±. Tambi¨¦n que se designe un fiscal especial para el caso de Zaragoza. En un sentido similar se han expresado las otras fuerzas pol¨ªticas. Lo que est¨¢ por ver es si estas presiones surtir¨¢n alg¨²n efecto. Peticiones similares se hicieron tras el hallazgo del cad¨¢ver del diputado del PRI, el partido que gobierna M¨¦xico. Pero una semana despu¨¦s de su asesinato, no hay ning¨²n resultado tangible. S¨®lo indicios de que la muerte fue obra del crimen organizado, algo evidente simplemente viendo las im¨¢genes grabadas del secuestro: al menos cinco coches perfectamente sincronizados, capaces de parar el tr¨¢fico en una carretera de tres carriles por sentido y sacar de su coche, sin remilgos y a la vista de otros conductores, a un diputado federal para arrastrarle a una muerte segura. ¡°Ning¨²n caso se resuelve, no se rinden cuentas a la sociedad civil, y esto pone en duda que vivamos en un estado de derecho¡±, afirm¨® a este peri¨®dico el dirigente panista Ra¨²l Tortolero.
Donde s¨ª que se han registrado avances, al menos aparentemente, es en la investigaci¨®n del ataque a estudiantes de Iguala. Veintid¨®s agentes municipales han sido detenidos por la Procuradur¨ªa por su implicaci¨®n en las muertes. Esta r¨¢pida actuaci¨®n viene forzada por las proporciones adquiridas por la brutalidad policial, que ha soliviantado a la poblaci¨®n local y espantado a medio pa¨ªs.
Los normalistas, erigidos en un poder aut¨®nomo en el convulso estado de Guerrero, tienen un largo historial de encontronazos con las fuerzas de seguridad, pero jam¨¢s con tantas muertes. Las primeras versiones apuntan a que decenas de estudiantes acudieron el viernes a Iguala a recaudar dinero para sus actividades (el denominado boteo) y que, al llegar la noche, intentaron tomar los autobuses de l¨ªnea, ya sin pasajeros, para llev¨¢rselo a sus centros de estudio y con ellos viajar a la Ciudad de M¨¦xico el pr¨®ximo jueves y participar en los actos en memoria de la matanza estudiantil de Tlatelolco de 1968. ¡°Ni hubo rapto ni amenazas; hab¨ªamos hablado con los ch¨®feres de los autobuses y accedieron a hacernos el favor de llevarnos a la escuela normal¡±, explic¨® un estudiante a los medios locales.
Ning¨²n caso se resuelve, no se rinden cuentas a la sociedad civil, y esto pone en duda que vivamos en un estado de derecho¡±
La respuesta policial a esta toma de autobuses fue salvaje. En diferentes puntos de la ciudad, los agentes o comandos que se sospecha que actuaban en coordinaci¨®n con los agentes, la emprendieron a balazos contra los estudiantes. La mayor carnicer¨ªa contra normalistas se registr¨® en la avenida Perif¨¦rico Norte. Tres autobuses fueron baleados de arriba abajo. Dos ocupantes murieron; otros cinco resultaron heridos graves. Medio centenar de estudiantes aterrorizados buscaron refugio por la ciudad. Pero la sangr¨ªa no termin¨® ah¨ª. Al filo de la medianoche un autob¨²s que transportaba a jugadores del equipo de f¨²tbol Avispones, de Chilpancingo, fue atacado, junto a dos taxis, por ¡°sujetos armados¡±, en expresi¨®n de la Procuradur¨ªa. Murieron un menor futbolista, el conductor del autob¨²s y una mujer que viajaba en taxi. Para rematar esta efusi¨®n de violencia, en la misma avenida Perif¨¦rico Norte donde se registr¨® la muerte de los estudiantes, fue hallado por la ma?ana un cad¨¢ver desollado y con las cuencas de los ojos vac¨ªas. Era un normalista.
En Iguala comercios y bares cerraron sus puertas por temor a nuevas matanzas. La ciudad fue puesta bajo control estatal y federal. Para restablecer el orden, se les requis¨® el arma a 300 agentes municipales; al final, 22 quedaron detenidos y fueron enviados a Acapulco ante la posibilidad de un intento de liberaci¨®n por sus familiares y compa?eros. Ayer, a¨²n segu¨ªan la labores de b¨²squeda de los estudiantes huidos en los ataques. Cientos de padres y compa?eros se manifestaron en para exigir a las autoridades que los encontraran con vida. El alcalde de Iguala, Jos¨¦ Luis Abarca, afirm¨® que no pensaba dimitir y que la noche de la matanza no tuvo conocimiento de los hechos, pese a que los agentes dependen del ayuntamiento.
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