Sin se?ales de paz en Palestina
El mes se cierra con se?ales de tensi¨®n tan evidentes que ya nadie parece recordar que arranc¨® con una febril actividad que se present¨® como el inicio de una etapa de esperanza
El mes se cierra en Palestina con se?ales de tensi¨®n tan evidentes ¡ªaprobaci¨®n de nuevas construcciones en los asentamientos, intento de asesinato de un rabino radical, cierre de la Explanada de las Mezquitas¡ª que ya nadie parece recordar que arranc¨® con una febril actividad que se present¨® como el inicio de una etapa de esperanza. As¨ª, el pasado 3 de octubre Suecia decidi¨® reconocer a Palestina como Estado, seguido (el d¨ªa 13) por la recomendaci¨®n del Parlamento brit¨¢nico a su Gobierno de hacer lo propio, mientras otras c¨¢maras (como la francesa y hasta la espa?ola) se apuntan al mismo carro. El d¨ªa 9 se celebr¨® la primera reuni¨®n del Gobierno de unidad palestino en Gaza, gracias al permiso israel¨ª para que Rami Hamdallah y sus ministros residentes en Cisjordania pudieran ser recibidos por Ismail Haniya. El d¨ªa 12, a instancias de Noruega y Egipto, se celebr¨® una Conferencia en El Cairo en la que se logr¨® el compromiso de dedicar 5.400 millones de d¨®lares a la reconstrucci¨®n de Gaza. Dos d¨ªas despu¨¦s, los primeros camiones con material de construcci¨®n entraban en la Franja, en virtud del acuerdo entre Israel y la Autoridad Palestina (AP), impulsado por la ONU.
Sin embargo, es inmediato comprobar como cada una de esas noticias tiene su reverso. En primer lugar, por muy significativo que sea el reconocimiento sueco, hay que recordar que ya antes Polonia, Hungr¨ªa y Eslovaquia hab¨ªan dado ese paso (cuando no eran miembros de la UE), al igual que otros 130 pa¨ªses, sin que eso haya significado el m¨¢s m¨ªnimo avance en la resoluci¨®n del conflicto. Asimismo, cabe recordar que la decisi¨®n brit¨¢nica (como la del resto de los parlamentos mencionados) no es, en modo alguno, vinculante para su Gobierno. Imaginar que estos gestos suponen una presi¨®n a?adida sobre Tel Aviv es, sencillamente, una irrealidad demostrada durante d¨¦cadas.
Por otra parte, la consolidaci¨®n de un Gobierno palestino unitario debe superar a¨²n numerosos obst¨¢culos, contando con que su funci¨®n principal ahora mismo deber¨ªa ser la convocatoria de unas elecciones legislativas y presidenciales largamente pospuestas ¡ªque previsiblemente volver¨¢n a provocar agudas fricciones¡ª y la reconstrucci¨®n de Gaza ¡ªdonde no es f¨¢cil adivinar hasta qu¨¦ punto Ham¨¢s, en su propio feudo, dejar¨¢ el protagonismo de la tarea a la AP. Pero aun si ambos actores fueran capaces de superar su mutua y profunda desconfianza, no cabe olvidar que ambas tareas siguen dependiendo en gran media de la actitud de Israel. En el plano gubernamental es tan ilusorio suponer que Tel Aviv vaya a levantar totalmente el asedio que viene ejerciendo sobre la Franja desde julio de 2007, como que Ham¨¢s se desarme por completo para cumplir la exigencia israel¨ª. La puntual permisividad israel¨ª busca, fundamentalmente, quebrar la precaria unidad palestina, haciendo ver que la aceptaci¨®n de sus exigencias puede ser recompensada con ciertos alivios de la presi¨®n sobre los 1,8 millones de gazat¨ªes, mientras que la resistencia est¨¢ abocada a la repetici¨®n de lo ya experimentado este pasado verano. A esto se une, por si fuera preciso atender a la opini¨®n p¨²blica, que un 75% de los jud¨ªos israel¨ªes rechazan la creaci¨®n de un Estado palestino, si eso supone el abandono del valle del Jord¨¢n y la divisi¨®n de Jerusal¨¦n.
Por ¨²ltimo, en el plano econ¨®mico, no deja de ser chocante el empe?o en se?alar que los 5.400 millones de d¨®lares prometidos superan los 4.030 que la propia AP solicit¨® en El Cairo para la reconstrucci¨®n de Gaza. Por un lado, se olvida que los compromisos adquiridos en ese tipo de convocatorias nunca se han traducido en desembolsos reales (y menos ahora, en plena crisis econ¨®mica global). Por otro, no se toma en consideraci¨®n que los promotores de la Conferencia han se?alado que solo la mitad de esa cifra ser¨¢ para reconstruir la Franja (muy por debajo, en consecuencia, del volumen se?alado por la AP), sin especificar en qu¨¦ se emplear¨¢ el resto (dando por supuesto, subliminalmente, que los desembolsos reales ser¨¢n mucho menores). Pero, peor a¨²n, no se considera que el plan de la AP eleva el presupuesto necesario a los 15.500 millones de d¨®lares (4.030 para reconstruir Gaza; 4.500 en apoyo al presupuesto ordinario de la AP en los pr¨®ximos tres a?os; y 7.000 para proyectos a largo plazo, incluyendo el puerto y aeropuerto, una planta desalinizadora y la explotaci¨®n del gas bajo las aguas de Gaza). Visto as¨ª, no es f¨¢cil compartir el artificial optimismo oficial.
Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH)
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