Gabo y Mutis
Me conmueve evocar que la amistad de tantas d¨¦cadas que uni¨® a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez con ?lvaro Mutis jam¨¢s tuvo discordia
Quiz¨¢ un posible alivio para los amores contrariados se anide en la amistad que perdure entre ambas partes y quiz¨¢ el ¨²nico escudo ante tanta mala noticia y necia neblina de desasosiegos se destile en la saliva del afecto que suele transpirarse en la camarader¨ªa. Dec¨ªa Eliseo Alberto que hemos de creer en "la amistad a primera vista" si hemos de seguir en la esperanza del amor a primera vista, pero que una vez confirmada la epifan¨ªa de una amistad instant¨¢nea hab¨ªa que procurar con fidelidad y sosiego el abono constante de las palabras y las acciones que la nutren.
A m¨ª me conmueve evocar ¡ªcon intenci¨®n de envidia y af¨¢n de plagio¡ªque la amistad de tantas d¨¦cadas que uni¨® a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez con ?lvaro Mutis jam¨¢s tuvo discordia, ni un s¨ª con no. Fueron amigos desde un principio y hasta el final, incluso siguen sonrientes y en di¨¢logo de p¨¢rrafos ya interminables en las p¨¢ginas de sus libros entrelazados y en las fotograf¨ªas que aunque parecen volverse sepia conservan un ligero movimiento de animaci¨®n donde parece que entre las sonrisas se esconden carcajadas, entre los labios aparentemente callados las citas o evocaciones de los libros memorables que le¨ªan de memoria y tantos viajes, an¨¦cdotas y vivencias comunes que parecen ser dos hombres que caminan sobre la gelatina de plata de viejas fotos en una suerte de filmaci¨®n entra?able del afecto compartido.
Mutis ser¨ªa el embajador de Gabo en M¨¦xico y quien lo convence de huir de Nueva York hacia la que habr¨ªa de convertirse en su segunda patria?
De muy joven, cuando muchas cosas del mundo a¨²n no ten¨ªan su nombre, Gabo frecuentaba la sala de m¨²sica de la Biblioteca Nacional de Bogot¨¢ y se pon¨ªa a leer sin descanso, a la sombra de los grandes compositores que le llenaban la cabeza de rizos. En alguna ocasi¨®n dict¨® la receta infalible para cualquier aprendiz de mel¨®mano, argumentando que los mejores compositores de la m¨²sica llamada cl¨¢sica ten¨ªan todos apellidos que empezaban con la letra B: Bach, Beethoven, Brahms... Bivaldi y Bozart. Contaba Gabo que en sus visitas consuetudinarias a la sala de m¨²sica de aquella Biblioteca de Babel sol¨ªa aparecerse a las cuatro en punto de cada tarde "un mel¨®mano insufrible, de nariz her¨¢ldica y cejas de turco, con un cuerpo enorme y unos zapatos min¨²sculos como los de Buffalo Bill". Aquel gigante an¨®nimo ped¨ªa sin piedad y a cada tarde el concierto para viol¨ªn de Mendelssohn, que Gabo entre otros lectores de la sala supuestamente callada sinceramente aborrec¨ªan. Muchos a?os despu¨¦s, ya frente al pelot¨®n cotidiano de la fama, Gabo escuch¨® que Mutis hac¨ªa un comentario sobre ese mismo concierto de Mendelssohn y, como quien descubre un error en una partida de ajedrez jugada en otro tiempo, exclam¨® al instante: "Carajo. De modo que eras t¨²".
Se sabe que Mutis ser¨ªa el embajador de Gabo en M¨¦xico y quien lo convence de huir de Nueva York en ese largo viaje con Mercedes y Rodrigo hacia el M¨¦xico que habr¨ªa de convertirse en segunda patria de todos ellos, cuna de su segundo hijo Gonzalo, y el nido donde floreci¨® esa novela que se iba a llamar La casa y que hasta las ¨²ltimas l¨ªneas dict¨® ella misma su t¨ªtulo ya congelado en la memoria de la literatura de todos los tiempos como Cien a?os de soledad. Fue Mutis quien le regal¨® un ejemplar de Pedro P¨¢ramo al reci¨¦n mexicanizado periodista que cuajaba cuentos como si fueran cr¨®nicas ver¨ªdicas de la m¨¢s pura imaginaci¨®n, dici¨¦ndole "Tenga, para que aprenda" y fue Mutis quien luego lo acompa?ara a Estocolmo, a?os despu¨¦s entre flores amarillas y azorado ante el atuendo impoluto del Gabo. Fue Mutis quien present¨® a Gabo con Mar¨ªa Luisa El¨ªo y Jom¨ª Garc¨ªa Ascot, los amigos infalibles a quienes est¨¢ dedicada la novela que hila a todas las generaciones de los Buend¨ªa como espejo de tantas otras amistades de veras que se arremolinaron como enredadera en torno a la vera amistad que transpiraban ambos colombianos en cada aventura, cada p¨¢rrafo y cada sobremesa, porque fue tambi¨¦n Mutis quien quiso regalarle una historia completa de cabo a puerto para que la escribiera Gabo, y al paso de los a?os, fue el propio Mutis quien tuvo que narrarla ¨¦l mismo bajo el t¨ªtulo de La ¨²ltima escala del Tramp Steamer, para que se volviera perfecta y sincr¨®nica con El amor en los tiempos del c¨®lera, y tr¨¢nsito ideal de los versos de la poes¨ªa a los p¨¢rrafos de la prosa de un tal Maqroll el Gaviero que habr¨ªa de transubstanciarse en otras seis novelas inagotables como quien sue?a con una mujer que ha de volver a los brazos con la lluvia.
La Feria Internacional del Libro de Oaxaca no es la m¨¢s grande, pero s¨ª la m¨¢s entra?able por el contacto directo entre lectores y autores
La Feria Internacional del Libro de Oaxaca lleva ya 34 ediciones anuales que ¡ªsobre todo en la pasada d¨¦cada¡ª se consolida como el santuario de lectores que la colman, pero sobre todo, de escritores que asisten imantados por un aura de amistad no s¨®lo entre ellos, sino con el editor Guillermo Quijas y toda la familia de colaboradores con los que sustenta las carpas de miles de libros de su propia editorial Almad¨ªa, sino todas las dem¨¢s editoriales que se re¨²nen en esta feria que no es la m¨¢s grande de M¨¦xico ni del mundo, tampoco la m¨¢s ostentosa y pantagru¨¦lica, pero s¨ª la m¨¢s entra?able en el contacto directo de los grandes escritores que asisten a ella con los lectores que suelen no callarse sus preguntas, reclamos y alabanzas no s¨®lo en las presentaciones, sino tambi¨¦n en las muchas ramificaciones que llevan a los p¨¢rrafos directamente a las aulas de la universidad, los pupitres de las escuelas de todas las edades y los encomiables c¨ªrculos de lectura que se multiplican por obra y gracia precisamente de las amistades que se frecuentan con el pretexto de estar leyendo todos un mismo libros durante meses, sabiendo que al filo de cada noviembre tendr¨¢n la oportunidad de entrar en conversaci¨®n con el autor.
En la edici¨®n de este a?o, con Colombia como pa¨ªs invitado y una generosa delegaci¨®n de 100 talentosos y brillantes colombianos, la Fundaci¨®n Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez de Nuevo Periodismo Iberoamericano ¨Cencarnada en su director Jaime Abello Banfi¡ªaport¨® un taller de puro periodismo puro a cargo de Mart¨ªn Caparr¨®s y Diego Fonseca, con un ramillete de notables periodistas j¨®venes de diversos pa¨ªses y entre todos los editores, promotores culturales, novelistas, cuentistas y poetas colombianos venidos ahora a Oaxaca hay un innegable contagio de colombianizaci¨®n de Oaxaca y una mexicanizaci¨®n de sus cumbias y coloquios, vallenatos y poes¨ªa, cuentos y comidas, ya bien digerido por aquellos dos colombianos-mexicanos que hoy parec¨ªan caminar por las viejas calles, envueltos en una charla interminable sobre novelas francesas, un concierto recurrente de Mendelssohn al viol¨ªn, las cabelleras negras de las mujeres infinitas, amores contrariados... y s¨ª, eso que se llama amistad y que al parecer ha de durar ya para siempre.
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