La pareja que bailaba entre cad¨¢veres
El alcalde de Iguala y su esposa, buscados en M¨¦xico por la desaparici¨®n de 43 estudiantes, sembraron el terror bajo la sombra del narco
Nicol¨¢s Mendoza Villa lo recordar¨ªa meses despu¨¦s por escrito en una notar¨ªa de la Ciudad de M¨¦xico. A las seis de la tarde del 31 de mayo de 2013, el ingeniero Arturo Hern¨¢ndez Cardona y ¨¦l vieron c¨®mo dos sicarios empezaban a cavar la que iba a ser su fosa. Ambos estaban presos en un paraje desconocido de Guerrero. Un d¨ªa antes, les hab¨ªan secuestrado, pistola en mano, en la carretera hacia Tuxpan junto a otros compa?eros de la Unidad Popular, un movimiento de defensa de los derechos de los campesinos. Durante horas les hab¨ªan torturado con un l¨¢tigo de alambre. El peor parado hab¨ªa sido su l¨ªder, Hern¨¢ndez Cardona. Ya de noche llegaron al lugar dos hombres bien conocidos. Andaban tranquilos y con una cerveza Barrilito en la mano. Eran el alcalde Iguala, Jos¨¦ Luis Abarca Vel¨¢zquez, y su jefe de polic¨ªa, Felipe Fl¨®rez V¨¢zquez. El regidor, con quien Hern¨¢ndez Cardona hab¨ªa mantenido agrias disputas, la ¨²ltima, dos d¨ªas antes en su despacho municipal, se adelant¨® unos pasos y orden¨® que torturaran otra vez a su adversario pol¨ªtico.
¡ª?Ya que tanto est¨¢s chingando, me voy a dar el gusto de matarte!, grit¨® el alcalde
¡ª"?Me voy a dar el gusto de matarte!", grit¨® el alcalde
Acto seguido, su jefe de polic¨ªa levant¨® al ingeniero del suelo y, siempre seg¨²n esta versi¨®n ante notario, lo arrastr¨® unos diez metros hasta la reci¨¦n terminada fosa. Ah¨ª, el alcalde de Iguala le dispar¨® primero a la cara, luego al pecho. El cad¨¢ver qued¨® al descubierto, mientras el cielo oscuro de Guerrero se romp¨ªa y empezaba a llover. Otros dos dirigentes de Unidad Popular fueron asesinados.
El hombre que asegura haber visto todo esto y pudo escapar para contarlo fue Nicol¨¢s Mendoza Villa, ch¨®fer del ingeniero asesinado. Mendoza prest¨® testimonio ante notario, la esposa del ingeniero present¨® denuncia, la prensa aire¨® el caso y algunos conocidos pol¨ªticos mexicanos exigieron responsabilidades. La Procuradur¨ªa respondi¨® acumulando ocho tomos de diligencias. Pero, como tantas veces sucede en M¨¦xico, nada ocurri¨®. El alcalde de Iguala sigui¨® gobernando como antes, inaugurando centros comerciales y posando alegre con sus camisas ce?idas y desabotonadas hasta la mitad del pecho. Unas fotos almibaradas donde siempre aparece su esposa, Mar¨ªa de los ?ngeles Pineda Villa. ¡°Desde entonces reina el miedo en Iguala¡±, afirma Sof¨ªa Mendoza Mart¨ªnez, concejal del PRD y viuda de Hern¨¢ndez Cardona; una de las pocas personas capaces de romper el c¨ªrculo del terror y acusar al alcalde mucho antes de que se convirtiese en el hombre m¨¢s buscado de M¨¦xico por la matanza de seis personas y la desaparici¨®n de 43 estudiantes de magisterio en un oscuro enfrentamiento con la polic¨ªa y el narco el 26 de septiembre.
El paradero de Abarca es un misterio. Los investigadores dan por hecho que ha abandonado Iguala y dejado atr¨¢s los frutos de una fulgurante escalada social que, desde su puesto familiar de vendedor de sombreros de paja y huaraches (sandalias), le abri¨® las puertas a un emporio de propiedades y negocios. Desde esta plataforma salt¨® a la pol¨ªtica en 2012 con apoyo de un exsenador del PRD, y pese a su inexperiencia gan¨® las elecciones de Iguala. La culminaci¨®n de un sue?o. O de una pesadilla. El municipio, de 130.000 habitantes, es la tercera ciudad de Guerrero, hist¨®rica cuna de la bandera mexicana y un enclave estrat¨¦gico para los movimientos del narco.
En su ascenso le acompa?¨® su esposa, una mujer de car¨¢cter duro, cuya cercan¨ªa dibuja una sombra tenebrosa. Dos de sus hermanos sirvieron a las ¨®rdenes del hist¨®rico capo Arturo Beltr¨¢n Leyva. Pero tuvieron una carrera corta. Ambos fueron ejecutados en 2009 cuando se quisieron separar del llamado Jefe de Jefes. Un tercer hermano, a¨²n vivo y recientemente detenido, pen¨® por narcotr¨¢fico y ahora se presume que es uno de los cabecillas de los Guerreros Unidos, el sanguinario cartel surgido de las cenizas del imperio de Beltr¨¢n Leyva y que controla Iguala. Para culminar la trama familiar, la madre ha sido se?alada por los servicios de inteligencia como testaferro del narco.
En una tierra con una tasa de homicidios tres veces mayor que la mexicana y 20 veces la espa?ola, las palabras de una mujer con estas credenciales eran escuchadas con mucha atenci¨®n. A medida que pasaban los meses, su participaci¨®n en los asuntos pol¨ªticos, seg¨²n admiten dirigentes del PRD, fue cada vez mayor, hasta el punto de que ya pensaba postularse como candidata a la alcald¨ªa en 2015. Para ello hab¨ªa logrado ser elegida consejera estatal del PRD y dirig¨ªa un organismo municipal, el denominado Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Nada parec¨ªa capaz de frenarla. Eso era lo que se pensaba hasta la noche del 26 de septiembre. Ese viernes ten¨ªa que ser un d¨ªa grande para ella. Presentaba el informe de actividades del DIF en la plaza de las Tres Garant¨ªas, en el z¨®calo de Iguala, un espacio reservado para las grandes ocasiones. El pistoletazo de salida de su carrera electoral.
El acto empezaba a las seis de la tarde, justo a la hora en que dos autobuses procedentes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, un semillero de la izquierda radical mexicana, entraban en el municipio. El grupo, formado por estudiantes de magisterio de 18 a 23 a?os, acud¨ªa a la ciudad a recaudar fondos para sus actividades. La polic¨ªa municipal estaba esper¨¢ndoles. Sus enfrentamientos con el alcalde y su esposa eran notorios. Ya despu¨¦s del asesinato del ingeniero Hern¨¢ndez Cardona hab¨ªan atacado el ayuntamiento y se?alado al regidor como culpable. Esa tarde, tras dar vueltas por la ciudad, se dirigieron hacia el z¨®calo.
Un informe del Centro de Investigaci¨®n y Seguridad Nacional (Cisen) avanzado por El Universal se?ala que la esposa del alcalde pidi¨® al director de la polic¨ªa municipal, Felipe Fl¨®rez Vel¨¢zquez, que impidiera la llegada de los j¨®venes. La orden, c¨®mo no, fue obedecida. No tard¨® en darse el primer encontronazo entre los agentes y los normalistas. Hubo gritos y alg¨²n enfrentamiento f¨ªsico. Lo habitual. Los estudiantes se retiraron hacia la estaci¨®n de autobuses. All¨ª se apoderaron de tres veh¨ªculos para volver a su escuela. Pero a la salida les esperaban los agentes. Esta vez hubo tiros. Los normalistas se defendieron a pedradas y lograron romper el cerco. El alcalde, informado de la algarada, pidi¨® entonces, seg¨²n el citado informe, un escarmiento. Fue entonces cuando alguien llam¨® a la muerte. En sucesivos ataques, la polic¨ªa, con apoyo de sicarios de Guerreros Unidos, inici¨® una salvaje persecuci¨®n de los j¨®venes. A tiros mataron a dos, a otro lo desollaron vivo y le vaciaron las cuencas de los ojos. Tres personas m¨¢s, entre ellos un chico de 15 a?os, murieron a balazos al confundir sicarios y agentes un autob¨²s que transportaba a futbolistas de Tercera Divisi¨®n con normalistas. Y otros 43 estudiantes fueron secuestrados por los polic¨ªas y supuestamente entregados a una fracci¨®n ultraviolenta de Guerreros Unidos llamada Los Peques. El p¨¢nico se apoder¨® de Iguala. Bares y comercios cerraron sus puertas. Pero de todo ello, el alcalde y su esposa, seg¨²n su propio testimonio, nada supieron. Ellos acudieron a una fiesta y bailaron juntos rancheras mientras fuera, en una noche sin apenas luna, la barbarie rug¨ªa.
Nadie les crey¨®. Pero tampoco nadie les detuvo. A los dos d¨ªas de la matanza, tras pedir licencia del cargo y asegurarse mediante un juez federal de que como aforado no pod¨ªa ser arrestado hasta nueva orden, Abarca y su esposa se esfumaron. Lo mismo hizo el jefe de la Polic¨ªa Municipal. M¨¦xico, desde entonces, se ha visto cara a cara con la negrura de 43 desaparecidos y unas fosas repletas de cad¨¢veres. Ellos a¨²n siguen libres. Y el asesinato del ingeniero Hern¨¢ndez Cardona, sin culpable.
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